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jueves, 29 de julio de 2010

Dissaor

Después de tanto tiempo regresa el demonio a su casa y no encuentra ni siquiera el sonido de las trompetas. Nadie perdona, pero si olvida y con la ardiente bienvenida del sol a su tierra, siente por un momento el alivio de algo conocido.

Suenan los insectos arrojando sus crepitares al universo… abaten sus alas y sus patas como medio de airear su propio sufrimiento. La vida es escasa en este puto suelo y hasta los bichos mueren quemados en el infierno.

Camina tranquilo por las calles de su antiguo reino. Reconoce sus moradas por los recuerdos. Una casa en cada esquina, como tendría cualquier asesino confeso. Pasa desapercibido sin esquivar las miradas. La historia ha erosionado cualquier vestigio de su pasado… y los años han hecho lo demás… Ahora no es más que un bosquejo de lo que era… quizás ahora sea más, pero parece mucho menos ante cualquier persona.

Únicamente su estatura le sigue separando de los demás habitantes. Gracias a la evolución las nuevas camadas de humanos han homogeneizado las cotas de estaturas hasta llevarlas a un 1.80 donde a pesar de excederlos pasa inadvertido. Respira y sonríe como cualquier otro ciudadano.

Atrás quedan las venganzas y los castigos. Las huidas de las redadas con fuego detrás de sus pasos. Las vendettas y los gatillos disparando balas al vacío de su ausencia. Conjuros y maldiciones sembrados en la tierra negra.

Muertes y silencios abonando los alrededores de sus casa de campo, donde no se recogía mas que miseria y horrores de un terreno de huesos blancos arrasados al sol del verano. Años y juicios pendientes enterrados por el peso de los siglos.

Misma locura, nuevos personajes. Las puertas del infierno se cierran detrás de sus pasos y su sonrisa se perfila siniestra entre sendas comisuras quedando encerrados sus colmillos afilados.

Creen los humanos que respiran en paz. Sin saber que la misma muerte les vuelve a observar entre las sombras de los edificios que no descansan jamás. Comienzan las desapariciones sin que nadie más que un viejo anciano loco sepa lo que esta ocurriendo.

Salta y da brincos el viejo gritando a los cuatro vientos que el demonio asesino ha vuelto, cuenta esa historia que sabía desde niño. Corren las monjas a socórrele con paños mojados con alcohol de romero para bajar las fiebres. Le atan a la cama temiendo algún daño entre sus delirios.

Cae la noche y todo sigue su ritmo. A la mañana siguiente el abuelo amanece asesinado. Su pijama abierto sobre el pecho deja a la vista una raja que le abre en dos desde su cuello hasta su bajo vientre… Nada queda dentro de sus costillas… sus miembros siguen atados y la sangre que cayó a modo de cascada deja marcada las huellas de unos pies con garras.

Rezan las pobres maldiciendo al diablo. No saben las inocentes que su asilo esta construido sobre la tumba de su pasado. La maldición sacude día a día las paredes de esa casa hasta que no queda más que polvo y sangre.

Retorna Dissaor a su vieja morada de muros de piedra infranqueables coronados por férreas rejas que no dan mas que la impresión de contener un bastión. Las gargolas vuelven a tomar vida regadas con la sangre de sus victimas.

De nuevo en la ciudad. Vuelve a colocar pieza a pieza su propio rompecabezas. Su misión es sencilla. Recuperar cada resto de su cuerpo, separado contra su voluntad para evitar así que pudiera resucitar en la tierra.

Recuerda el nombre de sus asesinos. Así que traza sus líneas de sangre casi de memoria. Entre ese instante y la ejecución de su designio, simplemente hay un trabajo entretenido. Morirán los hombres… pero como dije al principio… Nadie perdona, y él ni siquiera olvida que tras mil años muerto, ha logrado escapar del averno para construir de nuevo el puzzle incompleto que le devolverá a la vida.

Muerte y sangre… un dulce testimonio de sus nefastos pasos en la superficie de un mundo que sabia que volvería. La policía no tiene ni testigos ni pruebas… solo una enorme conjetura de que algo esta pasando.

Baila debajo de la luna haciendo círculos con un saco de almas cada vez más pesado. Cuando acabe el año posiblemente sea comparado con un genocida. Pero que mas da… antes de que termine… posiblemente no habla nadie para contarlo. Porque a ese demonio… le da igual la carne que el pescado.

lunes, 19 de julio de 2010

Deshielos de verano.

Dejó de visitar a la luna cuando la gravedad del asunto se hizo tan palpable que el mundo se derrumbó bajo sus pies.

Se salvó de milagro, nadie sabe aún el porque. Pero todos apuntaban con sus dedos en la dirección en la que él estaba, y a continuación resignados tuvieron que guardárselos de nuevo habiendo gastado esa magnifica oportunidad que no sería repetible.

Les estafó su gloria en sus propias narices para después reírse a carcajadas con una simple falsa pareja de ases cuatro. Nadie daba crédito pero había logrado salir casi entero de ese fatal accidente. La luna sonreía delicadamente sobre el horizonte y para su interior prometió hacerle una visita en no mucho tiempo.

La verdad es que se veía venir de alguna extraña manera… pero como todas las guerras, estallan de un día para otro y al día siguiente… sencillamente ya no queda nada que rescatar. En el amor y la guerra, la pólvora es tan rápida que lo quema todo por igual.

Intentó después salvar pedazos de la historia y relleno los agujeros con los sueños que había olvidado desde su infancia. Tejió una mujer distinta a las demás. Tan perfecta que Dios tuvo que cederle el trono del cielo. A pesar de que humildemente rechazó, alegando que ni siquiera se había esforzado en pensarlo.

Pero a él, le salían bien los cálculos. Toda la ecuación funcionaba correctamente, salvo un pequeño detalle, que al parecer si lo tenía. Los datos no eran sino estimaciones de valores desperdigados durante años de averiguaciones. Cosas que había encontrado y que aun podían valerle. Sus cifras servían porque las había reunido, pero lamentablemente había incógnitas imposibles de descifrar y que algo que no existiese ni aproximado pudiese remplazar.

Los cristales resonaron como granizo sobre el techo de un coche. El sistema se hizo añicos y todo se fue al garete. Años y esfuerzos desperdiciados o quizás no tanto. A esas alturas la confusión era tal que ni el narrador tenia ni idea de por donde iban los tiros.

Es frecuente…

Lo importante al fin y al cabo. Es que su mujer perfecta. No era más que una quimera formado a base de pedazos de fantasía mezclada con realidad. Una utopía con nombre de ángel y lengua de demonio. Esta vez no hubo barro ni costilla… Simplemente papel y tinta. Sudor y lágrimas en unos calvarios de noches mezclados con días, fundidos en una sola línea de tiempo.

Abandonó sus viajes a la luna para condenarse al tormento de la gravedad de sus actos. No se preocupaba de medir sus acciones desde otra perspectiva, para él todo le daba igual. Pero las consecuencias habían terminado por llegar a salpicarle de problemas. Necesitaba desaparecer. Subir mas allá de todo ese aire contaminado por las mismas ideas que arraigan profundas en la tierra desde antaño.

Decidió volver a la luna, a esperar que cicatrizasen las heridas. Mucho tiempo combatiendo con un enemigo que no era sino un fantasma residual de algo que ya no existía. Difícil de abatir porque siempre se levantaba.

Mejor… menos esfuerzos. La alegría es una experiencia condensada durante años para brindar por todo lo que se ha dejado de ver con los ojos. Por fin había vuelto a abrirlos y puede que la luz le molestase durante un rato. La niebla nunca ha hecho bien a ninguna persona.

Se olvida del peso del mundo… siente como todo queda atrás, lo deja precipitarse por un agujero negro que absorbe lo que no es importante para ese viaje. Se desea buena suerte y sonríe de todo corazón cuando recuerda de nuevo esa sensación que sabe a placentero sueño reparador.

Sus ojos de despegan de esa realidad y le llevan a donde quiere estar… El veneno deja de destrozar por dentro y un suspiro de alivio suena al fin en sus labios. Conforme sube su pensamiento se va aclarando como una resaca que remite.

Siente el vientre suave de la noche de los tiempos. Suena para él la música del universo que interpreta una vida con una sonata de algún compositor tan humilde que desapareció dejando al silencio sin sus canciones. Tienen sabor a gloria y aroma a incienso… la arena blanca se entremete entre los dedos como si fuera liquida. Fabrica figuras moviendo sus brazos mientras permanece aliviado con su cabeza rapada.

No recordaba que era la felicidad de no tener el pelo largo. A veces las cosas pequeñas desaparecen bajo el peso de lo que parece importante y hay que volver a descubrirlas debajo de los escombros. Fragmentos olvidados que pueden alumbrar de nuevo una vida.

Pedazos de cosas que estuvieran antes de ella. Piezas de esa melodía que se extravió entre tanto documento. Tesoros camuflados como ranas en un cuadro de hojas. Improbables encontrarlas sin usar el tacto. La maldita ecuación no vale una puta mierda en el mercado actual. La mayoría son perdidas.

Quema sus recuerdos con un mechero encontrado en unos pantalones que llevaba tiempo sin ponerse. Hoy le quedan especialmente geniales y casi es un tipo nuevo. Solo necesita unas capas de pintura y quizás un largo descanso en la Luna. Pero antes tiene que terminar una cosa.

Tienes que solucionar algo… es una sentencia muy dura para ser contener en una sola frase deber y obligación en tan poco espacio. Por fin se da cuenta que el resto de ecuaciones habían dejado de funcionar porque gastaba el tiempo inútilmente con una operación imposible de resolver. Quizás en su momento 0 en que todos los datos eran correctos.

Pero a esas alturas… Sencillamente era misión absurda… que no imposible. Un respiro de aire congelado abre el mundo a cualquiera y esta vez ninguna muerte podría ser mejor señal que sus sensaciones.

Ella no existía… y su mujer perfecta era un burdo invento desquiciado. Su forma volvió a ser un manuscrito de papel cuya sangre no era mas que las palabras escritas por alguien que perdió la razón y su orgullo en un mordisco sin retorno.

El veneno hizo el resto y arraso con toda voluntad. Pero el frío es capaz de cosas increíbles y tanto hielo acabo por volverlo inerte. Una vez curado de la ponzoña… decidió acabar con todo esto.

Cogió el libro y lo arrojó al infinito… le devolvió la libertad de ser su propio dueño, unos amarillos ojos de gato negro habían servido de despertador y una vez resurgido. No quedaba más que avanzar. El tomo se precipito como una bala de cañón hundiéndose en el océano. Gabrielle se esfumó en un segundo con su nombre diciendo adiós en silenciosa despedida.

Los sueños con los vivos, pesadillas para los muertos… Esa increíble mañana con los piares de las estrellas trinando ante el amanecer era tal y como sonaba en su infancia. Se disculpó con una caricia en la piel desnuda de su luna… decidiendo olvidarse del resto. Todo era mucho mas ligero sin esa carga que soportada gramo a gramo a diario durante años no había sido identificada como lo que era. Un peñón enorme e independiente dentro de sus zapatos. Y ahora había decidido abandonarle.

Vació sus bolsillos de todo aquello que no necesitase. La arena hizo el resto… volvía a sentir como el tiempo real sustituía todos esos momentos eclipsados por aquel error continuado y cuando concluyó.

Recordó aquella maldita frase de Bob Dylan. Te dejaré estar en mis sueños, si yo puedo estar en los tuyos. Tachó su beso de la memoria y dejo vacante ese primer puesto. Si una norma no se cumple… es mejor no poner un dato cualquiera.

Recuperó sus sueños aquella misma noche que sepultó en una despedida 9 años de insomnio tejiendo sueños inventados. Lo artificial no tiene conciencia y un gato tampoco… vive por estímulos. Puedes compartir casa, pero sus huellas son diferentes a un pie humano.

El rompecabezas toma forma sólida y la quimera se vuelve de carne y hueso. Ella aparece en ese preciso último beso.

Decide actuar… entra en acción y rechaza ese mordisco que le robaría una vida. Se da media vuelta y le dice alejándose.

Ha estado bien… deberíamos repetirlo algún día. Quizás podamos tomar un café en otro momento, porque ahora es que estoy bastante ocupado. Necesito relajarme. Comprendes…?

Siente su figura desplomarse envenenada con la propia toxina de su lengua a causa de haber tragado saliva. Por fin comprende que Gabrielle solo era un espejismo en las noches de luna llena… y que la verdadera realidad se vive todos los días. Lo inventado se vuelve papel mojado en una piscina dejando a la tinta desangrándose ahogada en un baño de pis de niño.

Buen final para un mal tan bonito. Ella muere y el narrador mantiene el trabajo. Pone los puntos adecuados y decide corregir las faltas de ortografía. Pone el cartel de cerrado por vacaciones… y el de volvemos después de la publicidad.

Hacen falta fotos nuevas para decorar las paredes que han quedado vacías. Sangre nueva para viejos corazones. Un suspiro de frescor con sabor a hierbabuena y limón. Vuelven los granizados y las sandalias. Las prisas se quedan aparcadas entre los atascos de las grandes ciudades y comienza a escuchar de nuevo al mundo bajo el ruido ensordecedor que los humanos se proponen a diario en producir.

Suena el silencio mas puro de las brisas frescas de verano y el oscuro cielo azabache se dibujan rayos de tormentas que no volverán a dar miedo. Los rayos sólo entienden de metales… y él esta tumbado en el suelo. Deja que sus problemas se frían en los infiernos clavados en agujas de lana. Cuando vuelva de la luna.

Puede que todo vaya mejor. Hace sol y su piel vuelve a pintarse de canela. Tiene cartas nuevas y carisma para seguir la partida. Fichas nuevas para una mesa en la que no recordaba figurar.

Sus cadenas han desaparecido porque la gravedad de la tierra se pierde mirada desde el cielo.

sábado, 3 de julio de 2010

Hiedra.


Comete los mismos errores reiteradas veces. Es aquel tío del que decían que nunca llegaría a ninguna parte, pero desde muy pequeño adquirió la habilidad de una orientación formidable y a pesar de ser un caso perdido, siempre lograba encontrarse así mismo.

- Ya es mucho más de lo que podrá decir nadie... comentaba sonriente.

No le iban las proezas... ni siquiera conocía las palabras egocéntrico o ombligo. No importaba llegar el ultimo si con ello conseguía sus objetivos. ¿Cuales?... Nadie lo sabe pero era lo suficientemente feliz como para que algo eso no tuviera importancia.

Le gustaba hacer las cosas dificiles... no es que fuera de ninguna secta apasionada por el masoquismo, no... eso de las congregaciones no iba con sus ideales. En cambio estaba acostumbrado a realizar sus metas cosas por donde usualmente no se harían. Se desarrollaba como una planta en un acantilado. Contra todo pronóstico había logrado vencer a la gravedad y trepaba por la vida como una enredadera cuya existencia no era alentadora en un principio.

No es que no tuviese futuro, sencillamente es que se había empleaba como tópico utilizar los recursos que todo el mundo rechazaba. Si existe... seguro que se puede usar. Así que se ponía manos a la obra y sacaba el modo de salirse con la suya. Por supuesto también erraba, pero nada en este mundo podía borrar su alegría de la cara por su nueva experiencia.

De los niños cuentan que son los mas felices del mundo... y según esta aseveración... el no había dejado de ser nunca un niño afortunado... En alguno de sus viajes dementes. Había encontrado el modo de reírse de todo.Tenía cierta estrella, pero posiblemente no fuese una realmente. A él no le iba competir estúpidamente por algo que todo el mundo pretendía alcanzar. Seguro que su talismán era un lápiz carcomido... una canica de cristal o cualquier minucia que otra persona ni siquiera apreciase.

A diferencia de ellos, colocaba todos sus juguetes preferidos al alcance de la mano. No entendía esa extraña manía de la gente de guardar o proteger sus bienes más queridos. Él mantenía la medida opuesta, ya que si esas cosas le encantaban era porque significaban mucho en su historia. Por lo que disfrutaba de esos sencillos placeres mediante el uso continuado.

Si se rompía pasaba en cambio al armario de las reliquias, y entonces la relación cambiaba a la contemplación de los gratos recuerdos que le traía. Su habitación era su libro favorito de aventuras. No un gran cuarto... ni nada por el estilo. Aunque para él era un santuario donde podía esconderse dentro de toda aquella locura organizada de una manera peculiar.

Todos decían que no llegaría a ninguna parte... pero a veces la gente se equivoca, y tenia pruebas para ello, las calles estaban repletas de los errores que otras personas habían cometido. Recogía las muestras y las catalogaba. Estudiaba las cosas que no debía hacer, pero no podía a su vez perder las tradiciones establecidas y bien arraigadas.

No es que fuera testarudo, que algo de ello si que poseía. Sucede que de todos los errores posibles en el mundo... a él le encantaban los suyos propios. No es que fueran mejores o peores... para él, tenían el significado de la historia.

Puedes borrar muchas cosas con la ayuda de una goma y una buena escoba. Pero no se pueden eliminar hechos del pasado con tanta facilidad. De eso se encargará la amnesia algún día... pero hasta ese momento, sonreía aliviado porque no conocía a esa chica.
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