Vivir es muy sencillo, se hace casi sin ningún motivo, con
sólo respirar ya tienes casi todo hecho sino olvidas alimentarte y beber de vez
en cuando. Puedes tener más motivaciones o menos, quizás con un par de anhelos
sueltos incluso puedas ir tirando una buena temporada.
Los proyectos suelen prolongar los horizontes y los plazos
si eres de esas personas tan meticulosas y detallistas que pueden hacer de un
hilo una filigrana.
En fin es simple y sin un coste aproximado que depende en
parte del observador y del observado. A
punto de que pi vuelva a parecer en la madrugada me doy cuenta que siguen persiguiéndome
las matemáticas porque mientras exista la memoria sabré calcular donde me
encuentro. Sin las sumas nunca hubiera llegado a ninguna parte.
Con las multiplicaciones quise ser el dueño de una ciudad
que apareciese en el monopoly, con la división aprendí que no había ningún objetivo
que fuera del todo imposible si se podía abordar desde fracciones más pequeñas.
Con la resta…
Con ella solamente conocí a extraer cosas de un conjunto sin
saber si se podrían reemplazar.
Sigo teniendo alegrías en mis días, tantas como decepciones,
al final de cada jornada suspiro si continuo sin andar por arenas movedizas,
pero sin el miedo consecuente. Nunca fui ningún dios que caminara sobre el agua
o las hiciera separarse. Como mucho la ingiero y paso largas visitas allí donde
el vapor se lleva los problemas a otro destino.
Pero siguen faltando números de las cuentas que antes no
echaba de menos. Faltan muchos luises y
luisas como para que rellene las ausencias, cada uno tenía un gran trozo de
alegría adherido a su nombre, como si su sola mención pudiera solucionar
cualquier entuerto en cada momento de la vida.
No había nada mejor que los veranos con Pepe y sus historias
en el parque o las manualidades en la terraza creando serrín como quien muda la
piel muerta hasta que la nueva aparece debajo dando sentido. El abuelo nos
enseñaba a crear de la nada, a imaginar y materializarlas en algo tangible, que
se pudiera ver. Trabajaba cualquier material pero a nosotros nos daba la
madera, cálida como sus grandes manos.
El tío Nano era de costumbre todo el año desde que nos
enseño a que si corrías demasiado podías dejar atrás los problemas que te
estuvieran atosigando. Tenía muchos más rizos que el abuelo y fumaba bastante
más que su tocayo. Supongo que cada uno se ocupaba de sus cosas, pero la
alegría les acompañaba de igual manera. Amantes de las buenas mesas y mejores tertulias
hicieron de vino un arte y las sobremesas algo más liviano con sus cartas y sus
relatos.
Nano tenía muchos más rizos y ya no logro recordar quien
tenía el pelo más blanco.
Pero de los dos su barriga cincelada en mármol y sus grandes
carcajadas por estupideces que les hubiera pasado. La abuela Luisa… era el amor
personificado, señora desde una buena fiesta hasta para pedir por los demás. Si
calidez tenían las manos del abuelo, ternura tenían las de ella y cariño por
descontado. Nunca hubo nadie más sincera ni con la que se le pudiera hablar de
casi todo. Sigo viendo vuestras sonrisas y recibiendo caricias.
La restas son una putada si no se piensa en peras y
manzanas. La síntesis de casi todos los cursos hasta segundo grado es que
siempre puedes conseguir una mermelada al menos en el supermercado. Que si algo
se rompe puedes reemplazarlo por algo similar o mejor inclusive. Pero a las
personas que se van… a esas no hay manera de sustituirlas. Queda un hueco donde
allí estaban y si tienes suerte y buena memoria puedes disfrutar de su compañía
viajando al pasado.
Es como ir a una pinacoteca. Te pones en frente del cuadro y
te transportas a ese lugar, puedes oler los aromas, sentir el viento oyendo
todo lo que susurra, recordar cada instante y si en verdad sabes imaginar cómo
solo un lunático puede hacerlo, sentir lo que sentiste en primera persona del
singular sin ningún participio.
Odio a los guardias de seguridad de los museos… cuando
logras llegar a ese momento, suelen recordarte que estas casi fuera de tiempo y
te invitan amablemente pero sin tacto a salir de las instalaciones sin dejar
que te despidas ni evitar que de alguna forma robes algo de ese sentimiento que
estaba latiendo en ese instante. Donde todo era paz y sosiego y las cuentas volvían
a salir como entonces.
Por los que siguen en las trincheras todavía, va por
vosotros.