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viernes, 18 de marzo de 2011

Mareas sin luna ni deriva


Preparo su mundo con el esmero que exclusivamente puede hacerlo unas manos que poseen cinco dedos. Reformo la estancia ampliándola para que el espacio vuelva a producirse donde antes se había colmado. Transformo el escenario de sus historias cada pocos meses para que no se harten de nadar en la rutina. Mismas piezas nuevos vegetales… ese es el contrato estipulado desde el principio de los días.

Nadan entre las ramas que una a una voy colocando hasta formar sus bosques encantados y desconocidos donde husmear comida entre la grava. O donde esconderse de los otros peces que conviven en la pecera. Las normas las ponen ellos, yo simplemente disfruto de sus relatos. Cuentan boqueando como se encuentran y bailan como poseídos cuando el juglar esta cerca.

Dando ruido agudo con sus cascabeles y sus panderetas. Todos reaccionan a la música cuando por el agua navega ella. Burbujas con sueños para los que nunca duermen flotando en la ingravidez hasta explotar en la superficie. En sus ojos el amor de Estocolmo cuando recuerdan quien les alimenta. A ras del cielo no se teme ninguna tormenta y el agua es tan calida como la caricia de la primavera.

Carreras, piruetas, cabriolas y un sinfín de artificios que alegran la vida del capitán sin su navío deseando romper las fronteras y anegarlo todo con la libertad prometida. Hijos de padres cautivos viviendo dentro de su condena. Al menos en mi casa, sus deseos son colores y narraciones inconexas, que únicamente entendemos cuando la noche cambia por día y los relojes comienzan su ciclo de nuevo.

En ese momento en que el cero pone precio sin firma a todos los sueños donde otros descansan. Quedan el amo y sus invitados flotando sin más destino que un océano en calma salpicado por el brillo de las estrellas. Un dulce castigo para los que siguen dejando mensajes dentro de botellas de oporto olvidadas a la deriva.

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