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lunes, 29 de junio de 2015

El seis siempre quiso ser un siete, pero se quedo a uno de conseguirlo.



Como otro año cualquiera junio cierra sin grandes lujos ni artificios. El fuego vuelve a asolar las calles tanto de día como de noche, y ya no hay calma para las bestias que viven en el interior. Se rozan constantemente con las paredes y sus pellejos de metal, andan causando estragos por las entrañas.

En este mes, los idiotas florecen… y lo hacen por todas las esquinas, gente que no merece su vida levanta la cabeza quizás más de lo que debieran… arriesgándose a que alguien menos dado a la piedad se la cercene de una pasada. Algunos tienen poco respeto por el trabajo de otros… otros no tienen nada, y son esos mismos seres por llamarlos de una forma más o menos benévola quienes andan colmando el vaso de agua.

Algún día me olvido de la contención y le arranco a alguien su puta cabeza. Respirar no vale de nada cuando después de crear algo durante un tiempo, viene otro y lo jode en un segundo, te mira con cara de estúpido y te dice, si no ha pasado nada…

Es para saltar por la ventana cogerle del cuello y acto seguido incrustarle su mierda de cráneo contra los baldosines blancos de la cocina.

Y no lo haces… y no es porque sea un asesinato, ni que este penado con la cárcel, tampoco por la indemnización de la familia restante, ni por lo que dirán de ti al día siguiente.

No lo haces, por la sencilla razón que después de estar un día entero currando como un desalmado… evitas tener que limpiar toda esa mierda que le salga al tipo de la cabeza.

Me queda un día para tachar esta basura de mes y comenzar con el siete de mi alegría… espero que bajen algo las temperaturas aunque ciertamente dudo que vaya a ocurrir, no lo digo por que afecte… tras una adolescencia en el infierno, el calor excesivo no es algo que me atormente, pero… como me siga hirviendo la sangre, cualquier día de estos me convierten en un arma blanca.

Por supuesto mis cuchillos seguirán esperando en la tabla, ninguno de ellos se merecen mancharse con la sangre de todos esos inútiles que sin saber su posición en la vida, siguen tratando de levantar la cabeza por encima del muro sin saber que al otro lado, lo que les espera es lo peor que nunca vivió en sus pesadillas.

miércoles, 10 de junio de 2015

Desde Madrid a Nueva York.

Después de la estrepitosa tormenta
llego el silencio fresco como menta
los rayos se perdieron a la izquierda
siguiendo el rastro que deja la sombra.

Las brujas abandonaron el cielo,
las zorras fueron hacia su guarida
y el que no era tonto busco cobijo
incluso en cualquier comisaría.

No importa el lugar, sólo el momento
cuando se escuchan a todos los dioses
lanzar desde lo alto del negro techo
sus desaires y muchas maldiciones.

Mientras dibujan cuadros eléctricos
en el vacío y vasto lienzo nocturno
brotando alegría en niños y adultos
y a otros tantos algo de miedo ilógico.

Bailan demonios en baños romanos
abiertos en las calles sin público
nadan las ninfas y también sirenas
por lenguas de asfalto espejo del cielo.

Desde esta trinchera de Dios perdida
al otro lado del gran océano
llueven hostias más que una estrella
pero nadie se olvida de la manada.

Que éramos y somos desde entonces
no hay vueltas de campana a veinte pies
ni humo suficiente para insomnes
que pongan fin a los cuatro jinetes.

Ahora y en la hora de nuestra muerte
pues mientras uno siga estando de pie
siempre quedará un resquicio de suerte
porque no hay historia escrita sin sangre.

viernes, 5 de junio de 2015

Desempolvando el alma.

Sublimaba las noches con su tacto de radiante, quemando las más terribles pesadillas y torturando los malos recuerdos con agujas hipodérmicas. Su talento eran las palabras, las impregnaba de su esencia y las prendía fuego hasta hacerlas correr. Creaba incendios de la nada, fulgurosos y ardientes, como huracanes ígneos. Su paso dejaba desastres incuantificables y tantos experiencias que no se podrían borrar ni con una lija de diamantes.

Pero a su vez daba nueva vida donde dejaba rescoldos de cenizas… barría las cicatrices cauterizándolas con precisión milimétrica, limaba toda imperfección fundiéndola de nuevo hasta darles un nuevo cometido. Era una belleza con brazos de árbol, cada rama buscaba su sitio y se aferraba como una raíz que consumía los restos de veneno sin importar la profundidad donde estuvieran ni lo delicado del lugar, purgándolos… curándolos y pasando al siguiente.

Apuntalaba las estructuras que estuvieran dañadas y las modificaba desde dentro, sembraba semillas y las germinaba con su candor, vestía de luces las sombras y daba consuelo a los pobres desesperados con sonrisas inocentes reconfortando con su sola presencia. Forjaba hombres allí donde había niños, porque era sol y a la vez luna…pero nunca conoció pecado ni egoísmo.

Pura como una primavera de esas llenas de flores y trinares de mil pájaros engarzados, las mañanas en su presencia olían a dulce y bollería de panadería y a alregría de niños en el colegio. El calor la hacia invisible, imperfectible escondida donde nadie osaría buscarla. En su paz no presentaba batalla pero saben hasta los demonios que tampoco rechazaría una guerra.

Así era ella la dama de fuego, con melena leonina y silueta  deslumbrante, de alguna forma el infierno había adquirido propiedades en la tierra, porque con la crisis los precios estaban tirados por el suelo y a río revuelto ganancia para los pescadores. Pero a nadie le importan los peces… a los animales lo que mas miedo les dan son los cazadores y de esos también habían empezado a reunirse demasiados.

La sangre se podía oler en el ambiente. Se avecinaba tormenta pero mientras la dama este cerca, ni tempestad ni ruina… ni siquiera hacienda podría causar algo que ella no pudiera remediar con tiempo y paciencia.

A veces caen ángeles a diario… pierden sus alas y se estrellan,  su esencia sigue siendo la misma pero se vuelven seres rotos e fragmentados, la humanidad les corrompe con sus dudas y miedos, y los demonios les dan caza sin huida ni defensa. Susurran letanías, les vuelven adictos a sus palabras… modulan sus voces para que caigan en la tentación, les seducen hasta que les llega su perdición.

El destino por su parte equilibra la balanza, otorga sus regalos como frutos de ambrosía, si te toca uno sonríe y ábrelo, quizás sólo sea un pedazo de paz… o puedeque una sonrisa, los manda sin remitente ni recargo. Son como deseos con papeles pintados envolviéndolos, delicados como caramelos y dulces, picantes o ácidos.

Nadie conoce el futuro pero todos venimos de un pasado. Vuelven las estrellas a brillar en el cielo mientras la luna llena nos da a todos el beso de buenas noches con su promesa de dulces sueños, porque la justicia llega tarde o temprano, pero ella sólo sabe de agua y mareas, lo demás lo deja a la tierra y sus múltiples bestias. El igual que los unicornios, existen hadas y trasgos. Brujas y diablillos… existe ella y sus palabras de fuego, incluso siempre hay espacio para un lector apasionado porque hasta el final solo existe la trama y su aventura.

lunes, 1 de junio de 2015

La oscuridad blanca.



Todo comenzó como otra vulgar noche cualquiera, salvo que el cielo esta vez no era negro… sino que estaba cubierto por una deliciosa y satinada sabana de nubes. La luna se escondía debajo de ella, dejando su silueta vislumbrarse entre los poros. Su candor oculto era como el rescoldo de un ascua de fósforo, blanco y luminoso.

Ella volvió a morderme como hacia tantos años atrás suavemente pero sujetando, protegida entre las estrellas allí continuaba su eterna cacería de los animales del horóscopo que ella misma concebía. La madre de todos, la única amante de los lunáticos perdidos.

El castigo seguía siendo el de siempre. Condenado a no dormir, a ser el testigo anónimo de la madrugada que recordara lo ocurrido cuando nadie más lo intentaría, dueño de ese perro llamado insomnio que hostiga por las noches para espantar al descanso… Ese equino errante que alguien confundió por un unicornio o un Pegaso.

No, sólo era otro caballo, y la noche una de tantas desde que inicio su marcha sin alivio, ni sueños pero tampoco pesadillas. Uno que escapo de la cuadra mientras contaban ovejitas saltando la valla de madera.

Lo que funciona de pequeño, a veces no sirve de mayor y cuando llevaba los corderos suficientes para elaborar un fondo que una vez reducido inundara el mundo con su sabroso engrudo, decidió pues abrir la puerta desde dentro para dejar escapar el ganado.

Entonces ya todos estaban durmiendo, y la ciudad no era alboroto y bullicio, sino silencio y sombras moviéndose entre el viento susurrante de la madrugada. Pocos son los que cabalgan de noche usando sus propias pezuñas, montan en sus coches… en los de otros para alcanzar su casa, casi de forma automática buscan la protección, esconderse de la oscuridad dentro de una confortable cama, abandonando a los dioses a su destino en el firmamento.

Ya nadie mira el cielo salvo cuando los desahucian.

Y cada noche fue distinta desde aquel día, porque la soledad retomó su horario diurno y dejo al silencio nocturno volver a contar historias y cuentos con el tic tac de las teclas de un ordenador hastiado de escribir. Regresó la voz del narrador a susurrar sus palabras al oído de quien seguía despierto a tales horas y a aquel que conociese el secreto para no estar cansado.

El único amante de la luna, es el que ya no intenta alcanzarla para tocarla con sus infieles dedos, sino el que la respeta y la mima… el que le besa cuando crece en el cielo jovial como una adolescente o también cuando languidece antes de ocultarse.

No se necesitan mentiras cuando se mira desde la cima del mundo.

Y sin darme cuenta acabe de nuevo en la fina arena de sus pensamientos. Enterrado por todos los sueños evitando a su vez el engorro de no recordarlo a la mañana siguiente. Acompañado por todos los que una vez estuvieron solos y de esos que nunca tuvieron un amigo que no desapareciera.

Porque aunque a veces algo no este a la vista, no significa que no exista o que no este presente. La luna ya sea nueva o vieja… llena o vacía… alegre o triste siempre me recuerda que cada noche se crea una historia paralela cosida al sueño de alguien.

Peter Pan sigue existiendo mientras alguien le piense o no le olvide. Al igual que a todos los niños que quizás jamás llegaran a adultos o los que sueñan despiertos mil veces mejor que cuando están dormidos.

Mil y una noches no son más que tres años de una vida volando entre fantasías. Un breve suspiro o toda una aventura dispuesta a contarse. Yo landa o aulagar de tomillos, romeros y lavandas que entierran sus raíces en busca de la humedad. Que comen del sol y también de la luna mientras viven y sobreviven al fuego… y también a las cenizas rebrotando como cada primavera año, tras año. Eternos como una palabra hasta que se pierde en el tiempo.
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