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domingo, 30 de diciembre de 2012

Deseos de papel



Cualquier día de estos igual me canso de huir y me planto delante de mis perseguidores harto de sentir el aliento en mi nuca. Tengo las piernas destrozadas y el alma hecha jirones al igual que mis rajados dedos. Los servicios se vuelven cuesta arriba en una demanda incesante de bocas de poyuelo dispuestas a comer.

Se arremolinan de tal manera que el cuello de botella, aparece para conceder retrasos en cadena. Voy lo más rápido que puedo, pero nadie me baja la presión. Me echan leña y me piden todo lo que se les ocurra que no pueda tener por lo que tengo tantas puñaladas en la espalda que parezco una tacoma andante…

Salado y dulce se entremezclan de tal forma que la amalgama producida comienza a fraguar sobre mis pies hasta anclarme en ese sitio donde nadie querría estar. Pero desde que perdí la impaciencia, se contar los segundos que me quedan para abandonar el infierno hasta la siguiente dosis. Cantan y yo creo, así anda el juego.

Cada vez hago más y a su vez cada vez queda menos. Tanto para mis ingredientes, como para mi estancia. La vida es una puta que no cobra, pero exige la voluntad. A mi sigue sin quedarme nada en los bolsillos y a su vez mucho que vencer antes de que se termine la guerra y acabe en las trincheras o en los barracones.

Disparan y yo esquivo… No me queda otra para sobrevivir, al día siguiente seguirá siendo lo mismo, salvo que por circunstancias de la producción me obliguen a quedarme parado porque ya no puede haber nada peor.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Cuéntame otro cuento.



Cuenta la gente que una patada en los huevos duele más que alguien te rompa el corazón. Quizás el problema radique que le dan más importancia a la parte recreativa que a la que siente y padece.

Ella me decía que nunca me haría daño, ni jamás me abandonaría. Pero yo la escuche reírse mientras se alejaba en dirección contraria sin ningún ánimo de girar la cabeza, aunque fuera para despedirse míseramente. La gente cuenta mucho y cumple poco, al igual que ese jefe ambiguo que a la vez que te da palmaditas en la espalda por lo bien que lo has hecho, te clava un puñal y lo retuerce sin que te des cuenta.

El primer día del trabajo, comentaron que todo iría mejor, pero meses después sólo hay una soga en el patíbulo y uno a uno hacemos cola para pasar a la palestra y poner la mejor sonrisa que se pueda sin que se note el nerviosismo.

Disparale corre, me gritan, pero yo alejo mi índice del gatillo no por desobedecer una orden ni provocar desacato, sino porque sencillamente no soy quien para matar a nadie que no sea a mi mismo.

Ella, sigue partiéndose el culo escondida en un bunker del mapa. Oculta para todo el que no reciba toda la información. A veces se olvida del silencio y me habla, pero en verdad calla más de lo que dice, y a estas alturas cuenta el doble de mentiras que de verdades. Ya no se sabe ni donde esta el Norte porque dos bipolares al cuadrado simplemente es todo un caos en medio de una paz tan fingida como disfrutada.

El ejército de monos sigue lanzando sus excrementos contra mi ventana. Chillan y disparan sin conseguir un solo acierto, no por falta de tino… sólo porque no me quedo parado cuando alguien me fusila a contrapelo. Sonrío y esquivo. Evalúo y sorprendo con una andanada de bananas que desarman sus peores instintos mientras se la pelan al igual que los que tienen sarna y no les pica.

Antes de que todo se vaya a la mierda, estaré tan lejos que mi sombra no será visible ni desde el cielo. Estoy cansado de luchar por un estandarte que ni lleva mis colores, ni tampoco me representa en absoluto. Me paso el día corriendo sin moverme del mismo sitio, Mi rutina no deja de ser un pozo de arenas movedizas chupándome hasta la medula, para al ocaso escupirme hasta la mañana siguiente. No hay balas con camisa metálica en mi fusil suficientes como para plantearme el suicidio con una pizca de esperanza en lograr mejorar mi suerte. Conjugo el verbo joder en todos los tiempos y personas como si fuera el padre nuestro de un fiel devoto de Dios.

Todo se derrumba y a pesar de ello, sigo recogiendo los trozos rotos con la inconsciente idea de al final del día arreglarlo. Pero cuando se acaba la guerra, ni siquiera hay ganas de ponerse a la reconstrucción de algo que al día siguiente volverá a suceder con la misma exactitud condenándote de esta manera a repetir las cosas a diario sin conseguir una mejora.

Cuando todo termine, desapareceré del radar y daré esquinazo a los problemas… Me olvidare de las responsabilidades sin recompensa y en el tu me jodes, pero yo no en la eterna frustración del que establece la monotonía como reina de sus actividades laborales. Taylor se alegra y a mi se me revuelven las tripas de pensarlo. Si me ves sonreír mientras estoy solo, no te pares. Porque podrías tener peor fortuna que la mía y que a alguien desmemoriado le diese por confundir los vicios con los deberes.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Sigue sin haber fin.



He esperado a que se acabe el mundo y al otro lado de la línea ha seguido comunicando, según parece tendré que seguir aguardando a mis expectativas como de costumbre. Tenía ganas de que todo terminara sin que yo tuviera que encontrar un final. Por una vez la historia concluía sin que todo tuviera que casar de alguna manera acorde para que funcionase todo el conjunto. Al igual que un suicida con miedo a morir yo no podía pulsar el botón de autodestrucción de mi vida. Pero era más cómodo que el propio mundo lo oprimiera por mí.

Sigue sin tener valor… ni existir la justicia cósmica.

Y yo, debo de olvidarme de tener suerte y quitarme las cadenas de encima y eliminar de un plumazo a todo ser de carne y hueso que se proclamase mi dueño por otorgarme un vulgar salario a cambio de mi trabajo. Se acabo la idea de sobrevivir gastando otra vida más de gato, aunque fuese la tercera… y de después seguir haciéndolo por vicio… como quien es adicto a pegar y despegar un velcro con su característico sonido.

Me harte de esperar un cataclismo que despoblara la tierra de todo animal inútil para reciclarlo separando cada una de sus piezas al sitio más oportuno. Ni que decir cabe de que esta vez, no me encontrareis en el infierno, ni en cielo tampoco. Pienso quedarme en la tierra a ver como todo empieza desde el principio, sentado como un buen observador. Dejar que el error se repita sin mediar acción. No soy quien para suprimir libertades.

Pero si soy quien debe de disculparse, por si todo va con retraso para variar. Si esto se acaba… siento haber sido tan yo y tan cabrón. De morder sobretodo a las personas de mí entorno íntimo, por esa rara costumbre de dejar en paz a los desconocidos para así poder centrarme en destruir psíquicamente a alguno de mis círculos. Lamento que cuando ya no entrase más mala ostia dentro de mi finito estomago sangrante, al final pagase todas mis mierdas con los de casa en vez de seguir tragando sin tomarme un almax o un omeprazol. En fin, ya que nadie me calla, iré buscando el final a las seis de la mañana y después intentaré escarbar un par de sueños del techo.

Antes de volver a alimentar al hambriento a cambio de unas cuantas monedas doradas. Pienso esperar a que el mundo se acabe con una sonrisa y también dando los buenos días y por supuesto despidiéndome cortésmente por no perder las maneras. La valentía es mirar a los ojos mientras se desarrolla el desenlace. Yo nunca fui de esquivar a otro par de pupilas. Cuando todo empiece, pienso sentarme a disfrutar de la única película en 3D que puede dañar al espectador más allá de su butaca.

Yo tendré a mis fieles cuchillos al lado y muchos pares de zapatillas para desgastar el mundo buscando las respuestas que en esta partida, porque permanecían ocultas bajo el tablero de la mesa. Sin valores morales ni éticos… sin un ápice de restricciones ni normas. Entonces quizás, si que conoceré el significado de la palabra hombre y podré entender al fin el sistema la humanidad. Sin Dios ni amo… será entonces cuando la libertad sea tan real como el aire incontenible o el incomprensible agua. Puede que esta vez incluso respetemos a la naturaleza.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Fauna urbana.



Caza mujeres como una araña hace con su tela, las captura con los anzuelos de sus ojos…  las imágenes más bellas y después las deja escapar devolviéndolas al río con los demás peces.

Recuerda las frías mañanas de invierno despertándose con desconocidas que habían perdido el brillo de estrella nocturna y se volvía dura luna con las luces del nuevo alba, también siente como entonces el vacío sin sentido de sus entrañas expulsado por su ombligo hasta sentirse una carcasa al igual que el cascarón de un huevo vacío e inerte.

Las presas que le saciaban se han extinguido y sólo quedan replicas a las que les falla alguno de sus instintos o muchos de sus requisitos. Todo parece incompleto a falta de un par de piezas importantes. Su realidad esta repleta de fisuras y grietas que restan valor a las cosas quizás porque dentro de si mismo esta tan roto que sigue sin poderse arreglar y no por recambios sino por falta de mano de obra cualificada para tal caos.

A pesar de sus fallos estructurales ocultos tras su pellejo tiene suerte, en la gran ciudad siempre hay dos pájaros lastimados que buscan la redención en el sencillo placer de un colchón. El baile de mascaras comienza a medianoche conforme las calles se van despoblando como las hojas de una margarita. Cada noche igual… cada día diferente. La misma mierda con distinto disfraz y las dulces guindas adornando la oscuridad de una cama abierta a visitantes.

Antes robaba el alma de cada victima, ahora prefiere dejarlas marchar y no es por el miedo a perder lo que le queda de piedad que es apenas nada… simplemente porque reunió tantas almas en el transcurso del tiempo que ya no tiene sitio para guardarlas. En el infierno tienen un trono esperándole pero ahora intenta demorar su llegada maquillando su historia con buenas acciones.

A veces desea que el mundo se acabe para volver a empezar y no perder en su adolescencia lo que realmente le convertía en un buen hombre. En la actualidad lo es por su edad, pero tiene demasiadas líneas tachadas en su guión personal como para recibir un galardón por sus hazañas. Aunque eso tampoco va con él… nunca fue de menciones le gusta la discreción y su intimidad.

La fama es una droga tan adictiva que destruiría su creada realidad. Siempre fue un cazador solitario… un animal acechante que pasa desapercibido entre las sombras, estudiando a sus objetivos… encontrando sus brillos al igual que los mosquitos porque no le van los débiles. En el placer de la lucha sólo sirven los buenos contrincantes, porque no hay victoria digna en acabar con el menos problemático sino con el que aun tiene energías, orgullo y puede pelear.

No es de esos que se conforma con lo fácil, roba la pasión de sus adversarios alimentándose de ella hasta extenuarlos. Digno de una preciosa dionaea viste su sonrisa brillante escondiendo el acido de sus entrañas y el veneno de sus venas. No tiene salvación pero al menos guarda las buenas maneras de no jugar con la comida en la mesa.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Existencia paralela.




Nací para luchar.

Suena fatal para una vida, pero cuando le encuentras el sentido a la guerra. La paz pierde significado y se vuelve tan irreal como un mal sueño. No puedes saber de algo que no conoces y que ni siquiera has buscado en cada confrontación.

Yo nunca supe callarme, y hasta en mi infancia contestaba cuando debía ser el silencio la única respuesta. Pero si algo aprendí, fue a nunca rendirme y hacer lo que el corazón me dictase aun a riesgo de llevarme una ostia.

Es cierto que me he llevado mucho menos de un tercio de lo que realmente debería haberme ganado, pero es que mi altura y mi cara de pocos amigos cuando la bestia aparece a flor de piel hicieron posible que mi ranking de batallas tenga aun saldo positivo en las victorias.

Cuando alguien escoge su meta o su finalidad suele escoger cosas más sencillas o simplemente se conforman con mucho menos de lo que pedían. A eso de pedir parece que me hizo la boca un monje, porque nunca me han faltado exigencias aunque fuese el último mono al que acudir a pedir opinión.

Y es que cada uno termina tarde o temprano por descubrir sus virtudes y defectos. Una de las que comparten ambos principios a la vez en mi aplastante sinceridad que ralla incluso con la insubordinación. Si no quieres oír algo… quizás no deberías preguntármelo a mí. Si lo haces, atente a las consecuencias de tu elección, porque la mía es asunto propio.

Me reservo más de la mitad de lo que digo o incluso de lo que escribo. Pero no es porque me guste acumular, sino porque otra de mis ventajas es saber donde golpear y por supuesto… dominar la guerra psicológica. Si le añades que es difícil cansarme y casi imposible desanimarme cuando quiero algo, me convierto en la plaga más resistente que haya conocido la tierra.

Si hubiese ido a Vietnam, posiblemente me hubiesen entregado la llave de oro de las ciudades a las que hubiese acudido sin disparar ni una sola vez… Pero tengo la edad que me dieron y no he conocido más guerra de la que yo mismo he dado en todos los sentidos de la palabra. Aún así, me he metido en todos los problemas que me he encontrado por mi camino casi de cabeza y la mayoría de veces salido airoso por suerte.

No por temerario… si no que si afecta a mis intereses o los de mi ombligo, no soy quien para decir que no a nada. Y como lo del cristianismo nunca fue conmigo y lo de poner la otra mejilla era cosa de masoquistas de crucifijo. Escogí siempre la otra rama del ojo por ojo y diente por diente. Ya que a muy malas, tendría un oficio bien remunerado que empezase por O, cosa que no deja de ser redonda.

Algún día lograré callarme y a pesar de que disfrute con el próximo verbo, morderme la lengua. Seguro que al final… llegará un día que hasta pasaré de la confrontación… no porque me haya convertido por ese entonces en una especie de pasota, sino que hubiese encontrado la paz suficiente como para ignorar y perdonar. Pero seguro que no será ni mañana, ni este año. No por nada… tan sólo es que por no perder todas las costumbres a la vez.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Trepadores variados.



Pensaba que el tiempo te devoraría como hace hasta con los buenos recuerdos de la infancia sin que puedas ponerle remedio. Por supuesto le ayude a mi memoria a facilitar esa amnesia fumando todo el humo que era capaz de tolerar y como no, me despeñe tantas veces que aprendí el significado del dolor y sus cicatrices.

Pero a pesar de todo, con el tiempo sólo he ido cambiado yo. De lo que soy a lo que era hay tanto espacio como los kilómetros recorridos entre entonces y ahora, aunque sigo teniendo cosas que nunca lograré cambiar Algunas son buenas y positivas… por lo que me alegro de tenerlas, otras en cambio no son dignas de mencionar porque como única función tienen deslucir la perfección hasta llevarla a la normalidad.

Sigo siendo un bicho raro. No me arrepiento de ello, pero tampoco hago por cambiarlo. A pesar de ser de fuego siempre me ha calmado el agua. En la ducha tiene que ser hirviendo tanto como para mí como para lavar los platos en la pica. Por otro lado me siguen relajando los peces y los acuarios. Los tengo tanto de carne y hueso, como de otros materiales. Sigo nadando cuando tengo tiempo, pero ya no tengo sitios donde bucear como cuando era pequeño y me ganaba automáticamente anualmente unas vacaciones pagadas a la playa.

El tiempo no perdona… yo si. Casi siempre olvido las causas y detonantes porque cuando me levanto solamente deseo que todo vaya bien. A veces lo logro, otras no completamente. Yo nunca quise saber que se sentía en tu ausencia, pero parece que los años se han encargado de enseñármelo en primera persona sangrante del pasado simple del indicativo del verbo sentir. Y la verdad es que cuando el otro día me preguntaron que donde estaba mi línea del corazón y si alguna vez fue mi mano diferente, No supe que contestar.

Quizás nunca sabré si cuando era pequeño como para no recordarlo aún tenia tres líneas en la mano o igual que imanes, sólo tenía dos de algo opuesto entre sí y  es que tengo viviendo dentro de mi pecho a un ser tan bipolar que cuando rompe sus cadenas, todo el que le rodea tiembla. No es mal tipo en absoluto. Únicamente es que a veces no puedo tolerar algunos fallos y por lo tanto algunas veces el vaso se llena tanto, que terminas recogiendo lo vertido con papel de cocina.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Rebajas de saldo.



Vendo mis letras al mejor postor. Todas ellas, incluyendo los puntos y hasta incluso las comas, porque inevitablemente. Mañana cuando me levante tendré un saco que nunca se vacía repleto de ellas y estarán de nuevo dispuestas a que las vuelva a vomitar sobre cualquier superficie donde puedan quedar adheridas.

Hay gente que vive de sus palabras. Se hacen llamar escritores y basan su vida en leer y escribir… en escribir y vivir. En el fondo les envidio porque mis palabras tienen un valor cero en este instante, y no estoy seguro de que eso vaya a cambiar en mucho tiempo. Yo vivo de mis manos, no de mis paginas, podría llegar a ser bueno, pero prefiero quedarme donde estoy siendo yo mismo con mis vicios y virtudes.

No tengo una mala vida en absoluto. Se dice que un buen novelista usa al menos parte de su vida real mezclándola con otra de la imaginada y en verdad me alegro de haber vivido tanto en tantos lugares diferentes, porque cuando miro atrás no puedo mas que sentirme orgulloso de todo mi camino con sus baches y descalabros. Cualquier existencia más mezquina por mi parte me hubiese aburrido tanto que puede que ya no estuviera ni siquiera aquí. En cambio quien puede parar cuando se tiene un futuro tan repleto de opciones que cuesta escoger entre ellas una en exclusiva.

Hasta la muerte me deja notas escritas en mi piel a modo de apuesta. Creen que no lograré tachar la mayoría de las cosas de mi lista. Pero a pesar de ser el eslabón más bajo de la cadena, sigo aquí dando guerra sin poder apagarme por las noches y bailando el resto del día. Puede que tenga que ser el que vaya a trabajar el 1 mientras la mayoría de la legión de zombis guardan cama hasta bien pasado el mediodía, pero yo escogí hacer lo que hago con sus consecuencias y privilegios.

Sigo mandando sobre mi vida y también esperando a esa señal que me haga volver a darle finalidad. No debo ningún favor, pero como buen caballo nunca supe decir no a alguien que me necesita. Así que podéis quedaros mis letras y sus palabras, las que quieran volverán a escribirse bajo la yema de mis dedos, las que no puede que nunca me perteneciesen y sea donde fueren les deseo buen servicio, como a cada uno de mis hermanos, o las demás personas. Porque sentirse sin valor debe de ser tan frustrante como lo sería no llevar las riendas de tu propio camino.

Puede que mañana tenga que trabajar, las fiestas para mi gremio es lo que se encuentra un vulgar martes por la noche, cuando todos descansan y nosotros tenemos que rellenar los huecos de las cosas que pueden hacerse con la herencia de los que matan un día y le dan la bienvenida al siguiente sin pasar por la casilla de salida. Por ahora, la puja sigue siendo de cero, siempre quedan esperanzas mientras no se vuelva negativa la cuenta.

lunes, 3 de diciembre de 2012

El rastro del carboncillo.



Gasto mis días como si fueran lapiceros que se difuminan en el papiro de mi existencia, dibujo todo lo que veo y lo salpico con que siento. Al igual que el frío invierno mi cuaderno se llena de grises y calles abandonadas de su común trasiego al caer el sol. A los árboles todavía están perdiendo el pelo temiendo lo que aún esta por llegar. Media España esta de huelga y a la otra ya no le quedan lágrimas que malgastar. Sólo una minoría empieza a prosperar como las setas en medio de un húmedo bosque… esos personajes ni siquiera salen en mis bocetos. Yo pinto realidades no cuentos para niños que aún no han ido al colegio.

Mis princesas desgastan la calle Montera con sus tacones inagotables y los alquimistas de esta época, descienden de la antigua Rumania y provistos con sus tazas convierten el tiempo en plata sin siquiera hacer nada más que mendigar.

Los caballeros valerosos ya no entienden de justicia porque no es parte de sus funciones, y su único deber es proteger y salvaguardar la seguridad del pueblo, incluso a veces de ellos mismos. Los verdugos, nunca llegaron a extinguirse porque cuando empezó la moda, cambiaron sus hachas, los yugos y mascarás… por traje, corbata y una pluma cuya tinta nunca se acaba a diferencia de sus créditos. Ahora ya ni siquiera se manchan las manos de sangre. Son como una nueva mutación del virus del suicidio, y sólo contamina a los que tan pobres no les queda más que esa deshonrosa salida.

Pero dicen que esto se va a acabar… que todo mejorará y que no será más que un mal trago del pasado.

Y la verdad es que esta muy bien. Con un buen eslogan puede que incluso pudieran usarlo como publicidad subliminal repartido en octavillas. Pero no sería otra cosa que no fuese tan hipócrita como la muerte regalando flores a los ancianos terminales. Yo sigo llenando mi vida con láminas inacabadas y lienzos sin marcos dorados envejeciendo frente al tiempo.  Miro hacía atrás y todo empieza a estar emborronado, como mis apuntes de álgebra de la universidad. Los números siguen sin fallarme en cualquier realidad, salvo que en el presente cada vez son menos y menos… y a veces temo que llegue un momento en el que ya no tenga nada que contar y de nuevo empiece a aburrirme como un objeto solitario en un almacén abandonado. Simplemente sumando polvo, únicamente restando belleza a la vida.

Recuerdo los días con lápices de colores, puedo sentir los verdes llenando de frescor los rincones y los calidos amarillos templando el ambiente y la piel. El azul casi blanco, tan clarito como los ojos de hielo que buscaba por los rincones más oscuros de mi ciudad y también el olor de las flores que ya no encuentro a penas en esta pequeña manzana podrida que empieza a derrumbarse. Cuando todo termine podré volver a pintar paisajes… hasta entonces sólo me queda plasmar la decadencia del hombre que se arrodilla y que dentro de no mucho acabará arrastrándose por el suelo como los reptiles en la involución opuesta de Darwin. Lo peor de todo es que la iglesia vuelve a llenarse de suplicantes que ya no son de aquí, sino de otros países, porque ni siquiera quedan católicos fieles.
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