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lunes, 25 de noviembre de 2013

jueves, 21 de noviembre de 2013

La nana del agua.



Todavía suenan las letras en mi cabeza como un murmullo continuo de agua, a pesar de que hace tiempo ya que ando emulando a un sordo para no escucharlas, pero ahí siguen haciéndose de notar mientras lo mojan todo a su paso, escurriéndose por las paredes hasta anegarlas por completo. Cada vez que vuelvo a casa por las noches, me encuentro el apartamento empapado y vivo desde entonces con el agua por los tobillos e intentando no hacer ruido al caminar para no delatar mi presencia.

Ando como las cigüeñas y las garzas, con cuidado y mimetizando para ver lo que anda alrededor de mis largas patas. Leo en silencio historias que nunca le plagiaría a la mismísima agua que riega mis raíces pero sin pudrirlas igual que los manglares. Bebo cuentos y por la noche la sed nunca invade mis sueños porque un pez no puede morir ahogado o al menos no en esta pagina ni en esta burbuja.

Hace frío pero no importa porque cambié a las hormigas por gambitas que corretean por todas las sombras que hay en el piso. Tienen tantos colores como palabras puedan usarse para describirlos y muchos más inclusive porque en su naturaleza andan cruzándose y expandiéndose sin limites ni fronteras. Desayuno tortitas de camarón con una buena limonada con miel en vez de azúcar. Por las noches el espectáculo es inclusive mejor. Brillan las estrellas en el cielo y se reflejan en el agua mezclándose con el centelleo fluorescente de algunos de mis crustáceos.

Por la noche la oscuridad parece Pandora con su vientre lleno de luminosas pecas. Me tiendo y observo como la vida dibuja posibilidades donde quiera que mire. Los minúsculos cangrejos funcionan al igual que el corta y pega con sus tenazas. Los más listos ya hacen haikus en la alfombra del salón. Luego chasquean sus pinzas y salen huyendo marcha atrás con la ayuda de su cola. Por la mañana recojo pepitas de oro cribando el lecho del río que se dirige hacia la escalera del edificio. Puede que algún día lluevan ranas en mi cuarto y den alegría a la locura de mi casa, rompiendo el silencio con sus divertidas charlas de un duelo de cotorras.

Los domingos por la tarde intento recoger mi casa un poco. Empujo el agua hacia la salida con la ayuda de una rasqueta para limpiar los cristales de los rascacielos. Desplazo y acompaño… tardo horas en dejar seco el suelo del piso… casi siempre término cansado pero contento. Me acuerdo y pienso en ovejas o corderos, les veo como se lo pasan bien pastando… yo las cuento y hasta les pongo nombres, pero ni con esas consigo quedarme dormido. Pasa la noche y no aparece el sueño por ninguna parte pero las bestias siguen paciendo y bebiendo… espera, yo no les puse nada.

Miro el suelo de la alcoba y vuelve a estar encharcado. Debe de haber luna llena y encima marea… escucho a las criaturas escarbar bajo la puerta hasta oradar el paso. Entran los crustáceos y devoran al resto de animales que no es de su especie hasta capturar de nuevo todo el territorio. Es terrorífico ver como las ovejas son esquiladas por sus diminutas pinzas. Las más temerarias huyen por puertas y ventanas.

Los lunes por la mañana, suelo desayunar, comer y cenar cordero. Hay veces que no lo hago y después apesta la casa. Así que como buen pirata disfruto de los regalos que me trae el agua, la única norma es no dejar el barco hasta que este se hunda finalmente, igual que un contrato sin papel de por medio que podría mojarse. Vives para tener otra aventura al día siguiente hasta que la oscuridad regrese a castigar los pecados de una vida de pillería. La última vez me libré porque a la muerte no le va andar sobre suelo mojada y menos si hay barro. A mí aún siendo de fuego, el agua siempre me relajo y su murmullo es como el ronroneo de un gato que va deletreando suave el mensaje escondido tras el desvelo de las goteras del techo.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

El sorteo de la Once.



He visto más de diez ciudades, mil planetas y millones de estrellas, tantas como nubes puedan pintarse en el firmamento y vivido en innumerables historias donde cambiaba de cuerpo y de cara continuamente para al final nunca saber quien era yo, ni tampoco el que estaba a mi lado.

Casi todo lo bueno de la vida puede contenerse dentro de una biblioteca, el resto son los complementos que encuentras fuera y que de alguna forma determinan la clase de persona que se es. Puedes tener un fabuloso trabajo y un coche último modelo, vestir a la moda e ir a los sitios más prestigiosos, para después al volver a su formidable casa sentirse tan vacío como una caja de zapatos abandonada en el trastero.

O por el contrario, puedes tener un mísero empleo con el que subsistes hasta final de mes como un intrépido aventurero que escribe una hazaña por cada día que pasa esquivando a la desgracia y estirando hasta el limite la ración de supervivencia que habías guardado hasta la última semana… pero a su vez podría ser un iluminado del budismo capaz de encontrar el zen con solo sentarse en el raído sofá de casa y dejar que el tiempo pase sin hacer mella.

Incluso morir de cien maneras y por infinitos motivos desde ser el peor marido de la historia al mejor monarca de un reino. En las palabras puedes encontrar el sentido a muchas cosas y a su vez perderte en ellas hasta no volver a hallarte jamás. Dicen que un hombre se perdió en una guerra y se encontró en su paz y que otro será inmortal hasta que la tinta que corre en sus venas se seque hasta volverse polvo. Quizás sobreviva a todos los desastres que ya están en camino y esquive a la muerte aún siendo tuerto, o ciego, o loco. Puede que llegue a leyenda y siga leyendo hasta que me quede mudo o sordo, pero mientras haya una chispa en el mundo que no apague la sed de las letras.

Os recomiendo no acercaros a ellas. Son adictivas, contagiosas y muy peligrosas, pueden armarla en cualquier momento y quitarle el sentido a las cosas hasta confundirlos en nuestro propio cerebro, son como el germen de la idea que la corrompe desde dentro. Van y vienen como los electrones y te atraviesan, te rozan o te miman depende del día, la hora y el lugar. Es como la quiniela en diferido, juegas tú y jugamos todos.

martes, 12 de noviembre de 2013

Si el mundo se va a la mierda…





A mi me importa un pimiento montado sobre un cojón y medio de indiferencia. Antes dirigía gente hacia mejor o peor puerto… ahora estoy en el paro pero sin importarme demasiado. Nunca suelo estar mucho tiempo sin hacer nada. Hay dos debilidades en mi vida que no puedo tolerar, la ausencia de libertad y el aburrimiento densificado hasta volverse puro tedio.

Todos lloran porque les bajan el sueldo, se indignan y hacen huelga porque estiman que por sus ocho fabulosas horas deberían cobrar más. Policías, bomberos, médicos y ahora hasta los basureros. El día que los políticos se incluyan a la moda prometo quemar el mundo y bailar sobre sus cenizas porque sino hay piedad para mi, no la habrá para los demás.

Medio mundo anda quejándose por el asunto del empleo, pero las listas del inem están atestadas de españoles que hablan más de lo que hacen y en estos momentos hay incluso una gran masa de extranjeros que cada vez más autóctonos se suman a la protesta. Otros aceptan salarios muy por debajo de su valor real mientras corruptos como el resto del país estafan al paro mientras cobran un salario en el color más famoso de aquí… el negro que más bien debería sustituir al rojo y amarillo de la patria.

España, nación de estafadores y piratas de esos de la calavera y las tibias cruzadas, ya ni siquiera navegan por el mar sino en las nubes pero siguen siendo una autentica lacra. No me siento de este país donde la única justicia que queda además de la de Quijote y Sancho Panza es la que sale en los telediarios y rara vez es imparcial como debería ser. Así que aún siendo manchego reniego de mi estado, porque sencillamente a ningún egipcio se le hubiese ocurrido jamás construir una pirámide invertida, pero aquí más de una y de dos he llegado a contemplar.

Puedo quejarme más de lo que aporto aparte del bidón de gasolina, el paquete de cerillas y la mejor sonrisa extraída de las profundidades del averno. Pero hasta yo se que aún en el mas crudo infierno se bailar sin perder la compostura. Ojalá supiera yo fingir que no veo la realidad… pero hasta los países industrializados con su polución adherida hasta la medula fabrican tifones y desastres naturales apodados con nombres de mujer.

¿Desea un cataclismo?

Elabórelo a la carta y gusto con todas las características que usted desee. Es el eslogan que muchas grandes empresas empezarán a vender siendo del sumo agrado de los señores de la guerra y otros poderes inmersos en las sombras.

Por eso quemar el mundo pierde relevancia en gravedad, frente a la gran cantidad de beneficios que con mi trío de ventajas obtendría.

Devolver a la tierra lo que le pertenece… que digamos que es la más noble.
Dar iluminación gratuita a todas aquellas personas con asuntos turbios en las sobras.
Y ofrecer tanto calefacción como servicio barbacoa a todo aquel que precise alguna de ambas cosas.

Si me ves por la calle con un bidón de gasolina, sonríe por la ironía que tiene ver a un candidato a las oposiciones de bombero quemando el mundo al estilo Nerón pero sin arpa tiene su encanto. En cambio si me ves sonriendo con las manos vacías… directamente corre en dirección contraria porque eso significará que he dejado de preocuparme por las consecuencias y por entonces ya habré iniciado el incendio que devastará el mundo.

Hay gente que piensa que nunca llegaría a nada, muchos de ellos en esta época están incluso peor que yo… otros apostaban por mi la típica calderilla que llevasen en los bolsillos tras un día de compras. Si logro conseguir mi sueño, seré como el meteorito que extinguió a los dinosaurios… Al menos el lo hizo sin la mayor intención, a mi por el contrario cada día tengo más ganas. Mañana lo haré sin falta… después de un día trabajando de extra no pienso hacer nada de nada en las próximas horas. No por vago, sino porque como empiece no acabo y paso como decía al principio de ser el culpable de que el mundo se vaya a la mierda.

No me arrepiento de ser yo, sólo que a veces me molestan demasiados en el mismo vagón del convoy donde viajo. Inocente de todo delito que no haya cometido… por si acaso cada jornada me levanto mirando al cielo mientras aguardo a ver si tengo suerte y cae una estrella y  de paso me facilita esa tarea de limpieza de todo lo que no sea necesario.

viernes, 1 de noviembre de 2013

El día de los muertos.



Cuando llegué de madrugada J.C. y C.B. seguían despiertos dándole a la maldita botella, cada primero de noviembre era igual, volvían y arrasaban el mueble bar dejando sólo lo que no les gustaba, ni a ellos ni tampoco a mí. Empezando por supuesto por los whiskies que ya cumplían holgadamente la mayoría de edad y continuando en descendente hasta los más nuevos.

-         C.B: - ¿Encontraste lo que querías?
-         - No, ni un atisbo… ¡que va! no fue más que otro mal sueño.
-         C.B: - Ves… deberías haberte quedado a celebrar con nosotros la fiesta de los difuntos.
-         - Ya, puede que tengas razón, pero sin ofender a nadie, esto parecía un poco muerto.
-         J.C: - Te lo dije Charles, tenía razón sobre aquello de que algo no olía bien.
-         C.B; -Jajaja, No me jodas Jacques… quizás sea por esa absurda afición tuya de recolectar todos los peces que a este se le han muerto y llevarlos contigo como si fuera un apestoso tesoro digno de lo nauseabundo.
-         J.C: - Tampoco les faltes al respeto hombre. Que pueden escucharte y tienen sentimientos.
-         C.B; - Si… el de unas sardinas en lata.
-         - Vale chicos, calmaos ya que ya tendréis el resto del año para vuestras absurdas discusiones a cuenta de nada.

Risa general, mientras suenan cristales en demasiados tonos para no llamarse melodía.

-         C.B: - Pásame otro hielo anda.
-         J.C: - Jodete y bébetelo a palo seco que andamos cortos y de los tres el vivo es el que debería tomarse la copas en condiciones.
-         - Gracias por el detalle…
-         J.C: - Ya bastante tienes… y bueno ¿que pasó?
-         - Que como siempre no había más rastro de ella que del humo que yo mismo fabricaba esperando.
-         J.C: - Nunca tuviste demasiada suerte al menos en eso.
-         C.B: ¡Qué va! Si el chaval en el fondo es un afortunado, míranos… el mejor trío de calaveras que se ha reunido bajo el techo de este salón. Si alguien más pudiera vernos seguro que querrían apuntarse a la fiesta.
-         - Jajaja, no jorobes que luego soy yo al que le toca limpiar mañana.
-         C.B: - Mira que eres desagradecido… Tienes a un par de estrellas junto a ti en el sofá y te vas por ahí a buscar una que no todavía no se ha ganado bien su fama.
-         - Al menos ella es de carne y hueso.
-         J.C: - Ese que tienes al lado, tenía mucho más que eso.
-         C.B: - Si una buena barriga y muchas mentiras contadas sobre mi persona. Me convertí en la imagen de la reluciente decadencia, así que bebía para disimular esa enorme cantidad de falsos prejuicios que me colgaban.
-         J.C: - Jejeje, incluso a veces hasta escribía algo.
-         C.B: - No como tu maldito bastardo, que te dedicabas a la vida contemplativa sumergido a tres metros de la realidad.
-         J.C: - Cada uno tiene lo suyo ¿no crees?, quizás me gustaban mucho las burbujas…
-         - Si como a mí a Serrat en su mediterráneo.
-         C.B: - Pues yo soy más de pelotazos.

Se desparrama sobre el asiento abriendo en su bata para dejar al aire lo poco que le quedaba por descubrir y también pudrir.

-         C.B: - La guardo en formol para que no se joda ella sola.
-         J.C:-  Lo hace ahí, porque sabe que es el único alcohol que no va a beberse jajaja.
-         - Menudo dúo que sois. De aquí a los debates de la tele.
-         C.B: - Yo suelo ir a menudo. Cuando veas a alguno que de pronto le da un siroco y la arma, si te fijas bien posiblemente le este yo detrás dando por culo... no ya sólo por molestar, simplemente porque me gusta joder la marrana.
-         - Pues a B.E.(tipical spanish) la debes de poner fina.

Risa de fondo debajo de la sonrisa.

-         C.B: - No veas, le dan hasta ataques de epilepsia.
-         - Como desvariáis… una ronda más y me voy a la cama a ver si encuentro algún sueño a medio digerir.
-         C.B: - Tranquilo viejo, nosotros nos tomamos la penúltima a tu salud.
-         - Que casualidad que siempre vayáis por esa.
-         J.C. - Si…es raro ¿verdad?
-         C.B: - Ni te cuento, pero tampoco te lo tomes a mal. Una vez al año no hace daño, porque el resto del tiempo nos lo pasamos en la estantería viendo la bebida a lo lejos.
-         - Creo que es suficiente.
-         C.B: - Nunca lo es… no vengas a sermonearnos si eres como nosotros. Siempre buscando a que caiga una estrella, cuando sabes a ciencia cierta, que si eso sucede, otra nueva aparece para remplazar a la anterior.
-         - Desvarías.
-         J.C: -No se que decirte, ninguno de nosotros hablamos con muertos.
-         - Ya… menuda cabeza la mía, no se lo que me digo.
-         C.B: - Ni te cuento…
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