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martes, 27 de marzo de 2018

Music hall.

Cada noche tocan los grandes desde su tumba, conciertos donde por un segundo vuelven a la vida, aunque los espectadores estén cada uno diseminados por el mundo. Lo que abunda ahora, esta carente de vida, la fama y el dinero prostituye el arte. Ya no existe el sentido por lo que se realiza, no hay amor, sólo un sentimiento a medias que satisface sin llegar a importar.

Cantantes sin cabeza, afinan sus voces para cantar el repertorio de otra persona que no lleva su cuerpo ni su cara. Es una pena que importe más tener una voz bonita que un corazón dentro del pecho. Ya no hay compositores, sólo interpretes de algo que han escrito para ellos, cuando el verdadero sentido era crear un hijo y darle libertad. Dejar que mil voces cantasen su nombre en diferido.

Pero ya no quedan instrumentos acariciados por manos sublimes que te tocaban el alma... sólo músicos que alternan su oficio con otros que no tienen nada que ver. Un mundo mucho más técnico pero menos preciso, piezas reemplazables, como las cuerdas de una guitarra, los aires se pierden, ya no hay pulmones en un universo polucionado, no hay metales ni buena percusión. Los niños juegan con sus ipad en vez de jugar con sus manos.

Modernidad haciendo inútiles a sus infantes, muchos más estudios, más obligaciones, carcasas brillantes y almas vacías. Mayor seguridad en la calle, enorme inseguridad en las personalidades, las redes sociales idiotizando mentes verdes mientras otras personas venden sus datos para enriquecerse. Toda una triste realidad, mientras en mis noches siguen sonando los grandes. Sigo sin tener paciencia, nula la opción de morderme la lengua y bajar la cabeza. Un león peleando hasta con su reflejo hasta que la muerte llegue. Pero no queda al menos un gramo de conformismo.

La lucha será terrible, la sangre volverá a marchar mis manos, el sudor brotar en perlas de mi frente, volverá la rabia y seguro que la cólera le seguirá escondida para avalanzarse sobre la primera víctima que tome por presa suya. Yo seguiré sin conciliar el sueño de los justos, pero al menos la banda sonora es magnifica. La soledad es una efímera compañía en las noches de insomnio. Cuando las lágrimas lleguen mi felicidad estará colmada hasta que el tiempo pase y me retorne la misma letanía. Pero durante unos años, el blues sonará de nuevo y tendré alguien con quien bailar bajo la luz de la luna y sus estrellas.

lunes, 19 de marzo de 2018

Algun día llegará la calma.

Pero todavía no ha venido ese momento, se acabó la tregua, el respirar antes de dejar que la bestia rompa los barrotes y salga a saludar a todos esos putos enanos que juegan con su suerte a diario. La paciencia llega a agotarse y últimamente estaba en rojo. Ahora tocará limpiar lo que quede después de la tormenta.

Lo siento mucho... ya me he cansado de aguantar monigotes hablando en tagalo en mi propia tierra. Que se marchen a la suya mientras les quede sangre en las venas, a partir de mañana el que ría llorará y viceversa.

jueves, 1 de marzo de 2018

El elegido

El elegido no es el más alto, ni el más guapo, para nada es el que posea un talento increíble encerrado en sus entrañas... tampoco aquel demonio que no pierde la sonrisa si jugando al poker en mitad del infierno. Siempre te puede señalar alguien con el dedo, pero la duda existe y no es seguro que sea importante, ni que ese índice antes no haya visitado una nariz o lugares más oscuros.

La bolsa no sube porque le reces a ningún Dios de retablo amable cargado de oro, tampoco por acuchillar pesadillas por una calle abandonada. Las cosas suceden a su debido tiempo, al menos eso dice el recién fallecido mientras escoge su destino según sus gustos personales. Todos los ángeles tocan la lira y visten de algodón, pero sin sexo entre sus piernas, vale más un buen rabo de diablo que armonía y estilo. Los que se van al limbo supongo que son ingleses contrariados por su pasado entre la niebla, como los gorilas de espalda plateada que se mueren de soledad en cualquier selva frondosa de un país lejano.

Yo siempre he sido el mejor en todo lo que me proponía, no se si por el afán de competición o por mi recurréncia al conflicto, tanto interno como externo, tanto que acabe formando parte de la ONU desde que empecé a gatear. Cosas de caballo dice la amazonas, ella no sabe siquiera que aún planeo bajarla de un salto cuando se me antoje ir en dirección contraria de sus designios. Soy el mejor en algo demasiado simple como para explicarlo. No hay quien me gane en perder, pero tampoco en levantarme a continuación con la mejor sonrisa, que nadie pueda escarbar entre el barro de la trinchera.

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