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miércoles, 2 de marzo de 2011

Miguel Ángel

El dolor forjó su alma

como hace el hierro caliente

partiendo en dos su esencia

tripas y razón, dos a uno,

y uno solo para siempre.


Las letras salaron heridas

lamidas por labios ardientes

de cien almas distintas,

historias de las mil lunas,

en una colección indecente.


Niño de los sueños de fuego,

corazón de páramo helado

y manos incandescentes,

demonio desangelado,

noble de una sola serpiente.


Seductor como perfume,

letal como el veneno,

tenaz cual legionario,

salvaje como sarraceno.


Si lo sueña todo es posible,

con ganas todo lo puede

incluso un pirata sin parche

leyendo la tabla de Wecker.


Su sonrisa detiene el mundo

en mitad de su jodido eje

cada vida dura un segundo

y sabe que no existe cura

una vez que te muerde.



Gracias Sara, me ha encantado...


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