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jueves, 29 de abril de 2010

3.14


Es una combinación ganadora que exclusivamente pueden utilizar los que siguen despiertos por la madrugada. Una hora especial que encontrar detrás de una simple cifra. El significado de demasiado, reducido a 3 cifras que podrían convertirse en una sucesión interminable.

Me alegro de verla escrita en el reloj en dígitos verdes porque en ese momento comienza el mundo de los lunáticos que dura exactamente una hora, pero que podría equivaler a una vida entera en cada toma. Comienza el baile de los disfraces y las vocaciones perdidas.

Ser pirómano y quemar el mundo entero con las yemas de los dedos y el recuerdo candoroso de tu ardiente pasión… o un simple pirata que surque los mares capturando bajo su bandera todo lo que se balancee con el vaivén de las olas y la brisa marina. Por supuesto un pizzero que tenga el techo lleno de restos de masas madre cuando lleno de entusiasmo falle con lo de la fuerza.

Conducir una baraja extensa de vehículos vestido de cada tipo de piloto cuyo uniforme pueda calcar sobre mi piel con un estuche de rotuladores. Disparar contra todos los enemigos que quieran atentar contra la intimidad que nos deja la avanzada noche en nuestra cama con un nombre de pistolero que tenga la una metáfora de una bala incrustada.

Cabalgar sobre los dientes mellados de un piano de marfil que arroje la melodía que son tus caderas de terciopelo contoneándose por los más dulces atardeceres, pintar tu figura de las mil formas diferentes que tengan mis ojos de contemplar cada día la belleza reflejada en ti y no olvidarme de picar a mano enormes trozos de mármol que esculpir posteriormente para no olvidarme de las curvas que me hacen perder la cabeza.

Ser el pirado de los sueños más demenciales que a ningún loco pudiera imaginar sobre la marcha. Cambiar mi piel por la de un Pigmeo y encoger por un rato para saber cómo funcionan los pies pequeños de otro. Para a continuación ser el Pívot de todos los deportes que se me ocurra practicar incluyendo la deliciosa sensación de bajar en piragua los rápidos que forma el contorno de tu silueta bajo el agua caliente de la ducha y acabar en el fondo de una piscina cristalina.

Pido solo que si al menos no consigo ninguna de las otras vidas… pisar la mitad de las huellas de tus pies ya que significara que estamos en el mismo sentido. Porque algún día me cruzaré con Pitágoras que me contara las reglas del destino, para que de una vez tenga piedad de mi mismo, me quite mis inseguridades, acepte ser un pitagórico y consiga pirarme contigo a la luna.

Porque sencillamente pienso que en esa hora hemos estado más veces juntos que separados. Es la sencilla razón de que lleve años aprendiendo pirotecnia, con lo que cuando me digas que si… estallar en una esfera de mil colores con un atronador rugido que haga vibrar a los corazones que lo escuchen.

Estoy cansado de ser pionero de cien mundos y que tu manzana sea la única que no tengo valor de pisar, tampoco decir ni pio. Prefiero ser un piquete de la causa de quererte por mucho que te empeñes en querer llevarme la contraria. Porque todos mis piropos llevan tu nombre adornando las imágenes de las cosas más bonitas de la tierra.

No quiero ser pitonisa de ningún templo que no esté consagrado a tu persona y esa forma pizpireta de vivir cada día como si fuera el último. Sino estas no tienen razón nada de lo que escriba en la pizarra con tizas de colores. Porque tu ausencia se traduce en el vacío absoluto carcomido por pirañas.

Me niego a ser un esqueleto con patas pisoteado por la ironía de todas aquellas cosas que te hacían sonreír mientras cambiábamos la misma piruleta de tu boca a la mía y viceversa. Quiero ser el más pillo entre tus deseos porque el tiempo me ha dicho que llevamos una vida conociéndonos demasiado y tarde o temprano la picaresca volverá a ponerte delante de mí sin ninguna armadura.

Cancion apropiada...
http://www.youtube.com/watch?v=3fswV5ZRsIs

miércoles, 28 de abril de 2010

Insert Coin.


No sabe que le deparara el destino… No tiene siquiera intención de averiguarlo, porque lo que más le gusta en el mundo son las sorpresas. Por esa simple razón su vida es una historia de aventuras… Para cualquier persona normal y en lo que pudiéramos definir como dentro de sus cabales… podrían llamarlo vida, pero aun así desde su ángulo de visión todo puede estar sujeto a cambios que hagan de algo rutinario una nueva experiencia.

Abre la palma de su mano, suspirando en parte decepcionado por no conseguir que apareciese una moneda que antes no estaba. Aunque no importa mucho porque en esos momentos una tostada sale disparada por los aires. Entonces es cuando ríe a carcajadas por olvidar que cambió el tiempo ayer por la noche. Mirando la rebanada aun tierna la vuelve a introducirla y así sigue vistiendo su mañana.

Bebe el café despacio mientras lo alterna con un poco de humo. Traga y da caladas, casi siempre los termina a la vez, le gusta mezclas las cosas hasta conseguir la ecuanimidad. El despertador interrumpe como siempre poniendo una canción al azar. Le gusta la escogida y sonríe mientras termina de recoger todo lo necesario que anda disperso por toda la habitación. Recoge los objetos en orden de uso… algunas veces se deja cosas… Pero no le importa porque se entretiene con utilizar lo que está a su alcance. De alguna extraña manera alguien le colocó un cuello encima de los hombros para que no perdiese del todo la cabeza y hasta el día de hoy. Asume que sigue funcionando, lo que no esté… simplemente es que no debía de estar.

Se pone la música y se lanza a la calle. Prefiere caminar que ir en metro… Los espacios cerrados cohíben mucho los detalles a percibir. Una muestra se contamina cuando no quedan muchas más posibilidades que esperar.

Adora la calle, porque en una extensión tan amplia… en cualquier momento puede ocurrir algo sorpréndete, por lo que gasta el tiempo de desplazamiento en observar lo que ocurre en el mundo en la justa fecha del periódico que ha leído de pasada en el kiosco de la esquina. Colecciona sonrisas de todos los niños con un cazamariposas de caramelo. Come gominolas y esquiva gente sin llegarlos a tocar. Se desliza por las aceras a pesar de no llevar patines. A veces dice que es la música quien le transporta… que él sólo se deja llevar.

Las trompetas le alegran bastante, cuando suenan introduce entre las unas zancadas unos pasos que alterna con un brinco cómico de la especie de los hermanos Marxs… Envidia a los niños por tener el valor suficiente como para andar haciendo el gilipollas por la calle… Se reprocha no hacerlo más a menudo y crítica haber crecido pero no mucho, porque llega tarde y tiene que centrarse en no demorarse.

No son más de 25 minutos lo que tarda en llegar, pero mientras se prepara para trabajar apura su ultimo cigarro en unas cuantas horas y recuerda todos los sucesos que le han hecho sonreír, luego intenta no olvidarlos mientras dure la jornada, porque lo malo conocido se hace mejor con una sonrisa, aunque sea fabricada.

Guarda lo bueno en la memoria y abandona lo demás en la bandeja de correo saliente destinado a muchísimas direcciones equivocadas. Se alegra porque harán compañía a las demás cartas perdidas. Escribe poemas y cartas sin nombre. Gasta el tiempo que pasa encarcelado y alejado de sus deseos escribiendo las del día siguiente. Cuando termina anota remitentes entre los que aparecen poetas que ya han muerto. Regala por ellos algo bonito que entregar a la eternidad.

Sigue preocupándose por si cuando mueres dejas de cumplir años y piensa confundido si sabrá saber en año esta sin solaparlo a su edad. Se dice que está muy loco y firma por Allan Poe una carta que contiene un monologo cómico sobre la vida destinado para el conserje de la funeraria principal. Piensa que si hace sonreír a un tipo que se pasa el día mirando la pena ajena. Al menos habrá una estrella más en el firmamento al caer el sol.

La verdad es que olvida todas las noches en ponerse a contar… porque desde que llegó a esa maldita ciudad. La polución ha terminado por comerse hasta la figura de los planetas más cercanos. Toma una bocanada del viento nocturno que le sabe a libertad y vuelve caminando tranquilo hasta su morada. Cada noche elige una ruta distinta porque a cada paso se aprende una ciudad. Conecta a los Rolling Stones que interpretan para él en directo la simpatía para el demonio y junto al suyo propio que cabalga en su interior. Los dos bailan como posesos bajo los rayos de la luna que vuelve llena para enfocarlos como es debido. Se funden acto seguido en una sola persona para no llamar demasiado la atención.

Avanza entre los faros de los coches sin que ninguno logre atropellarle porque a esas horas lleva los pies de gato. Husmea el ambiente para encontrar la felicidad impregnada en el sofá de su casa… y va ronroneando sus deseos para acto seguido fabricarlos en cuanto llegue. El tiempo se contrae dentro una burbuja y sin darse cuenta da vueltas a la cerradura de su puerta. Enciende la luz, se desnuda y se desmorona en su sitio preferido.

Enciende su ración de alegría y se felicita por haber sobrevivido otro día mas, cruza los dedos deseándose suerte para cuando despierte en un rato. Y gasta el insomnio disfrazándolo con un pijama. Devora libros y fuma… Pierde la conciencia sumergido de pleno en alguna historia que le haya llevado a otra parte. No tiene miedo a perder el juicio porque ni siquiera tuvo esas muelas. Comprende sus zapatos y donde le llevan, pero cuando su tiempo vuelve a sonar con las manecillas del reloj de pared de su abuelo. Puede por fin usar su cabeza y decide encontrar la felicidad que anda encerrada en las palabras de cualquier historia cuyo título prometa.

Escoge y nadie sabe si pierde o gana. Porque al menos se arriesga en intentarlo.

jueves, 22 de abril de 2010

Nicolás.


Levantas una carta y miras debajo. Parece el memori… pero cuando vuelves a colocarla en su sitio un simpático tío las mueve todas sin que te des cuenta. Trabaja para la banca y en lo suyo es el mejor.

Su madre le decía siempre que no iba a llegar a ningún sitio, porque se pasaba los días sentado en el césped del jardín. Sacaba buenas notas, pero prefería gastar el resto del día que le sobraba allí tirado y de esa forma tan sencilla de vivir era feliz.

El patio de atrás no era gran cosa. En una colonia de unifamiliares su paraíso se veía contenido por los muros de las demás casas que colindaban con la suya. Al menos le consolaba el pequeño vergel que había ido cultivando a lo largo del tiempo para que todo pareciese funcionar mejor de lo que era. Fuera de sus confines había ruido y gritos… dentro de su casa también. Así que escogía salir a tomar el aire. Porque de alguna manera allí al menos se sentía a salvo.

Soñaba con desaparecer. Irse a otro lugar, no importaba cual, le valían los múltiples países que desde su infancia venía rodeando con un circulo en las clases de geografía. Se visualizaba dispersándose y volviéndose una materia no concentrada que podía formarse de nuevo completamente en otro lugar.

Durante ese proceso. Estaba presente… veía las cosas, incluso podía interactuar con los átomos de las otras partículas que le rodeaban. Tras tanto tiempo de entrenamiento diario había logrado una especie de talento que por supuesto fue mejorando con los años.

Llego un día que se cansó y dijo basta. Entró en casa y dijo a sus padres que le había agotado la paciencia. Ellos le tomaron por necio y le regañaron por molestar sus asuntos que no eran otros que pelearse continuamente. Les interrumpió y dijo… me voy por vuestra culpa y allí en medio de la alfombra desapareció.

Sus padres anonadados le buscaron inútilmente por toda la casa… y en pleno frenesí de locura. Llamaron a la policía, que tras personarse en la vivienda. Tomó a la pareja por loca y avisando a los del sanatorio mental los internaron una buena temporada.

Una vez había cumplido su primera venganza personal. Volvió a hacerse carne y reuniendo todo lo necesario comenzó su viaje. No le importó para nada su minoría de edad, ni el dinero… en verdad no temía cualquier cosa que pudiera ocurrirle, porque siempre le quedaba la opción de desaparecer y andar sin forma para conseguir sus deseos.

Y tantas vueltas que dio por el mundo sin pagar un duro que acabó en las Vegas. Ahora es un misterioso empleado con unas facultades increíbles, cuyo sueldo desorbitado es pagado sin reproches para hacer posible su continuidad en la empresa. Siempre gana… la banca por supuesto.


El simplemente es un hábil titiritero que controla los hilos de todos los destinos con los que topa. Porque en aquel jardín trasero decidió mandar al traste todo y forjar su propia historia. Cansado de aceptar todas aquellas normas inútiles que se caían por los agujeros de sus bolsillos rotos.

Eligió comprender a usar su propia energía porque una vez entiendes la base del universo. Todo lo que tiene forma puede volverse lineal y viceversa. Así que escogió vivir y lo demás se escribió en los renglones de un libro que está por firmar. Sus padres aún siguen buscándole, pero a él le da igual unos señores que se pasaron su infancia discutiendo en vez de lograr alcanzar la paz.

martes, 20 de abril de 2010

Tortilla de patatas.

Perdió la humanidad en una de las múltiples vueltas que le dio su vida. Sustituyo los sentimientos por plantas verdes con vistosas flores de colores y el movimiento por la quietud de los lagartos tendidos al sol.

Modificó sus costumbres y tiró todas las viejas cosas sin sentido a la basura colapsando todos los contenedores de la manzana. Cuando la madrugada llego con las luces intermitentes de los camiones de reciclaje, su mundo dejo de estar podrido hasta la médula y un halito de esperanza se internó por debajo de la puerta por esa extraña ranura que queda delante del felpudo.

Nada era igual, pero no lo echaría de menos. Olvidó todo lo aprendido y comenzó de nuevo. Su sonrisa era tan amplia que las risas caían al vacío desde el final de sus comisuras que rozaban el extremo de su cara. Las palabras tardarían en volver de su exilio porque en esos momentos andaba perdido en algún lugar donde se pasó los últimos años enterrando su felicidad. En el fondo se había encontrado con más de sí mismo de lo que cabía esperar. Pero ya nada importaba. Se había convertido en casi una planta.

Pasaba sus días contemplando al sol dibujar parábolas en el horizonte. Disponía de todo el tiempo del mundo así que escogió dibujar en un lienzo tan puro que nunca se agotaba. Pintaba trazos que desparecían al instante. Pero no perdía la voluntad y cada vez fue completando más parte de la figura de la que se lograba borrar. Así que no tardo mucho en conseguir pintar retratos.

Dibujaba y se eliminaba… y de nuevo empezaba. Se cansó de esperar pacientemente y pasó a hacerlo realidad. Moldeaba su figura y suspiraba mientras el cielo se alimentaba de sus líneas. La veía aparecer y desparecer tantas veces que tuvo que admitir finalmente que vivía con ella. Se pasaba las horas escuchando el silencio de esos lugares donde ni el ruido era capaz de internarse por miedo a molestar. Oía las conversaciones de los pájaros y los murmullos del viento escritos en las hojas de los arboles.

Por las noches se escabuía de sus deberes y huía a otros lugares siempre y cuando la calle estuviera totalmente desierta. Se escurría como una angula viscosa zigzagueando entre las callejuelas de su ciudad. Recogiendo pedazos de un rompecabezas sin terminar que algún imbécil extravió incapaz de solucionarlo.

Cada pieza tenía una pista… y cada una… le ayudaba a descubrir la localización del siguiente artefacto. Tardo meses, pero completo la prueba y también soluciono la respuesta. Gano una vida y no perdió nada en el intento. Así que la alegría regreso a llenar de hierba sus jardines.

Dormía poco y comía bien. Saltaba entre los círculos del tiempo como un equilibrista de los números. Daba vueltas sin parar para acabar en el mismo sitio. No le importaba el lugar porque sencillamente el donde siempre tiene un porqué. En cambio el cuándo seguía un misterio.

Planteaba ecuaciones y dibujaba la incógnita. En cuanto hubo hallado todas las variables. La formula tomo conciencia y se completo sola. Llevaba tanto tiempo sin decir palabra que cuando las primeras surgieron quebraron el silencio como una rama seca en mitad del bosque exclamando Eureka. Su sueño apareció en el cielo en forma de nube. Trepo con las yemas de sus dedos hasta alcanzar su meta y se instalo en ella cómodamente para acompañarla el resto de sus días.

Desapareció en el cielo posiblemente en la casa de algún Dios humilde que había pasado el mismo tiempo observándole. Contaban historias de todos los mundos y después las unían en un caldero para beber la pócima de los cuenta cuentos. Cuando una herida cortaba sus pieles sangraban relatos y salpicaban novelas llenas del amor que inundaban sus venas.

En todos sitios aparecía ella, pero él ya no recordaba su nombre. Había sido tantas mujeres que en el caos de las burbujas la realidad se había transformado en una lengua acuática que solo los peces y las sirenas lograban entender.

Cayó del cielo una noche de tormenta para flotar en los océanos. Se convirtió en un iceberg errático que escondía más de lo que enseñaba. Allá donde iba llevaba una refrescante mirada como un espejo. En sus ojos se dibujaba todo para perderse en el fondo… uno tan hondo que ni la gravedad molestaba.

Cambio la ciudad por las palabras enajenadas que encontró cuando su cabeza grito basta y se quebró en miles de trozos. Encontró muchos y escondió demasiados. Después vendió sus recuerdos al mejor postor y quedo habitando el olvido de las habitaciones vacías y los rincones tejidos con telas de araña.

Cuando quiso volver ya era otra persona. Sonreía más y hablaba menos. Siempre escuchaba y nunca más regreso su maldito orgullo comparándolo todo. Perdió la humanidad pero ganó una vida. Porque no es más feliz el que lo consigue todo… sino el que lo pierde para volver a empezar.

viernes, 16 de abril de 2010

Paga no...

Nadie tiene prisa, excepto el que la tiene. Para unos el tiempo pasa… otros en cambio escogen lidiar a cada instante. Ellos tienen sus preciosos trabajos de 8 horas… acompañado de un largo tiempo para disfrutar de sus días especiales, pero desconocen el sabor de lo que significa más de 12 seguidas.
Eso es la mitad de un día… pero no importa cuando te acostumbras a levantarte una fecha y acostarte al siguiente. Acaba convirtiéndose en una tradición llevada a la rutina y todo cambia. La noche se convierte en amiga porque durante un breve lapso. Eres el dueño de tus propios zapatos. El tiempo deja de incordiar subido a las manecillas de un reloj que parece cansado y se empeña en discurrir tan lento como un líquido muy viscoso que se filtra escurriéndose por el esófago. Las horas no se mueren cuando bailas en el escenario.
Después desaparecen y cuando te quieres dar cuenta se han marchado y tu puedes proceder de igual manera e irte a cualquier lado. La vida continúa cuando finaliza la jornada. Vuelves a estar despierto y el cansancio es un viejo recuerdo de cuando diriges la orquesta. Mueves la música a tus oídos… consiguiendo transportarte a otra parte.
Vive la araña tejiendo en previsión de cazar. Sin prisas escoge sus puntadas… quizás sea la que mas sepa de destino, pues sucede que se pasa el día observando. Conoce todas las cosas que están a su alcance, es más también las que están al tuyo. No es Dios… aunque sepa jugar a las cartas. Teje y espera… piensa y reflexiona. Sabe tener los pies en la tierra y algunos de sus múltiples ojos apuntando al cielo.
Ayer quizás no fue un buen día, pero alégrate porque al menos te quedan fuerzas para sonreír. Porque mañana puede ser incluso peor. O todo está escrito, o no lo está nada… La vida es un chiste de Gila por teléfono. Puedes oír lo que ocurre o no. De todas formas el gato de Schrodinger sigue muriendo en todas las pesadillas. Así que acabas abriendo la caja y bebiéndote su veneno para que el gato sobreviva por una sola vez y tú al contrario escoges la desgracia con una ridícula alegría de haber cambiado algo.
El gato huye y muere atropellado poco después, porque tras tanta oscuridad sus ojos no se han aclimatado a la luz del sol, sus sentidos tampoco por lo que rasga una nueva vida, extrayéndola de su envoltorio y se viste despacio para no desperdiciar las nuevas oportunidades. No hay demasiado que este carente de Ironía. Aguarda el héroe en el infierno tumbado sobre la piedra ardiente. Se olvida del turismo para arraigar en una nueva tierra.
La locura se instala en su morada cubriéndola con la maldición de las mil lenguas, que descolocadas siembran en caos por doquier. Vive en un nuevo lugar donde la demencia es el plato del día y va aderezada con algo de agradable y dulce chaladura.
Reúne en las paredes los trozos desperdigados de una historia confundía con la irrealidad a partes iguales porque gracias a esa maravillosa imaginación. No consiguió destacar a pesar de tener un estilo exclusivo de los que ya han ido a la luna y por supuesto han logrado volver. Son bastantes los que han quedado en el intento, porque allí las arenas movedizas están disfrazadas en color plata y todos los problemas pesan el doble según su gravedad.
Mira a los ojos de la cabra mientras mastica su trozo de hierba fresca. Escucha su balido de porcelana dentro de su alocada cabeza. Mezcla por segundos ingredientes en su coctelera y agita sus bolsillos a compas del metal. Los trozos rotos de su cabeza se funden entre ellos como las grietas del espejo cuando pasas al otro lado. Aplauden cuando le ven llegar con su fabulosa sonrisa brillando fuerte dentro de su barba.
Esquiva los obstáculos y se olvida de todo lo malo abandonándolo a plena vista en los lavabos de cualquier bar donde las bebidas tengan tantos colores como el arcoíris de sus sueños. Sabores líquidos se derraman sobre las gargantas abiertas como tulipanes al amanecer de lluvia. Las gotas saben a vida cuando riegan hasta calar las almas.
El tiempo se diluye junto a los hielos tintineantes en el cristal. Lo bueno pasa rápido, pero mientras la suerte deposite las ollas de oro en tu itinerario tendrás la oportunidad de repetir. Con ello a la eternidad de un sufrimiento inhumado que cansado de aguantar se alimenta del dolor que transfiere sin malas intención a sus alrededores.
Concluye el tiempo y la libertad regresa sobre una alfombra violeta que le basta ir arrojando opciones. La elección viene después. No todas las circunstancias son propicias para alcanzar las conclusiones extrañas que se ocultan debajo de las mascaras de las edades. La existencia es un tío vivo que rueda con calma por la banda sonora que eligieron tus pasos en el eco del subconsciente desequilibrado.
Sonríe la cabra sabiendo que solo la escuchan aquellos elegidos que han llegado a completar sus pasos. No queda nada cuando todos se van… ya que en ausencia de la soledad, el silencio se convierte en la voz de las sombras con formas alargadas. Se estira hasta el infinito la recta del tiempo para que al soltarlo se enrede como un tirabuzón interminable de bucles que decoran la rutina con un mínimo repetitivo de los errores calzados por la inconsciencia de sus propios pies. La composición inexacta de la divinidad de no estar sujeto a las normas elementales dentro de su particular burbuja bañada por su religión de cobertura de chocolate con café amargo.
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