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jueves, 27 de mayo de 2010

384400


Llevaba tiempo sin verla asomarse por su mundo. Las burbujas no entienden de principios, se comen las cosas del suelo sin pedir permiso, pero en las alturas ella sigue reinando como la diosa de loa ojos de gato. El muchacho sentía haberse extraviado entre la multitud de gente sin nombre. Sabia claramente que no pertenecía a ese mundo, pero la curiosidad había inundado sus zapatos con promesas y andaba entonces chapoteando en charcos ajenos.

Pero el tiempo pasa sin parar y se encarga de poner las cosas en su sitio y como era de esperar su realidad termino por resquebrajarse debajo de ella. Habían vuelto a encontrarse después de casi haberse abandonado mutuamente con un contrato tácito que por honor no habían firmado en papel, ni en ninguna parte. Los días para uno y las noches para el otro... y así había sido desde los principios donde aun eran familia. Su propio hijo había negado la existencia de su madre que desde el cielo, sonreía o se apenaba según fueran las mareas que borraban con sus blancas olas de espuma cualquier vestigio del naufragio.

La vida es una tómbola, era una afirmación que no tardaría en comprobar cuando ella apareció entre las nubes y reclamó para si lo que era de su misma sangre. Él en cambio no supo como demonios reaccionar. Su progenitora había reunido a sus hijos en una plaza abandonada de todo discurrir. Y una legión de gatos haba tomado bajo la huellas de sus livianos zapatos todo lo que anteriormente había sido ocupado por los humanos.

Él se encontró en medio de todo aquello sin darse cuenta... un minuto atrás dejaba su mente escapar flotando para ver a la luna de cerca y a continuación se encontraba totalmente rodeado de una manada de felinos que variaban tanto en forma como en colores para todos juntos desvelar la más intrigante historia jamás contada. El más viejo de los allí presentes era un gato negro de ojos amarillentos que le había reconocido entre el alboroto de todos aquellos hermanos que andaban disfrutando de los placer que otorga la noche. Se acercó escurriéndose entre la multitud de cuerpos casi eternos que contenían demasiadas vidas dentro de sus trajes coloreados. Hasta que llego al que contenía la rareza.

Su voz surgió tan nítida que transpasó la burbuja sin apenas perturbarla... entro como un cuchillo que le resultaba de alguna extraña forma familiar.

Veo, que has cambiado... dijo el gato sin extenderse en absoluto.

Mi nombre es Ocaso... y soy el mayor de tus hermanos pequeños. Tu no puedes recordarme porque a diferencia de nosotros... tu tomaste la forma carnal humana al caer del cielo y en cambio el resto lo hizo en el mundo salvaje. Madre, ha estado buscándote tanto tiempo que abandonó su vida y su trabajo. Te encontraba y acto seguido te perdía la pista porque corrías demasiado a pesar de tus diminutos pasos. Andabas perdido por aquí y por allá, preguntándote por tu existencia y realmente olvidaste de interrogar a quién tenía todas las respuestas,

Una bola de saliva sonó como el plomo al caer por su esófago. Aquel gato le estaba hablando de cosas que no entendía. Aunque realmente lo que le angustiaba averiguar es como ese imposible estaba ocurriendo. Veía su boca moverse de un lado a otro mientras escuchaba atentamente aquel descubrimiento sin dejar de parecer una mezcla entre sorprendido y abrumado.

A pesar de todo, Murphy acabaría por tener razón y cuando escucho la voz de su madre desde el cielo, su mundo se derrumbo como un castillo de naipes delante de un ventilador. Todos los recuerdos revoloteaban por el suelo esparcidos en una nube de mariposas que eran cazadas por las garras afiladas de aquellos que no le conocían.

Hijo... no me recuerdas?, fue lo que entendió entre un espontáneo río de lágrimas que si que no habían olvidado esa dulce voz que le arrullaba las nanas en su cuna. Su cabeza dijo no... pero su pasado le vino a la memoria. Y recordó todo lo que había olvidado tras caer del cielo como un cometa que se estrella en el silencio de un mundo que permanecía dormido ajeno de su existencia. Mucho polvo y poco ruido... sonreía plenamente su madre recordando la mayor de sus perdidas.

Selena había sido reprochada por la promiscuidad de sus horarios introspectivos a lo largo de las eras y los siglos, pero nada de eso le importaba un bledo si lo comparaba con la amargura experimentada al haber perdido a su retoño más querido. Surgido de las entrañas de su sangre y que ahora tras muchas órbitas había vuelto a recobrar.

Recordaba sus ojos azabaches mirándola ingrávidos desde el espacio que ocupaba mientras giraba junto a ella alrededor de su padre el Sol. Juraba que sólo había vuelto la mirada hacía otro lado durante un misero instante y cuando la puso de nuevo no encontró ni rastro de su presencia en ese lugar. Su hijo se había precipitado al vacío y lo tuvo por perdido tanto tiempo que su historia acabo borrándose en el transcurso de los milenios.

Desde el momento en que sus fieles amantes terráqueos habían dejado de adorarla y bajo tal mezquindad... condenados a recibir la forma de un gato. Así que al final de todo, él... aquel chico con una extraña amnesia y sin ombligo era sin lugar a dudas el heredero del trono de los que no deben ser nombrados. El silencio cubrió la noche como una misteriosa niebla copada que iba devorando la realidad para devolver todo lo perdido a su legitimo dueño. La verdad llego pasada la página cuando la confusión estaba tan fresca como un cuadro recién pintado.

El chico pasó años colocando todas aquellas piezas que como fragmentos de una lluvia de estrellas habían salpicado en su caída acabando enterrados en las finas arenas del tiempo. Ahora disponía de un amplio repertorio de todas aquellas preguntas que nunca había logrado averiguar en un examen que abandonó porque había terminado por dejar como imposible en ese cajón de tareas pendientes cuya intención es conservar pero que nadie vuelve a mirar.

Samuel encontró además su verdadero nombre, el cual todos los gatos maullaron en sincronía para partir el alma a aquella madre que de sufrimiento había palidecido hasta convertirse en un mármol de tierra de sal y plata que no era sino un burdo esperpento de su forma original.

El cielo estalló en una onda de luz que atravesó persianas y el silencio nocturno para llenarlo todo de una energía tan pura que fracturó al fin esa fría coraza que el tiempo había depositado capa a capa sobre el sufrimiento de su tortura.

La luna brillaba como el mismísimo Sol pero tan hermosa como ninguna estrella que la humanidad pudiese recordar... Después... fue apagando su intensidad hasta volverse un punto de luz tan blanca como los recuerdos que Sirano había por fin aclarado.

La cadenas que le mantenían apresado se difuminaron como la gravedad y unas negras alas a juego con sus ojos florecieron en su espalda para que tras tantas vidas pudiera volver a abrazar a una madre que tras su perdida murió en vida volviéndose una simple roca yerma en el firmamento.

Nadie conoce la verdad más que unos gatos que estaban presentes cuando todos los sueños humanos fueron velados en la oscuridad de sus alcobas o donde fuera que se encontrasen en esos momentos. Las fotos no sirvieron de nada, porque ningún diafragma fue capaz de abrirse para capturar instantaneamente algo que la simple mecánica dejo correr por no merecer tal honor.

Fue la noticia del año y posiblemente del siglo. Pero a él y ella... sólo les importo que aunque hubiesen pasado tanto tiempo apartados, ninguno de los dos había olvidado el dulce olor de los sueños de las nanas de luna flotando en el espacio.

De siempre le habían tomado por un colgado, pero no tardo más de unos segundos en planear sobre su madre y arrancar de su aterciopelada piel aquella maldita bandera que un pretencioso humano había logrado clavar, en cambio ya no lo permitiría... porque había regresado a casa y no estaba dispuesto a tolerarlo.

Su madre no tenía dueño, ni lo tendría porque volvía a esta viva. Sonrió mientras rodaba sobre la fría arena de unas sales que irradiaban una alegría que desde la tierra se veía como las ondas en un estanque redondo que tras el primer contacto del dedo parecen nunca terminarse... curvas sin sentido acercando dos vidas que el destino de una caída había conseguido separar 384400 kilómetros, pero tanta distancia no era sino un único paso en una vulgar vida.

lunes, 17 de mayo de 2010

Descansa en paz...


Había perdido el norte y no sabía donde acabaría ese viaje. Había entrado en una espiral recurrente que se estaba convirtiendo en una vorágine de muerte que salpicaba donde posaba sus zapatos. Pero lo peor de todo es que había llegado a confundir el trabajo con el placer... y ya no lograba diferenciar uno de otro.

La sensación era parecida a un día de otoño lluvioso donde todos los problemas empapaban de la misma manera junto a ese frio extraño que viene colgado de sus asesinatos. No le importaba, sabia sonreír ante las inclemencias, se murmuraba hacia sus adentros mientras con la mano acariciaba la única figura que conseguía relajarle. La culata de su revólver Némesis… a pesar de ser un simple metal. Él le adjudicaba alma, en especial la de un justiciero que había muerto portándola en sus manos. La historia se pierde entre la leyenda y el pasado incierto de su procedencia. Nada le importa cuando el brillo de su dorado compañero esta delante.

Pero él solo conoce su presente y le reconforta tener a ese amigo a su lado. Némesis dispara y no discute ejecutando la orden de un dedo índice letal a todas las distancias. Cumple su función… y escupe plomo y plata a partes iguales. Después solo quedan los agujeros en la carne aun humeante abiertos en el pecho y la frente.

Sería divina si los convirtiese a sus presas en polvo, pero a él no le importa porque el humo le sirve… Tras el olor a quemado y el sonido de los casquillos al caer del tambor precipitándose al suelo con tonos metálicos. Todo le sabe a gloria como las ostras y se deja llevar hasta la siguiente dirección. Dispara y viaja en busca de una nueva víctima. Ha dado tantas vueltas al mundo que el termino jet-lag no le causa ningún problema, ni malestar alguno. Su cabeza ya ha perdido el uso del reloj que salvo la alarma de su agenda no tiene sentido.

Una larga cadena de puntos que siguen el mismo modus operandi se ha dibujado a escala global. Pero nadie pone imagen a un rostro que recuerda todo en su memoria mortal. No tiene cara… solo un sendero de destrucción que se va expandiendo en todas direcciones. Los periódicos han dejado de ponerle nombres porque aburrido de ellos mataba aun más. Y su caso ha terminado por no pronunciarse para evitar nuevos conflictos.

Cada lunes llegan cartas de todo el mundo con nuevos cadáveres que añadir a un caso abierto que se va convirtiendo en la biblia de un asesino. Dejo la serie para introducirse plenamente en el cine… y ahora es considerado casi de masas. Aunque su errático deambular tiene desconcertado a todos los expertos. Se vigilan todos los aeropuertos pero él sigue tejiendo su araña. Los incautos objetivos siguen sin darse cuenta de que caminan por la cuerda floja hasta que caen sin vida a sus pies.

Némesis tiene la garganta irritada de tanto fuego. Las estrías han aparecido dentro de su cañón y los forenses tienen una historia cronológica de sus enfermedades conservadas entre plásticos en una habitación que va siendo ocupada con tomos y tomos de clasificadores, se archivan sin parar por si algún día consiguen capturarle, para poder así procesarle por una matanza antinatural que está alcanzando limites sin precedentes.

La vida continúa… al menos en lo que le acontece… No tiene pensado parar, pero necesita hacer una parada. Se ha visto superado por la situación y decide hacer una evaluación previa antes de que todo se ponga demasiado complicado. Las sirenas le siguen los pasos después del último fiambre que aún conserva los hilos de humo floreciendo de sus orificios. La calle esta helada y su aliento arde como una llama del infierno.

El calor de su cuerpo es como una bola que le rodea, está en Vancouver… pero aun así no tiene frio, se siente en casa y por un segundo piensa que debe de controlarse. El ansia por la cacería hierve dentro de su sangre, así que decide ser consecuente. Reúne todas sus ganas de asesinar y las concentra en una burbuja de ira y odio incontenible. El dolor rodea esa esfera perfecta de mal embutido. Acaricia el gatillo de Némesis que explota en un orgasmo sin lugar.

Los dos disfrutan viendo como el caos que le seguía se ve reducido a pedazos de cristal que tintinean contra el asfalto. Se promete no volver a caer en el frenesí de la muerte y con una pasada de su dedo borra toda su agenda de la siguiente semana. Va al puerto y busca entre los barcos uno que le seduzca. Su dueño muere sin dolor y se le precipita al mar arrojándolo por la proa. Sonríe mientras se ajusta la gorra decapitan que su anterior dueño no volverá a usar.

Enciende los motores y desparece entre la bruma antes de que la policía llegue al embarcadero. El silencio del mar le recuerda al sonido que sonaba en su cabeza antes de todo. Ahora la tormenta ha cesado… y el rugido de las olas ha dado paso a la tranquilidad de una balsa de agua que refleja la realidad en todas direcciones.

Mira su rostro y deshace su imagen tirando un salvavidas que chapotea para perderse en el mar lentamente, no tiene ninguna vida que salvar. Sólo necesita tiempo para curar sus heridas. Némesis descansa apaciguada junto a su pecho. El sonido del corazón del asesino ha vuelto a relajarse de todas las tensiones. Suena calmado y sosegado mientras el mar mece el casco de la embarcación. Los muertos de su pasado caen a plomo en el fondo del océano porque no saben nadar, ni siquiera se inmuta… disfruta de sus vacaciones rumbo a ninguna parte.

Aunque en el último momento escoge una nueva ruta de navegación. Selecciona un destino expoliado por los piratas… Nadie echara de menos a esos malditos bastardos que nadan en aguas internacionales sin que nada les enseñe el significado de justicia ligada a la ironía del cazador cazado.

Da un par de palmaditas a su viejo amigo y le susurra que descanse hasta que necesite su ayuda. Se introduce en un dulce letargo donde amansa sus fieras con el tacto suave del terciopelo. Va limpiando su conciencia con esmero sin dejarse rincón alguno que olvidar. Cuando termine el viaje los océanos serán más seguros si las olas así lo deciden. Iza las velas… y apaga el motor.

Su destino está en manos de la brisa que salobre va curando sus viejas cicatrices para no dejar rastro del hombre que fue y será. El presente está montado en un barco de un fantasma arrojado por la borda. El rumbo es una moneda suspendida en un campo magnético girando sin parar. Solo hay que esperar el momento en que todo esté listo para volver a empezar.

lunes, 10 de mayo de 2010

Armagedón.

Armagedon
Es un chico extraño… Se pasa la vida encasillando hábilmente a las personas en cajas con un comentario que los define perfectamente, pero cuando intenta mirarse en un espejo, comprende que nadie puede estar en una sola caja, y que si ese es el caso… Tiene un planteamiento erróneo. Porque su caja tendría cientos de compartimientos.

Sabe de clasificar y ordenar. Tiene un ojo clínico que desarrollo para su medicina personal. Podía haberlo empleado para hacer el mal, pero es tan buena persona que simplemente lo deja pasar. Eso no quiere decir que a veces se beneficie de su talento, sólo que lo hace en pocos momentos. Hubiese sido un buen actor… pero lamentándolo mucho, prefiere guardar su misma existencia… no necesita mucho y lo poco que tiene lo da… En cambio en lo referente a la fama y dar explicaciones.

Directamente… no va con sus zapatos.

A pesar de su optimismo reconcentrado y su talante alegre y sincero. A veces tiene días malos. En los que se levanta… se prepara lo básico para comenzar el con buen pie la jornada y se marcha… No se puede decir que hable mucho por el camino, porque es un apasionado de la música que canta dentro de su Ipod. Pero esas mañanas son distintas.

Sustancialmente diferentes. Porque su felicidad reside en otros parámetros. Una vez todos los puntos se han completado. Corre a buscar un sitio donde el espectáculo pueda observarse dignamente y decide parar. Se queda allí y contempla como sin su ayuda todo termina por estrellarse y hundirse. Es más… deja deliberadamente el grifo abierto para que todo vaya más acelerado y ver como su mundo queda anegado.

Quiere dejar que todo se vaya al garete mientras disfruta satisfecho de cómo destruye tan rápido algo que ha tardado tanto en hacerse. Los fallos existen, pero prefiere conservarlos en silencio. Así que se divierte como un mudo que ve colapsarse a un imperio con la suficiente educación de ni siquiera aplaudir.

No se regodea. Sino que deja de luchar. Se toma un descanso y aguarda a que el caos se presente en la sala. Le saluda y le dice que sabía que llegaría. Pues era inevitable, pero todo tiene una explicación. Sólo hay que buscarla.

Puedes hacer dos cosas… dar salvavidas a los integrantes o apuntar los nombres de los ahogados. Sonríe porque sabe que no se puede poner nada sobre papel mojado. No es que sea muy listo, es que la experiencia es una agradable compañía que te explica todo como si fuéramos niños pequeños, aguante y espera son un coctel de perseverancia.

Tira la moneda al aire que decide sembrar una tregua. La paz dura poco, comenta mientras da lustre y afila sus armas cuerpo a cuerpo. No tiene prisas, en su tele particular las noticias han muerto de un infarto. La información puede matar de muchas maneras. Así que decide meterla en una bolsa y dejar que se asfixie sola.

Cuando todo termina. Se levanta… sacude sus pantalones y comienza de nuevo su vida. No es tan mala persona como parece. Sólo que a veces… quiere descansar de todo y cuando siente que no tiene derecho sobre sus propios pies. Lo manda todo al garete y tira de nuevo los dados. Nunca hizo daño a nadie, porque ya se encargaba de hacérselo a sí mismo.

El mundo ya está suficientemente jodido para no necesitar su grano de arena. Sonríe y siente como el dolor desaparece bajo esa cálida sensación de que los días malos se quedan atrás. Tira del tapón del sumidero y deja marcharse en paz a esa balsa de agua que amenazaba todo. Por desgracia llega tarde y tiene que apresurarse. Le molesta enormemente dejar las cosas a medias. Pero hoy toca lasaña… y eso si se merece sus respetos.

martes, 4 de mayo de 2010

Cosas de la vida.

Alejandro es un chico con una montaña de problemas encima. Eso podría ser nefasto para cualquiera, pero lo bueno de él es que es feliz a su manera. Sonríe alegre y dice que todo el mundo los tiene, pero que los que él tiene son suyos y que al menos no tiene los de los demás.

Conoce gente que está mucho peor… y si sabe de algo es de problemas así que respira aliviado mientras repasa mentalmente la extensa lista de ellos. Si puede arregla alguno… sino se deja llevar. Él es músico, ha sido tantas cosas que un camaleón tendría menos registros en su currículo. Pero nunca dura demasiado. Gana lo que necesita y desaparece, siempre está ahí cuando le necesitas. Es como un comodín invisible de oportunidades inagotables.

La vida al contrario le va mal. No es cosa suya, sino que le acompaña desde el infancia. En su familia las cosas buenas pasaron de largo cuando tocaba el reparto. Pero al menos en su casa te puedes sentir a salvo. Una vez me dijo que el equilibraba el sistema para que lo malo no llegase a los demás. Por eso es tan buena persona. Antes disparaba con todas las drogas posibles montado en su corsilla sobre contundente electrónica. Aunque ya lo ha dejado.

Pero la suerte cae del otro lado siempre y recurrentemente pierde demasiado. Juega lo justo y lo hace con vehemencia de aquel que lo da todo sabiendo que posiblemente vaya a cagarla en algún momento, pero desconoce el cuándo y eso da alas a cualquiera. Con Ícaro lo hizo, porque no iba a pasarle lo mismo a él…

Tiene desgracias que caen como lluvia durante todo el día, respira aliviado por la noche dentro de su cama. Porque está bajo techo y porque a pesar de que digan lo contrario con la absurda teoría de las sabanas que no sirven para proteger, para él son como un paraguas que lo esquiva todo. Se desea algo de suerte para cuando despierte, si acaso lo hace.

Todo sería un cumulo de despropósitos de una proporción de magnitudes bíblicas si no fuera porque entre todo su barro de mala fortuna. Toca como los putos ángeles. El instrumento le da igual, porque sabe tocarlos todos… sin nunca lo ha probado aprende en el momento porque comprende su lenguaje… lo que le susurran sus notas en ese instante. Hace música como ese pastelero que hace rosquillas con los ojos cerrados.

Siente y toca. Sus días tristes son tan hermosos que Van Gogh se cosería la oreja con hilo de oro y los suicidas le pagarían un bocadillo antes de dar su último paso. Tiene una extraña sonrisa fina y larga debajo de su nariz afilada. Parece un hombre árbol de la especie Enterolobium contortisiliquum. Pero si que sabe crear algo de la nada con sus largos dedos.

Cuando empieza no piensa en acabar… interpreta sus sentimientos y en esos momentos nada puede causarle mal alguno… Vive dentro de la música camuflado por el aire. Allí dentro es como su propia cama. Ningún mal le molesta cuando hace el amor con su instrumento. Lo caricia mientras lo siente bajo sus dedos. Le dice en silencio que no le hará ningún daño y le pide permiso, sabe esperar porque es lo único que puede salvarle… después como un amante excelente el tiempo puede fundirse en segmentos para servir de pentagrama y no perder el hilo del concierto.

Se deja salir y lleva al público a la sensación parecido de la que él siente… vuela enredado en la melodía. Hasta el lugar preciso donde ese momento tiene posibilidad de existencia. Hace un maridaje soberbio de su música. No puedo olvidar esa serenata con un acordeón mellado que pesaba como un muerto. En su enclenque estatura… lo estiraba y comprimía en curvas… No sé de dónde sacaba las fuerzas pero el aire bailaba sus dedos por un panal de botones redondos con todas las notas posibles acumuladas en el mínimo espacio disponible.

Estaba feliz… y su sonido era alegre y corría por las calles de parís. Tocaba y reíamos. Yo bailaba endemoniado por el champagne y dábamos vueltas como subnormales por farolas que no existían. Si hubiésemos ido con Lady Di. Nada hubiese pasado, pero no podíamos salvar el mundo ese día. Cuando acabamos el espectáculo de circo nos tiramos al sofá a seguir fumando. Fue uno de las pocas veces que el teléfono no sonó. Los problemas nos habían dejado al margen porque no lograban encontrar nuestro paradero.

Un día increíble dentro de sus conciertos de amargura y pena. Con el siempre podía reírme, porque daba gusto encontrarse con alguien con tantas miserias manchando sus zapatos que todo mi pasado podía significar una bola de papel en el oscuro fondo de un cubo de basura.

Yo le hacía reír… Siempre tuvo la suerte de encontrarse a los demonios de las sonrisas. Volveremos a vernos cuando hallemos el momento adecuado. Es como una caja de sorpresas haciendo tic tac. Aparece cuando menos te lo esperas. Pero es alguien tan especial que puede aparcar el mundo para hacerle un hueco y que entre en la burbuja y así nada pueda pasarle.

lunes, 3 de mayo de 2010

Incompatibilidades del sistema.


Se ha convertido en una odisea el poder hablar contigo. Si antes ya era difícil hacerlo por tu horario de gata… ahora que te has convertido en adulta, es imposible. Y no es uno de esos de que si lo intentas igual lo consigues como era costumbre cuando éramos mas jóvenes… No, este es de los complicados porque se basa en sumar dos vidas y en ellas no hay ni rastro de ningún conjunto común, salvo algún día al azar en el cual el último pensamiento por supuesto, es quedarse en casa encerrado.

Por fin has conocido al amigo trabajo y su rigidez de entrada/salida… el resto es todo tuyo, pero ahora tienes que condensar todo lo que hacías a lo largo del día en esas horas que te quedan a modo de migajas de pan. Es como jugar al tetris con prisas de no malgastar ninguna vida y hacerlo bien a la primera. Pero Madrid es de las típicas ciudades que va comiéndose el tiempo a bocados. Al principio imperceptibles, pero cuando te quieres dar cuenta hay mucho demora de moverse de un punto a otro.

Así que la resignación ha venido a hacer acampada en el felpudo de casa. Se pasa las horas muertas allí tirada y cuando pasas por encima… Zas se pega como un jodido chicle hasta que vuelves a casa al final de todo. Por lo que el remedio ha sido acostumbrarme a tu ausencia prolongada. He terminado por comprar un bote de vaselina para que todo resbale si cabe todavía más. Al final dejaré de considerarme “humano” y acabare siendo ese bicho por el que tantas veces han referido a mi persona.

Por suerte aun no me han dicho Quita y lo demás que continua…!. Respiro aliviado mientras siga siendo tan inquieto. Pero echo de menos cruzarme contigo y dejarte un beso colgado de una oreja. Sigues teniendo después de tanto tiempo, esa magia tan especial que me hace sonreír y que parece no agotarse como las cosas buenas. Aunque te tenga alergia, también eres la síntesis destilada de la causa de mi existencia y como aliciente el equilibrio a tu presencia. Motivo por el cual sigo manteniendo vicios como el de respirar y lavarme las manos. Si!. Conservo muchos más… pero ahora mismo no voy a enumerarlos.

Prefiero seguir esperando como hasta hora. Tanto tiempo haciéndolo que en parte es la rutina del suicida de palo. Ese tipo que tacha los días con una cruz… y se promete que mañana morirá… Es divertido verle tan convencido por la noche y al llegar la mañana haberse olvidado por completo de sus prioridades. Cumple una extraña monotonía autodestructiva sin cuenta atrás. Disfruta de la vida porque antes de fallecer, todo parece mejor.

Lleva tanto tiempo posponiendo su futuro que vive aparcado en doble fila. Acude a todos los eventos porque mañana no podrá… gasta las suelas de los zapatos hasta que los dedos aparecen por abajo. Sencillamente nunca tiene tiempo para ir a comprar algo que a la presupone que a siguiente vez tirará a la basura… Tiene una vida cómoda y estructurada que caduca cada día bajo la punta gorda de un rotulador negro.
Marca los días vividos y aguarda a que el próximo alguien le salve. Yo creo que me pasa igual, incluso puede ser que calce sus zapatillas de andar por casa. El por el día y yo por la noche. De esta manera se evita que se enfríen demasiado y queden inútiles guardando polvo debajo de la cama.

Fumo y espero… te veo desaparecer poco a poco y desespero porque sin causa ni tarea pendiente, la vida sigue siendo una partida de ruleta rusa con el revólver de un estúpido que sólo quita una bala del tambor y que cede amablemente su puesto al de la derecha con una sonrisa complaciente. Ya que con esa cara… cualquiera no muestra cortesía. Creo que por esa simple causa no tiene muchos conocidos que sigan vivos. Un asesino sin cabeza y un suicida que aun la conserva. Es como un dúo cómico con buena banda sonora.

Estaré aquí colgado por si acaso te da por volver a mi vida de puntillas y sin hacer ruido, no te preocupes, no cobrare los besos que debes de intereses. Porque un idiota simplemente se consuela con tu presencia.

Pero nada dura eternamente y ya no me quedan dosis de tu veneno surcando el torrente sanguíneo. Ni rastro de las cicatrices de tus arañazos en la espalda ni recuerdo del sabor de tu último beso. Como todo el tiempo transcurre como el agua del mar que come y vomita trozos de arena en un baile constante que marea.

Algún día regresaras y yo me habré cansado… No digo arrepentido, ni mucho menos hastiado o siquiera vencido y derrotado… Ninguna de esas acepciones significan la realidad, que es todo está sumido dentro de un equilibrio dinámico entre el dar y recibir. Si uno no da… alguien se encarga de mostrarte la realidad. Y me niego a ser el final de tu carrera de fracasos estrepitosos.
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