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lunes, 28 de marzo de 2011

La locura de los genios.

Lala tiene música sonando hasta dentro de su nombre.

La frescura de un oasis en mitad del infierno yermo.

Magia salpicando constantemente como rocío su forma de ser.

La cordura que les resta a los locos al verla pasar.

Belleza rezan los cuatro puntos cardenales de su cuerpo.

Dos islas vírgenes habitan en sus ojos llenos de pura vida.

El paraíso perdido sin mapas ni coordenadas.

Unos labios perlados por la misma ambrosía visten su boca.

La condena de los besos que nunca se dieron.

La ternura de una amante rebosante de amor rellena el resto.

La alegría de los niños sin lágrimas en los ojos.

La sonrisa de la musa que no tuvieron los grandes maestros.

El talento es un vestido transparente que viste todo el año.

Como piel el más suave terciopelo digno del hielo.

Su cabeza es un castillo de ensueño en lo alto de una nube del cielo.

Con una defensa férrea de colmillos y garras de acero.

El tacto de la seda con la dureza del famoso mármol de Carrara.

La calida brisa del caribe suspirando los lugares por donde ella pasa.

La obra maestra de un arquitecto cabalgando la locura.

De crear una belleza tan inmortal como la tinta y la literatura.

Que ofrece el manantial de sus palabras sin fin.

Emanando poemas al aire a través de su salvaje melena oscura.

Tantos como el miedo de los niños a quedarse solos.

La calma del marinero en medio de una tormenta eléctrica en el mar.

La salvación de todos los suicidas que no encuentran sentido a vivir.

El duro castigo de los que creen brillar sin ser estrellas.

La fantasía de todos los hombres que se cruzaron una vez con ella.

El único recuerdo que esconder debajo de la almohada.

El secreto de las sirenas con piel y piernas de esas que te dejan sin aliento.

Sin pulso, ni voluntad que no sea quedarse allí plantado para volver a verla.

El sentido de todo lo que sin lógica sucede de forma espontánea.

Su química es un abanico de sensaciones dibujadas con un dedo en la espalda

La dueña del silencio de los que tragan saliva en medio del fuego.

La solución de todo mal capaz de partir un corazón en cientos de fragmentos.

Y volverlo a componer pegándolo con besos y susurros calidos.

Para así ser la cura y la causa de toda enfermedad que empiece y termine con ella.

Lala es un piano blanco de cola. Uno tan hermoso que ni el canon perfecto pudiera estar a la altura de un monumento tan sorprendente y complejo como lo es su persona.

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