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domingo, 30 de diciembre de 2012

Deseos de papel



Cualquier día de estos igual me canso de huir y me planto delante de mis perseguidores harto de sentir el aliento en mi nuca. Tengo las piernas destrozadas y el alma hecha jirones al igual que mis rajados dedos. Los servicios se vuelven cuesta arriba en una demanda incesante de bocas de poyuelo dispuestas a comer.

Se arremolinan de tal manera que el cuello de botella, aparece para conceder retrasos en cadena. Voy lo más rápido que puedo, pero nadie me baja la presión. Me echan leña y me piden todo lo que se les ocurra que no pueda tener por lo que tengo tantas puñaladas en la espalda que parezco una tacoma andante…

Salado y dulce se entremezclan de tal forma que la amalgama producida comienza a fraguar sobre mis pies hasta anclarme en ese sitio donde nadie querría estar. Pero desde que perdí la impaciencia, se contar los segundos que me quedan para abandonar el infierno hasta la siguiente dosis. Cantan y yo creo, así anda el juego.

Cada vez hago más y a su vez cada vez queda menos. Tanto para mis ingredientes, como para mi estancia. La vida es una puta que no cobra, pero exige la voluntad. A mi sigue sin quedarme nada en los bolsillos y a su vez mucho que vencer antes de que se termine la guerra y acabe en las trincheras o en los barracones.

Disparan y yo esquivo… No me queda otra para sobrevivir, al día siguiente seguirá siendo lo mismo, salvo que por circunstancias de la producción me obliguen a quedarme parado porque ya no puede haber nada peor.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Cuéntame otro cuento.



Cuenta la gente que una patada en los huevos duele más que alguien te rompa el corazón. Quizás el problema radique que le dan más importancia a la parte recreativa que a la que siente y padece.

Ella me decía que nunca me haría daño, ni jamás me abandonaría. Pero yo la escuche reírse mientras se alejaba en dirección contraria sin ningún ánimo de girar la cabeza, aunque fuera para despedirse míseramente. La gente cuenta mucho y cumple poco, al igual que ese jefe ambiguo que a la vez que te da palmaditas en la espalda por lo bien que lo has hecho, te clava un puñal y lo retuerce sin que te des cuenta.

El primer día del trabajo, comentaron que todo iría mejor, pero meses después sólo hay una soga en el patíbulo y uno a uno hacemos cola para pasar a la palestra y poner la mejor sonrisa que se pueda sin que se note el nerviosismo.

Disparale corre, me gritan, pero yo alejo mi índice del gatillo no por desobedecer una orden ni provocar desacato, sino porque sencillamente no soy quien para matar a nadie que no sea a mi mismo.

Ella, sigue partiéndose el culo escondida en un bunker del mapa. Oculta para todo el que no reciba toda la información. A veces se olvida del silencio y me habla, pero en verdad calla más de lo que dice, y a estas alturas cuenta el doble de mentiras que de verdades. Ya no se sabe ni donde esta el Norte porque dos bipolares al cuadrado simplemente es todo un caos en medio de una paz tan fingida como disfrutada.

El ejército de monos sigue lanzando sus excrementos contra mi ventana. Chillan y disparan sin conseguir un solo acierto, no por falta de tino… sólo porque no me quedo parado cuando alguien me fusila a contrapelo. Sonrío y esquivo. Evalúo y sorprendo con una andanada de bananas que desarman sus peores instintos mientras se la pelan al igual que los que tienen sarna y no les pica.

Antes de que todo se vaya a la mierda, estaré tan lejos que mi sombra no será visible ni desde el cielo. Estoy cansado de luchar por un estandarte que ni lleva mis colores, ni tampoco me representa en absoluto. Me paso el día corriendo sin moverme del mismo sitio, Mi rutina no deja de ser un pozo de arenas movedizas chupándome hasta la medula, para al ocaso escupirme hasta la mañana siguiente. No hay balas con camisa metálica en mi fusil suficientes como para plantearme el suicidio con una pizca de esperanza en lograr mejorar mi suerte. Conjugo el verbo joder en todos los tiempos y personas como si fuera el padre nuestro de un fiel devoto de Dios.

Todo se derrumba y a pesar de ello, sigo recogiendo los trozos rotos con la inconsciente idea de al final del día arreglarlo. Pero cuando se acaba la guerra, ni siquiera hay ganas de ponerse a la reconstrucción de algo que al día siguiente volverá a suceder con la misma exactitud condenándote de esta manera a repetir las cosas a diario sin conseguir una mejora.

Cuando todo termine, desapareceré del radar y daré esquinazo a los problemas… Me olvidare de las responsabilidades sin recompensa y en el tu me jodes, pero yo no en la eterna frustración del que establece la monotonía como reina de sus actividades laborales. Taylor se alegra y a mi se me revuelven las tripas de pensarlo. Si me ves sonreír mientras estoy solo, no te pares. Porque podrías tener peor fortuna que la mía y que a alguien desmemoriado le diese por confundir los vicios con los deberes.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Sigue sin haber fin.



He esperado a que se acabe el mundo y al otro lado de la línea ha seguido comunicando, según parece tendré que seguir aguardando a mis expectativas como de costumbre. Tenía ganas de que todo terminara sin que yo tuviera que encontrar un final. Por una vez la historia concluía sin que todo tuviera que casar de alguna manera acorde para que funcionase todo el conjunto. Al igual que un suicida con miedo a morir yo no podía pulsar el botón de autodestrucción de mi vida. Pero era más cómodo que el propio mundo lo oprimiera por mí.

Sigue sin tener valor… ni existir la justicia cósmica.

Y yo, debo de olvidarme de tener suerte y quitarme las cadenas de encima y eliminar de un plumazo a todo ser de carne y hueso que se proclamase mi dueño por otorgarme un vulgar salario a cambio de mi trabajo. Se acabo la idea de sobrevivir gastando otra vida más de gato, aunque fuese la tercera… y de después seguir haciéndolo por vicio… como quien es adicto a pegar y despegar un velcro con su característico sonido.

Me harte de esperar un cataclismo que despoblara la tierra de todo animal inútil para reciclarlo separando cada una de sus piezas al sitio más oportuno. Ni que decir cabe de que esta vez, no me encontrareis en el infierno, ni en cielo tampoco. Pienso quedarme en la tierra a ver como todo empieza desde el principio, sentado como un buen observador. Dejar que el error se repita sin mediar acción. No soy quien para suprimir libertades.

Pero si soy quien debe de disculparse, por si todo va con retraso para variar. Si esto se acaba… siento haber sido tan yo y tan cabrón. De morder sobretodo a las personas de mí entorno íntimo, por esa rara costumbre de dejar en paz a los desconocidos para así poder centrarme en destruir psíquicamente a alguno de mis círculos. Lamento que cuando ya no entrase más mala ostia dentro de mi finito estomago sangrante, al final pagase todas mis mierdas con los de casa en vez de seguir tragando sin tomarme un almax o un omeprazol. En fin, ya que nadie me calla, iré buscando el final a las seis de la mañana y después intentaré escarbar un par de sueños del techo.

Antes de volver a alimentar al hambriento a cambio de unas cuantas monedas doradas. Pienso esperar a que el mundo se acabe con una sonrisa y también dando los buenos días y por supuesto despidiéndome cortésmente por no perder las maneras. La valentía es mirar a los ojos mientras se desarrolla el desenlace. Yo nunca fui de esquivar a otro par de pupilas. Cuando todo empiece, pienso sentarme a disfrutar de la única película en 3D que puede dañar al espectador más allá de su butaca.

Yo tendré a mis fieles cuchillos al lado y muchos pares de zapatillas para desgastar el mundo buscando las respuestas que en esta partida, porque permanecían ocultas bajo el tablero de la mesa. Sin valores morales ni éticos… sin un ápice de restricciones ni normas. Entonces quizás, si que conoceré el significado de la palabra hombre y podré entender al fin el sistema la humanidad. Sin Dios ni amo… será entonces cuando la libertad sea tan real como el aire incontenible o el incomprensible agua. Puede que esta vez incluso respetemos a la naturaleza.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Fauna urbana.



Caza mujeres como una araña hace con su tela, las captura con los anzuelos de sus ojos…  las imágenes más bellas y después las deja escapar devolviéndolas al río con los demás peces.

Recuerda las frías mañanas de invierno despertándose con desconocidas que habían perdido el brillo de estrella nocturna y se volvía dura luna con las luces del nuevo alba, también siente como entonces el vacío sin sentido de sus entrañas expulsado por su ombligo hasta sentirse una carcasa al igual que el cascarón de un huevo vacío e inerte.

Las presas que le saciaban se han extinguido y sólo quedan replicas a las que les falla alguno de sus instintos o muchos de sus requisitos. Todo parece incompleto a falta de un par de piezas importantes. Su realidad esta repleta de fisuras y grietas que restan valor a las cosas quizás porque dentro de si mismo esta tan roto que sigue sin poderse arreglar y no por recambios sino por falta de mano de obra cualificada para tal caos.

A pesar de sus fallos estructurales ocultos tras su pellejo tiene suerte, en la gran ciudad siempre hay dos pájaros lastimados que buscan la redención en el sencillo placer de un colchón. El baile de mascaras comienza a medianoche conforme las calles se van despoblando como las hojas de una margarita. Cada noche igual… cada día diferente. La misma mierda con distinto disfraz y las dulces guindas adornando la oscuridad de una cama abierta a visitantes.

Antes robaba el alma de cada victima, ahora prefiere dejarlas marchar y no es por el miedo a perder lo que le queda de piedad que es apenas nada… simplemente porque reunió tantas almas en el transcurso del tiempo que ya no tiene sitio para guardarlas. En el infierno tienen un trono esperándole pero ahora intenta demorar su llegada maquillando su historia con buenas acciones.

A veces desea que el mundo se acabe para volver a empezar y no perder en su adolescencia lo que realmente le convertía en un buen hombre. En la actualidad lo es por su edad, pero tiene demasiadas líneas tachadas en su guión personal como para recibir un galardón por sus hazañas. Aunque eso tampoco va con él… nunca fue de menciones le gusta la discreción y su intimidad.

La fama es una droga tan adictiva que destruiría su creada realidad. Siempre fue un cazador solitario… un animal acechante que pasa desapercibido entre las sombras, estudiando a sus objetivos… encontrando sus brillos al igual que los mosquitos porque no le van los débiles. En el placer de la lucha sólo sirven los buenos contrincantes, porque no hay victoria digna en acabar con el menos problemático sino con el que aun tiene energías, orgullo y puede pelear.

No es de esos que se conforma con lo fácil, roba la pasión de sus adversarios alimentándose de ella hasta extenuarlos. Digno de una preciosa dionaea viste su sonrisa brillante escondiendo el acido de sus entrañas y el veneno de sus venas. No tiene salvación pero al menos guarda las buenas maneras de no jugar con la comida en la mesa.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Existencia paralela.




Nací para luchar.

Suena fatal para una vida, pero cuando le encuentras el sentido a la guerra. La paz pierde significado y se vuelve tan irreal como un mal sueño. No puedes saber de algo que no conoces y que ni siquiera has buscado en cada confrontación.

Yo nunca supe callarme, y hasta en mi infancia contestaba cuando debía ser el silencio la única respuesta. Pero si algo aprendí, fue a nunca rendirme y hacer lo que el corazón me dictase aun a riesgo de llevarme una ostia.

Es cierto que me he llevado mucho menos de un tercio de lo que realmente debería haberme ganado, pero es que mi altura y mi cara de pocos amigos cuando la bestia aparece a flor de piel hicieron posible que mi ranking de batallas tenga aun saldo positivo en las victorias.

Cuando alguien escoge su meta o su finalidad suele escoger cosas más sencillas o simplemente se conforman con mucho menos de lo que pedían. A eso de pedir parece que me hizo la boca un monje, porque nunca me han faltado exigencias aunque fuese el último mono al que acudir a pedir opinión.

Y es que cada uno termina tarde o temprano por descubrir sus virtudes y defectos. Una de las que comparten ambos principios a la vez en mi aplastante sinceridad que ralla incluso con la insubordinación. Si no quieres oír algo… quizás no deberías preguntármelo a mí. Si lo haces, atente a las consecuencias de tu elección, porque la mía es asunto propio.

Me reservo más de la mitad de lo que digo o incluso de lo que escribo. Pero no es porque me guste acumular, sino porque otra de mis ventajas es saber donde golpear y por supuesto… dominar la guerra psicológica. Si le añades que es difícil cansarme y casi imposible desanimarme cuando quiero algo, me convierto en la plaga más resistente que haya conocido la tierra.

Si hubiese ido a Vietnam, posiblemente me hubiesen entregado la llave de oro de las ciudades a las que hubiese acudido sin disparar ni una sola vez… Pero tengo la edad que me dieron y no he conocido más guerra de la que yo mismo he dado en todos los sentidos de la palabra. Aún así, me he metido en todos los problemas que me he encontrado por mi camino casi de cabeza y la mayoría de veces salido airoso por suerte.

No por temerario… si no que si afecta a mis intereses o los de mi ombligo, no soy quien para decir que no a nada. Y como lo del cristianismo nunca fue conmigo y lo de poner la otra mejilla era cosa de masoquistas de crucifijo. Escogí siempre la otra rama del ojo por ojo y diente por diente. Ya que a muy malas, tendría un oficio bien remunerado que empezase por O, cosa que no deja de ser redonda.

Algún día lograré callarme y a pesar de que disfrute con el próximo verbo, morderme la lengua. Seguro que al final… llegará un día que hasta pasaré de la confrontación… no porque me haya convertido por ese entonces en una especie de pasota, sino que hubiese encontrado la paz suficiente como para ignorar y perdonar. Pero seguro que no será ni mañana, ni este año. No por nada… tan sólo es que por no perder todas las costumbres a la vez.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Trepadores variados.



Pensaba que el tiempo te devoraría como hace hasta con los buenos recuerdos de la infancia sin que puedas ponerle remedio. Por supuesto le ayude a mi memoria a facilitar esa amnesia fumando todo el humo que era capaz de tolerar y como no, me despeñe tantas veces que aprendí el significado del dolor y sus cicatrices.

Pero a pesar de todo, con el tiempo sólo he ido cambiado yo. De lo que soy a lo que era hay tanto espacio como los kilómetros recorridos entre entonces y ahora, aunque sigo teniendo cosas que nunca lograré cambiar Algunas son buenas y positivas… por lo que me alegro de tenerlas, otras en cambio no son dignas de mencionar porque como única función tienen deslucir la perfección hasta llevarla a la normalidad.

Sigo siendo un bicho raro. No me arrepiento de ello, pero tampoco hago por cambiarlo. A pesar de ser de fuego siempre me ha calmado el agua. En la ducha tiene que ser hirviendo tanto como para mí como para lavar los platos en la pica. Por otro lado me siguen relajando los peces y los acuarios. Los tengo tanto de carne y hueso, como de otros materiales. Sigo nadando cuando tengo tiempo, pero ya no tengo sitios donde bucear como cuando era pequeño y me ganaba automáticamente anualmente unas vacaciones pagadas a la playa.

El tiempo no perdona… yo si. Casi siempre olvido las causas y detonantes porque cuando me levanto solamente deseo que todo vaya bien. A veces lo logro, otras no completamente. Yo nunca quise saber que se sentía en tu ausencia, pero parece que los años se han encargado de enseñármelo en primera persona sangrante del pasado simple del indicativo del verbo sentir. Y la verdad es que cuando el otro día me preguntaron que donde estaba mi línea del corazón y si alguna vez fue mi mano diferente, No supe que contestar.

Quizás nunca sabré si cuando era pequeño como para no recordarlo aún tenia tres líneas en la mano o igual que imanes, sólo tenía dos de algo opuesto entre sí y  es que tengo viviendo dentro de mi pecho a un ser tan bipolar que cuando rompe sus cadenas, todo el que le rodea tiembla. No es mal tipo en absoluto. Únicamente es que a veces no puedo tolerar algunos fallos y por lo tanto algunas veces el vaso se llena tanto, que terminas recogiendo lo vertido con papel de cocina.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Rebajas de saldo.



Vendo mis letras al mejor postor. Todas ellas, incluyendo los puntos y hasta incluso las comas, porque inevitablemente. Mañana cuando me levante tendré un saco que nunca se vacía repleto de ellas y estarán de nuevo dispuestas a que las vuelva a vomitar sobre cualquier superficie donde puedan quedar adheridas.

Hay gente que vive de sus palabras. Se hacen llamar escritores y basan su vida en leer y escribir… en escribir y vivir. En el fondo les envidio porque mis palabras tienen un valor cero en este instante, y no estoy seguro de que eso vaya a cambiar en mucho tiempo. Yo vivo de mis manos, no de mis paginas, podría llegar a ser bueno, pero prefiero quedarme donde estoy siendo yo mismo con mis vicios y virtudes.

No tengo una mala vida en absoluto. Se dice que un buen novelista usa al menos parte de su vida real mezclándola con otra de la imaginada y en verdad me alegro de haber vivido tanto en tantos lugares diferentes, porque cuando miro atrás no puedo mas que sentirme orgulloso de todo mi camino con sus baches y descalabros. Cualquier existencia más mezquina por mi parte me hubiese aburrido tanto que puede que ya no estuviera ni siquiera aquí. En cambio quien puede parar cuando se tiene un futuro tan repleto de opciones que cuesta escoger entre ellas una en exclusiva.

Hasta la muerte me deja notas escritas en mi piel a modo de apuesta. Creen que no lograré tachar la mayoría de las cosas de mi lista. Pero a pesar de ser el eslabón más bajo de la cadena, sigo aquí dando guerra sin poder apagarme por las noches y bailando el resto del día. Puede que tenga que ser el que vaya a trabajar el 1 mientras la mayoría de la legión de zombis guardan cama hasta bien pasado el mediodía, pero yo escogí hacer lo que hago con sus consecuencias y privilegios.

Sigo mandando sobre mi vida y también esperando a esa señal que me haga volver a darle finalidad. No debo ningún favor, pero como buen caballo nunca supe decir no a alguien que me necesita. Así que podéis quedaros mis letras y sus palabras, las que quieran volverán a escribirse bajo la yema de mis dedos, las que no puede que nunca me perteneciesen y sea donde fueren les deseo buen servicio, como a cada uno de mis hermanos, o las demás personas. Porque sentirse sin valor debe de ser tan frustrante como lo sería no llevar las riendas de tu propio camino.

Puede que mañana tenga que trabajar, las fiestas para mi gremio es lo que se encuentra un vulgar martes por la noche, cuando todos descansan y nosotros tenemos que rellenar los huecos de las cosas que pueden hacerse con la herencia de los que matan un día y le dan la bienvenida al siguiente sin pasar por la casilla de salida. Por ahora, la puja sigue siendo de cero, siempre quedan esperanzas mientras no se vuelva negativa la cuenta.

lunes, 3 de diciembre de 2012

El rastro del carboncillo.



Gasto mis días como si fueran lapiceros que se difuminan en el papiro de mi existencia, dibujo todo lo que veo y lo salpico con que siento. Al igual que el frío invierno mi cuaderno se llena de grises y calles abandonadas de su común trasiego al caer el sol. A los árboles todavía están perdiendo el pelo temiendo lo que aún esta por llegar. Media España esta de huelga y a la otra ya no le quedan lágrimas que malgastar. Sólo una minoría empieza a prosperar como las setas en medio de un húmedo bosque… esos personajes ni siquiera salen en mis bocetos. Yo pinto realidades no cuentos para niños que aún no han ido al colegio.

Mis princesas desgastan la calle Montera con sus tacones inagotables y los alquimistas de esta época, descienden de la antigua Rumania y provistos con sus tazas convierten el tiempo en plata sin siquiera hacer nada más que mendigar.

Los caballeros valerosos ya no entienden de justicia porque no es parte de sus funciones, y su único deber es proteger y salvaguardar la seguridad del pueblo, incluso a veces de ellos mismos. Los verdugos, nunca llegaron a extinguirse porque cuando empezó la moda, cambiaron sus hachas, los yugos y mascarás… por traje, corbata y una pluma cuya tinta nunca se acaba a diferencia de sus créditos. Ahora ya ni siquiera se manchan las manos de sangre. Son como una nueva mutación del virus del suicidio, y sólo contamina a los que tan pobres no les queda más que esa deshonrosa salida.

Pero dicen que esto se va a acabar… que todo mejorará y que no será más que un mal trago del pasado.

Y la verdad es que esta muy bien. Con un buen eslogan puede que incluso pudieran usarlo como publicidad subliminal repartido en octavillas. Pero no sería otra cosa que no fuese tan hipócrita como la muerte regalando flores a los ancianos terminales. Yo sigo llenando mi vida con láminas inacabadas y lienzos sin marcos dorados envejeciendo frente al tiempo.  Miro hacía atrás y todo empieza a estar emborronado, como mis apuntes de álgebra de la universidad. Los números siguen sin fallarme en cualquier realidad, salvo que en el presente cada vez son menos y menos… y a veces temo que llegue un momento en el que ya no tenga nada que contar y de nuevo empiece a aburrirme como un objeto solitario en un almacén abandonado. Simplemente sumando polvo, únicamente restando belleza a la vida.

Recuerdo los días con lápices de colores, puedo sentir los verdes llenando de frescor los rincones y los calidos amarillos templando el ambiente y la piel. El azul casi blanco, tan clarito como los ojos de hielo que buscaba por los rincones más oscuros de mi ciudad y también el olor de las flores que ya no encuentro a penas en esta pequeña manzana podrida que empieza a derrumbarse. Cuando todo termine podré volver a pintar paisajes… hasta entonces sólo me queda plasmar la decadencia del hombre que se arrodilla y que dentro de no mucho acabará arrastrándose por el suelo como los reptiles en la involución opuesta de Darwin. Lo peor de todo es que la iglesia vuelve a llenarse de suplicantes que ya no son de aquí, sino de otros países, porque ni siquiera quedan católicos fieles.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Tareas pendientes.



Introduzco otra cuenta en mi saco del futuro sin fecha de caducidad. La dejo allí inerte hasta que la consecución tenga en su objetivo a su presa y hago que la bestia se duerma de nuevo dentro de mí sin llegar a escapar. Aún no es el momento de dejarla salir. Nadie se merece conocer a la otra parte que vive dentro de mí y que consume exclusivamente silencio y dolor.

Cuando muera, entonces ya podré empezar a sacar una a una las piezas que olvide aposta en ese sitio que no debía mirar mientras que me quedase un halito de vida. Es una pena, pero hacerlo ahora sólo me privaría de libertad en cambio enfrentado a la balanza de efecto/satisfacción es innegable de que en ese momento, por fin podría decir que se ha hecho justicia y yo tendría que dejar de contenerme.

En el infierno tendré una lista de espera digna del demonio de la sonrisa que soy. Todos aquellos que me ofendieron en su momento pagarán con creces su osadía, porque parece que la inteligencia escasea conforme más avanzo en mi historia. Pero no es culpa mía que existan subnormales incapaces de pensar sin antes meterse un dedo en el culo para después olérselo mientras se formulan dudas sobre su  procedencia.

Ya ni me quedan ganas de reírme de los que sufren la pena de no dar más de si en cualquiera de las direcciones en conflicto. De tontos esta lleno el mundo, pero sin duda mi saco esta lleno de personajes dignos de eliminar. La tierra no se merece unas huellas tan insignificantes, sólo falta tiempo, el que sea, una vez aprendes a esperar, llega un momento en que la excelencia brilla y tú ya tienes el culo pelado de tanto aguantar a soplamindas sin juicio ni razonamiento.

Esta claro que todo hombre piensa que a cojones los suyos, pero también es cierto que ellos ni se imaginan con el tipo de persona con la que están jugando. Prometí no dar guerra y el dolor vuelve a llamar a mi puerta de madrugada. Algún día sin duda, estarán delante en un lugar donde las reglas no existen y por supuesto nadie me privará de hacer lo que mejor se me da. Causar dolor a otros. Ese día quizás sonría de nuevo como un niño mientras ejecuto cada venganza multiplicándola por el infinito de mi condena. Quizás me haga un sitio en el infierno, uno de esos a los que se le tiene respeto cuando se esta de cuerpo presente.

Tendré que dejar de pegar a objetos inanimados más duros que yo, para por fin, empezar a moldear la carne tal y como mi padre me enseño como si yo fuera barro. Todas sus enseñanzas tendrán utilidad y yo no me lamentare de haber ocasionado ningún mal. Entonces será cuando lo malo estará bien visto y todas las mierdas que yo me comí en soledad masticando en silencio, tengan su recompensa soñada.

Cuando baje, de mi bolsa, sólo quedaré yo en pie. Ahora, sólo me toca aguantar el tirón hasta que llegue el tren que me lleve a mi destino sin transbordos. No tengo piedad, remordimientos o algo que me haga recapacitar para quitarles importancia. En su día firmaron su propia sentencia en una hoja invisible para ellos. Si hay alguien que se reirá más que el resto, será el último, y ese pienso ser yo. Porque tarde o temprano mis vidas de gato se agotarán y vendrá el mismísimo diablo a recogerme en persona y llevarme a ese lugar diseñado para la gente como yo.

Ojalá hubiese nacido en la edad media, porque en mi crudo presente, tengo que soportar la carga de una bolsa que a lo largo del tiempo se ha ido llenando de escombros y basura sin mayor talento que respirar. La ironía es un traje de largo escondido bajo el desgastado pijama rayado de un preso condenado a cadena perpetua. Algún día saldrá a la luz y entonces puede ser que ser tarde como para darse cuenta que sólo mi madre tiene la capacidad de reírse de mí sin que las consecuencias vengan escritas o no  en una etiqueta atada al dedo gordo de un fiambre que aun se piensa en la flor de la vida, siempre son de sopesar.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Luz de luna



Dicen que estamos solos en el mundo, que vagamos en soledad salvo en determinados momentos en que se comparte la historia con mas personas. Pero yo encontré una familia hace tiempo y no es una de esas que se encuentran fuera de tu cuna en tu casa mirándote como un desconocido.

Sino de las que se forman con paciencia, fabricada con trozos de distintos lugares, incluso de otros países. Igual que un puzzle incompleto fui llenando los huecos con personas que encajaban hasta lograr construir un puzzle compuesto de otros tantos que el mío no tiene ningún sentido si lo volviese a montar como al principio.

Algunas piezas que me tocaron no me pertenecieron o incluso estuve años intentando evadirme hasta que me libre de ellas, extraviándolas allí donde nunca volviese a buscar. La imagen que mi caja contenía era una de ficción. Podría llamarse la familia feliz pero no sería otra cosa que una mentira. No me puedo deshacer de mi sangre, pero al final comprendí que tenía el derecho de decidir cuales podían continuar en mi partida.
Me siento en parte fraccionado porque una de parte se marcho a la ciudad de las luces, y ahora Madrid parece un poco más oscuro y desangelado.

Siguen estando según que calles más o menos vacías, pero ahora se que no me volveré     a encontrar a ese trozo de mi que ahora esta tan lejos. Mi puzzle esta terminado y a la vez esta sin concluir porque cuando comprobé su validez en chivato electrónico bramo con su estridente pitido para comentarme el fallo.

Me he dado cuenta que me faltan cosas que me hacen sentir vivo, y no experiencias a medio pelo. Mi padre me enseño a hacer las cosas bien a la primera, así que no me vale de nada gastar el tiempo si la oportunidad no lo merece. En verdad me sobra energía todavía como para aspirar a brillar en el cielo. No soy ninguna estrella, pero me he estrellado tantas veces que mi carrera puede considerarse de meteórica. Aún más, nunca fui bueno recibiendo ordenes, pero de ese exiliado de alguna manera las aceptaba porque no dejaba de buscar el bien para el mismo propósito.

Ya que vemos la misma luna, puede que en breve vuelva a dar un salto y desaparecer de esta ciudad para asaltar la siguiente. Las mismas costumbres distintas peceras. Porque si el mundo es una gran manzana, a esa isla tengo ganas de darle un bocado. Cada vez que salto, los edificios se vuelven más altos. Puede que esa sea una ciudad llena de barrotes, o puede verse que allí, cuesta menos subir trepando a la burbuja blanca. Sus azoteas deben de ser la agonía de a los que el vértigo les pega al suelo como un sólido fundente.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Sin banda sonora.


Y se me hincha
la vena del cuello
cada vez que canto
un nuevo poema
que nunca escuchará.

Me sale la rima
del pecho pa’fuera
porque no hay nada
ni nadie que pueda
a mi hacerme callar

Llevo diez años anclado
al alfeizar de tu ventana
como una gran telaraña
en mitad de un matorral

Y no tengo guitarra
tampoco hábiles dedos
pero mis palabras
jamás me dejan atrás

Ahora mi cuerpo
se mueve contento
entre metal y viento
Sueno a cuerda
tensada en mitad
de un temporal.

Y no me importa nada
porque bajo tu persiana
rencores no guardas
ni rastro de ningún mal.

Sucede que aunque
la música no suene
yo sigo moviéndome
con mi extraño galopar
siempre fuera de lugar

Escucho al silencio
y escupo en su portal
yo no le tengo miedo
porque es un buen chaval
que no teme ni al fuego

Ni tampoco siquiera
a tu presencia dañina
ni a tu enorme historial

Ya que por desgracia mía
nos molesta una mierda
a quien tu misma te quieras
tirar otra noche estrellada.

Llevamos nosotros lanzadas
hasta ahora tantas piedras
que debajo de tu ventana
ya se puede hasta trepar

Pero me marcho de nuevo
a otro lado de este mundo
para que tu jodido veneno
ya no sea ácido concentrado.

martes, 20 de noviembre de 2012

El poder de la sangre de fuego.



Invócame tú que puedes hermano
desde el otro lado de este océano
desvuélveme nuevamente a tu lado
para crear en la tierra otro infierno.

Cabalguemos otra vez juntos jinetes
para que no quede nadie sin grilletes
condenados sus pecados y placeres,
que nos huyan los fieles feligreses.

Llámame e iré contigo a vengarte
con sudor, dolor y mucha sangre
hasta no quedar sin pena la gente.
Volvamos a bailar con la muerte.

Y no sea hasta el siguiente ocaso
cuando liberemos nuestro paso
de la condena hacia el descanso
brindando sin duda por si acaso.

Para que caballos se congreguen
al otro lado del globo y acierten
a manejar el mundo en una sartén
y comerse todo lo que les echen.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Líneas discontinuas.


Conforme pasa el tiempo se va formando una línea divisoria entre mi persona y el resto de humanos. Nunca tuve corazón, o al menos no ese referido a la función de latir que venía incluido de serie, me refiero por el contrario al que siente por nosotros. Ese por desgracia debió perderse en algún momento de mi pasado que no logro recordar.

Ser duro, no fue tarea fácil… implicaba demasiado y a la vez era tan sencillo como respirar o caminar, un trabajo simple puede llamarse. Por el camino aprendí que era el dolor en sus múltiples vertientes. Asimilaba rápido al igual que cicatrizaba y eso no dejaba de ser bueno. Siempre encontraba algo con lo que entretenerme clasificando. A los 21 ya poseía una colección de cicatrices repartidas por todo el cuerpo. Las mejores estaban escondidas bajo la piel, sangrando algunas todavía… otras en cambio ya formaban parte tanto de mí como de mi historia.

Deje de ser humano, para convertirme en bestia… y como cabría esperar no fue cuando me rompieron ese corazón que nunca tuve, por el contrario si tuvo consecuencias cuando destruyeron ese experimento que tantos años tarde en fabricar como recambio plausible. Algo artificial pero que con los parámetros y las formulas, comenzaba a crear sentimientos dentro de mi. Ella llego como el nombre de su huracán y acabo con ese injerto sintético creado de la nada. No dejo rastro alguno, ni siquiera constancia de haber existido como una de esas ciudades que duermen silenciosas debajo del agua de un embalse.

Después de unos años entre el chico que era y el que soy hay un abismo infranqueable, de esos llenos de dientes en su garganta, dispuestos a masticarte si das un mal paso. No echo de menos mi vida de antes. Era feliz y no tenía demasiadas ocupaciones… la libertad era el heno que como buen caballo masticaba tranquilamente en mis relajadas jornadas. Pero el tiempo pasó llevándose mis infinitas sonrisas y sustituyéndolas por dulces recuerdos de dolor. El daño es una palabra compleja. Nunca es igual que el anterior y por supuesto es totalmente diferente entre uno y otro usuario.

En mi afán de ser el primero en todo, cree mi propio baremo del sufrimiento, incluyendo sus variables físicas y psíquicas. No todo deja marca visible y casi lo esencial en cualquier estudio es no dejar nada a la improvisación. Los sentimientos no tienen cabida en la lógica y como tal sin corazón capaz de sentirlos tuve que ampliar el órgano sensorial a todo el cuerpo. Las cosas son diferentes dependiendo del lugar y del cuando.

Cortes eléctricos del tipo papel… quemaduras picantes de tipo plástico o las comunes de metal caliente. Golpes y más golpes superándose en carreras desvirtuadas por la extraña victoria digna de un hedonista y por supuesto todas aquellas injusticias que hacen revolverse de impotencia a mi bestia cautiva. Cuando me quise dar cuenta quizás ya era demasiado tarde para detenerme, no por miedo, sino por no quedarme con la incertidumbre. Mi umbral de esta época ya parece un pórtico de cualquier iglesia y mientras que me quede vida, seguro que al final consigo construir mi propia catedral con sus bonitas vidrieras con relieves delimitados por estaño y decenas de colores pintándolas.

Supongo que es porque estoy roto que me han cosido tantas veces como si fuera mi destino, pero al final de las caídas, despeñamientos y trastazos… siempre queda levantarse y seguir adelante anotando todo en mi libreta particular que no es otra que mi propia piel, que ahora ya parece más a la de una cebra que a mi pasado purasangre… solo que mi gama es más parecida a la de un tigre que al blanco y negro de mi familia africana. Quizás sólo sea una mula rayada cansada de dar mordiscos, pero tampoco me importa.

Cuando me miro en el espejo no me veo más viejo o desgastado. Simplemente veo mis historias repartidas, desapareciendo o volviendo a crecer como las partes amputadas. La vida no deja de ser una lucha constante por la supervivencia ya sea en la ciudad o en la selva. Mis manchas me susurran que están ahí y que sigo vivo. Si diesen medallas y galardones, puede que las mías fuesen de las más bellas. No por nada en especial, sino porque me muestran mi meteorito avance cronológico como si fuera una estrella que viaja por la tierra. Hay gente que se agobia con el transcurso del tiempo por temor al final.

Yo simplemente de vez en cuando descanso del presente y coloco mi memoria caminando por mi cuerpo mientras que como una flor se abren las paginas de mi vida repleta del carmesí brillante que es mi sangre bailando a cada latir de un corazón reducido a una bomba nuclear destinada al cataclismo de mi persona.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Hasta los perros toman asiento.




Llegados a este punto, medio planeta ya me ha pedido al menos un par de veces que me calle o que deje de escribir. El otro medio ni siquiera sabe de mi existencia y si queda algún perdido de la vida que no se agrupe en un grupo o en otro, supongo que no puedo esperar mucho más que brindarle mi amistad. El sencillo hecho de que no reparta valiums ni otras drogas me hace sospechar que ni siquiera la población de lunáticos ya espera algo bueno de mí. Pero la verdad me sigue sobrando palabras como para llenar un trailer cuando finaliza el día y vuelvo a mi casa-gruta para hacer como que descanso sin ni siquiera pegar ojo.

Los que leen han acabado convirtiéndose en una legión de bichos raros y exóticos que visten plumajes de todos los colores del arco Iris. Lamentándolo mucho el resto del elenco sufre de alergia crónica a las parrafadas de más de medio folio y hay constancia de gente que al terminar un texto ha acabado con las pupilas entre el punto máximo de dilatación y el umbral de rotura del globo ocular. El colmo es que ahora que tengo dos ojos útiles lo que me falta de nuevo es el tiempo y puede que de alguna manera las ganas de pasear por los cementerios en los que se han convertido los sitios a los que antes era asiduo.

Nos estrujan los bolsillos y la libertad se ha convertido hace meses en un artículo de lujo destinado a unos pocos que lo pueden consumir como si fuera un bien de primera necesidad. El mundo entero anda compadeciéndose de los que andan con medio pie en el desahucio, pero sin darse cuenta de que apoyan la causa perdida de alguien que quiso tener más de lo que se podía permitir. No es mi culpa, yo no tengo casa, ni coche ni otros lujos porque por suerte o por desgracia en mi casa se era fiel al teorema básico de las matemáticas de que puedes adquirir únicamente lo que tu economía aguante sin pedir un crédito.

No dejamos de ser borregos de un sistema que ahoga a casi todos, mientras que en la azotea de las pirámides algunos siguen riéndose a carcajadas. Privatizan la sanidad y ya los hay que se están frotando las manos esperando que sus acciones en dichas compañías suban como la espuma, porque ellos siguen el sistema de mal de muchos, beneficio para los pescadores… Si… se que he mezclado dos refranes distintos. Pero es que hay impotencias que no se pueden escribir en un renglón, ni en varios. Los sindicatos siguen pidiendo su porción del pastel para no perder nada de su película favorita. La vida es bella… mientras que a los políticos siguen sin bajarlos de sus escaños con el mejor invento español de todos los siglos, la fregona.

Los mileuristas están a puntito de extinguirse y ocasionar quizás el siguiente gran ocaso mundial no por falta de ánimos, sino porque como sigan así las cosas ya no merecerá la pena trabajar. A veces miro a los rumanos de la calle y pienso, joder… tienen para tabaco y las abuelas les dan comida. Luego me miro las manos y pienso que ni siquiera tendría voluntad para sentarme en la acera a reclamar compasión. Mientras me dirijo al trabajo cuento con la gente tréboles de la suerte y al cuarto pétalo pienso, pobre desgraciado sin empleo.

Al menos cuando termine el año, espero que a nuestro presidente le de por hablar bien. Porque de tanto reírse de España es un poco macabro, seguro que nos ha estado vacilando con su falta de dicción apropiada. Si con Aznar teníamos el esperpento asegurado con Rajoy… al menos nos queda que ni siquiera los monos de Gibraltar querrían dejar su peñón para entrar a la península.

El conserje de donde trabajo es tan fascista que lleva años queriendo resucitar al amigo Franco, pero con su cortura mental no creo que lo consiga. Aún así es divertido verle despotricar con los vagos y los hippies. Me río porque el pobre no es capaz de encontrar mi hipocresía ni con una lupa y neones luminosos marcándome con flechas rojas y porque sencillamente a veces es aburrido fumarse un cigarro en la puerta sin decir palabra. En fin… puede que con un dictador lloviesen tortas y balas, pero es que en estos momentos estoy hasta cansado de dar y dar… y recibir la miseria de las migajas que nos brindan con buena cara.

Si quieren dar ejemplo… que vayan al congreso en metro verás tu que despiporre se montan cuando descubran que los vagones no dejan de ser un teatro público donde la gente canta, toca o simplemente pide. Seguro que cuando vuelvan a jugar con sus amigos de pupitre comentan algo del tipo. No se de que se quejan… con lo divertido y sorprendente que tiene viajar en tren, deberíamos subir un poco más el billete… en otros países en más caro todavía.

domingo, 11 de noviembre de 2012

sábado, 10 de noviembre de 2012

Los demonios sin cola me la pelan.


Siembro la rabia dentro en un vaso
y dejo que se pudra ella en soledad
sin que nadie le haga ni puto caso
va perdiendo su fuerza y voluntad
hasta que olvida al mundo entero

He decidido abandonar ese otro yo
que vive dentro de mi y me subleva,
ese insoportable y ruidoso inquilino
dando solo guerra donde la paz reina
convirtiendo lo normal en absurdo.

Estoy cansado de arder en el averno
de mi cuerpo cuando la impotencia
me quema por dentro a fuego lento
hasta hacerme perder la cordura diaria
y como loco vivir sin ningún sentido.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La muerte comienza con una eMe.



Igual que un guerrero lleva tiempo esperando diligentemente a que las circunstancias se alineasen de nuevo. Un retiro suele ser algo deseable por la gente normal, aunque en su caso simplemente era un descanso, una pausa en el sendero del asesino. De nuevo se escuchaban los tambores de la batalla y él nunca fue de los que llegaban tarde a una invocación. Así que sacando a Némesis de su escondrijo, acaricio después de cierto tiempo su fría silueta dorada. El tacto metálico le devolvió una sonrisa congelada que brillo fugazmente por su pétreo semblante curtido. Otra vez se sentía completo cuando con un gesto de muñeca abrió el tambor para continuación llenarlo de balas lentamente…

Primero las limpiaba en su camiseta hasta adecentarlas para acto seguido deslizarlas hasta quedar ajustadas, cuando terminó, media docena de hombres podrían no ver la luz del amanecer nunca más, pero no era asunto suyo, sino desgracia de ellos hacer saltar la libre. De siempre había sido de gatillo fácil, no es que la espera le hubiese convertido en alguien impaciente. Eso no pegaba con su taimado estilo, pero tampoco era alguien que se quedase parado ante una situación desfavorable.

Es cierto que había perdido la esperanza de que volviera a interesarles a los dioses del patíbulo. No solía darse el caso de que después de tanto tiempo apartado de la muerte a la gente le diera por regresar, porque básicamente eso era lo que normalmente les costaba la vida. La inactividad dormía los sentidos y apaciguaba a los demonios… y eso en el arte de la guerra, era como quitarse la armadura en un combate de espadas. Pero él no era como los demás, su talento estaba tan innato en su sangre que latía en su interior insaciable como una condena eterna.

Ahora, era el momento de empezar a moverse, de iniciar la primera acción necesaria que no había sido otra que empuñar la culata de su otra mitad. Convertirse de nuevo en uno, la mismísima personificación del fuego del infierno en el cuerpo de un simple hombre con la mirada vacía de sentimientos y a la vez repleta de un odio difícil de mirar., con un robusto cuerpo tachonado de cicatrices mal cosidas y de heridas que nunca terminarían de cerrar dentro de un alma rota a jirones. La verdad es que de cierta manera era de esa clase de personas de las de cruzar de acera si te la encuentras en sentido contrario… o de esconderte detrás de ella en el caso de producirse una bronca en un bar.

Había regresado de entre los muertos para volver a servir a su amo. Después de un interminable periodo, estaba dispuesto a bailar sobre el sonido de las balas surcando el cielo. Llevaba su chupa de cuero y sus botas altas. Ajusto a su compañera debajo de la axila junto a su corazón y salio de esa habitación abandonada que había sido su refugio durante el destierro. Era el momento de sembrar sus semillas y esparcir sus raíces, el viaje estaba a punto de comenzar… en ese instante solo necesitaba una puesta a punto y ya tenía un objetivo burbujeando en su mente. En cuanto acabase con ella. Ya no tendría sentido aquella ciudad y con la conciencia tranquila por haber exterminado lo que le causaba pesadillas sería el momento apropiado para empezar con buen pie el camino del viajero infatigable.

martes, 30 de octubre de 2012

Libertad con cargos.


Trovadores de palabras.

Sigo en pie dando guerra aunque debo de reconocer que ya no tan belicoso como antaño. Hace tiempo que olvide la libertad de las palabras, esa que llena paginas y paginas como lo hace una lluvia torrencial que pasa de charco a riachuelo hasta tragarse todo en su descenso. Enjaule a mis letras en la superficie de un folio haciendo que se volvieran inexorablemente brutas y salvajes.

Rabiosas por escapar y lacerarme con sus bordes afilados y sus ácidas criticas, lograron cumplir sus amenazas y escaparon de su cautiverio enfervorizadas… dispuestas a atacarme. Pero me excuse suplicándoles piedad y cuando vieron mis propias cadenas rodeando mis tobillos de alguna forma me comprendieron literalmente al instante. Éramos lo mismo en recipientes distintos, pero al menos ahora tenían más espacio para correr y divertirse. Es cierto que también echaba de menos su algarabía incombustible y sus juegos de crear historias mezclándose entre ellas en el suelo como si cuento vivo se tratase.

Pero en el fondo no dejaba de ser otro tipo de condena que al menos no se llevaba con la soledad de las rejas dibujando pentagramas de silencio. Por la noche, las palabras tatuaban mi piel como una serpiente que se enrosca para ahogarte. Reptaba por mi cuerpo tumbado hasta terminar entrando por mi boca dentro de mi. Alimentándome con sus relatos a base de tinta que además arrasaban con mis pesadillas recurrentes de un hombre anclado en la rutina. Dibujaban sobre las cadenas paisajes de verdes salpicados con azules y alegres riachuelos, pintaban murales frescos sobre las paredes de la celda que enfurecían a los guardianes que nunca encontraban nada con lo que pudiera hacerlos. Sencillamente porque las letras se volvían invisibles en su presencia, pero tras haberse soltado, se habían reproducido exponencialmente y ya casi no había sitio para ellas mismas.

Muchas se sacrificaban en los murales… aplastadas por los zapatos de los carceleros o simplemente atenuadas por la edad. Aunque a su vez habían excepciones como una pareja de eñes que duro un par de años. La verdad es que no tenia nada y a la vez poseía toda la literatura del mundo contenida en un rectángulo de dieciocho metros cúbicos. Sin tener siquiera una gran estantería de madera o una estancia repleta de ellas a veces incluso recluido lograban convertirse en una replica de alguna galería veneciana atestada por tomos antiquísimos dispuestos en perfecta sincronía de tonos y tamaños. Pero esa prisión no lograba devolverme el dulce olor de las nobles baldas ni la caricia del cuero o simplemente el olor a celulosa como el otoño en un bosque caduco.

A pesar de todo, seguí regándolas y cultivándolas, hasta que la selva llego a mi morada. Salían a cientos del urinario anclado a la pared porque proliferaban en ambientes nitrogenados. Rugían por causar un motín, por roer todo hasta dejar sobre nuestras cabezas el cielo limpio… Entonces es cuando tenia que calmar a los instigadores rogándoles que mantuvieran intachables mis informes de buena conducta, después les abría mi corazón destartalado y ellas se instalaban en él placidamente. Al final llegue a un convenio con las autoridades. Ficho todos los días en la comisaría y ellos me dejan en libertad vigilada. Ahora que vuelvo al mundo las palabras están sobreexcitadas, la realidad esta cubierta por un número infinitesimal de ellas como si formarán las cadenas del adn de todo, lo vivo, lo muerto, lo mineral y lo artificial. Mi historia tiene ahora una fina película aterciopelada que hace más confortable la visión.

Incluso me compre una maquina de escribir que no deja de ser una guillotina para ellas, pero que disfrutan plenamente igual que un parque acuático. Mientras presiono las teclas ellas saltan delante del carro suicidándose cuando la manilla presiona la cinta de tinta sobre el papel. A veces no se de quien es el placer. Si mío por ser el mayor genocida vivo del planeta o de ellas por seguirme hasta el fin del universo como lemmings saltando al vacío hasta estamparse con el folio. Nuestra simbiosis es como la de los líquenes, necesitamos el uno del otro recíprocamente. El silencio es nuestro mayor enemigo un tiro en la cabeza nuestro letal final. Nos guardamos del uno y del otro aunque ya no estemos en una celda. Ahora sencillamente tenemos mayores riegos en múltiples opciones y nuevas obligaciones que cumplir aún sin cadenas visibles.

La verdad es que cuando estoy en el trabajo, ellas siguen burbujeando en los caldos a fuego lento, o correteando entre los filos de los cuchillos higiénicamente para no causar contaminación cruzada. Las tengo rebeldes que viven hibernando en el congelador y las amables que me alcanzan los ingredientes dentro de los timbres como si estuviesen destinadas a esa única función. Pero lo mejor de todo es cuando me poseen en la barra metiéndose por mis zuecos y se convierten en palabra pronunciada que asalta a los clientes preguntándoles que tal esto, sobre como esta aquello… contándoles historias, anécdotas y recetas… respondiendo a sus cuestiones y sirviéndoles calidas sonrisas abiertas. Sigo prisionero de mis pasiones. Pero cuando cae la noche y todos se van apresuradamente a sus camas, el mundo entero se queda a mi propio servicio y a veces hasta pequeño cuando mis palabras bailan con la luz de las estrellas mientras suben al cielo en búsqueda de la luz que más brille en el firmamento.

lunes, 29 de octubre de 2012

Modo de lograr hacer a un genio.



Hace poco descubrí en el blog de un compañero un documental sobre Charles Bukowski (CB) donde tiene una entrevista con una chica (I). Y visionándolo llegue a este pequeño tesoro que me encanto especialmente.

En el fondo, gracias padre.

I. Has definido tu infancia como una historia de horror.
CB. Si
I. ¿Fue una historia de horror?
CB. Oh si, fue una edad importante
I. ¿Por qué?
CB. ¿Por qué?, ¿Te han pegado alguna vez con una correa de barbero, tres veces por semana desde los 6 a los 11? ¿Sabes cuantas palizas son esas?
I. ¿Quién fue, tu padre?
CB. Si. Se puede decir que ese fue un buen entrenamiento para mí en literatura. Cuando me pegaba con aquella correa me enseñaba algo.
I. ¿Qué te enseño?
CB. A escribir.
I. ¿Cual es el enlace?
CB. La relación es que… cuando aguantas esa mierda tanto, tanto, tanto, tanto tiempo, adquieres la tenacidad suficiente para decir lo que realmente quieres dar a entender. Conoces las palabras necesarias para sacarte de encima todas esas palizas. Pero mi padre fue un gran maestro de literatura me enseñó el significado del dolor, del dolor sin sentido.

viernes, 26 de octubre de 2012

Cuentos de malabaristas.



Cada noche una batalla… y cada día una aventura.

Es una frase que suena bien, pero con un índice menos cuesta escribir cual ametralladora y ahora me conformo con disparar salvas a andanadas. Como en todas las guerras importantes las cicatrices, o en su defecto las heridas son señal inequívoca de al menos haber participado, asistido o permanecido mientras todo ocurría de alguna manera.

Tengo en común con los árboles que acabo tarde o temprano podándome alguna rama. Sólo que en mi caso son dedos que tardan casi una estación completa en regenerarse del todo como el principio, pero a pesar de todo sigo luchando sin perder la esperanza de evolucionar igual que una estrella que se rehace una y otra vez aunque se estrelle contra el suelo y se rompa en mil pedazos. De cada uno volverá a brotar una copia idéntica del original y la verdad. No me importaría demasiado ser testigo de una avalancha de caballos como yo en desbandada.

Me gusta el temblor del suelo, tanto o más que la batalla en si. No conozco la paz porque detesto el silencio y al contrario adoro que mi soledad ande follándose el alma de personas menos sociables que no sean capaces de hablar un rato prolongado con algún desconocido que por suerte o desgracia caiga delante de ti con una buena sonrisa y algo interesante que contar, por el simple placer de romper el hielo.

No importan los argumentos o las historias. En absoluto la procedencia o la manera que se tenga de ver las cosas… enfrentarse a la vida… o simplemente su existencia. A veces simplemente surgen cruces de camino mediante generación espontánea. Desde una mirada a una sonrisa hay una infinitesimal cantidad de sucesos que podrían ocurrir, pero es la bola quien decide el color y el número donde caerá el premio gordo.

A veces me olvido del mundo cuando me paso demasiado tiempo en el infierno. No recuerdo los horarios ni los deberes porque el fuego es quien me dicta el orden de ejecución de las tareas que al igual que un titán me destinaron completar. No es mucho, ni tampoco poco el tiempo que dedico constantemente en borrar mi propia persona para elaborar a un yo más equilibrado, dócil y menos rebelde. Muchos por no decir la mayoría desearían que esto fuese tan cierto como las propiedades del agua.

Pero al igual que los trileros escondo a mi verdadero yo debajo de tres cubiletes donde habito hasta ser encontrado. Recluido en mi intimidad voy cargando una a una las balas para la siguiente contienda. Porque irremisiblemente se acerca el día/días donde un Dios de carne y hueso me ofrece la libertad para que pueda hacer lo que me venga en gana sin tener obligaciones ni atender a alguien quien humildemente valga menos que mi propia persona deformada por capas de inconformismo.

Todo sigue pareciéndome mal, aunque a estas alturas he aprendido a pasar de las cosas que no se pueden cambiar de la noche a la mañana. La vida ahora es más simple sin ser la causa de todos los desastres o aquel que intenta sin resultados mejorar las cosas que andan estancadas camino de ninguna parte. Mi dedo crecerá y volverá a traerme el uso de las dos manos para sellar palabras en una hoja en blanco. Mientras prometo no parar de moverme cual spin revoltoso que nunca logrará quedarse quieto entre sus saltos orbítales

domingo, 14 de octubre de 2012

Allanamiento de morada.


Ábrete por favor cielo
para dejarme ver dentro
tu lugar más escondido.

Permíteme entrar de nuevo
pasar por tu umbral bonito
de par en par como un pozo.

Acogiéndome en tu seno
para que fuera sea dentro
y yo viva en tu estomago.

Deslizo mi suave tacto
por el filo de tu marco
hasta al final del intento.

Con alegría lograrlo
y a pesar del esfuerzo
poder volver a mi reino.


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