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miércoles, 24 de septiembre de 2014

Pilas alcalinas.



Empezar siempre era fácil, terminar no lo era tanto… cuando las teclas comenzaban a escucharse en mitad de la madrugada a veces era como una tormenta de verano, corta y violenta o se aventuraba en forma de chaparrón lento y constante sin dejarse un centímetro de tierra sin calar.

Aunque no hubiera rastro de ningún tipo de vacaciones ni en el pasado reciente, ni tampoco en el horizonte venidero. Había logrado descansar durante un poco esa vida tan rara que era la suya. Las noches seguían dándole cuartelillo, los días no tanto. Muy pronto volvería a la guerra pero hasta entonces disfrutaba de lo que era la nada. Nada importante que hacer ni siquiera algún compromiso que cumplir.

Casi había logrado desaparecer del mundo en ese instante cuando el mundo anda tan concentrado en restituir las rutinas abandonadas por el verano que no se da cuenta de lo que ocurre justo al lado. El frío había vuelto a parecer por las esquinas y las desesperantes noches de agobiante calor acabaron por marcharse hacia ya semanas. Los resfriados eran la orden del día y si te distraías un momento pescabas uno sin remedio.

Después de la tormenta, llega la calma era un dicho acertado y también lo era su realidad que se cumplía a su vez en la viceversa, pues desde hacia demasiados ciclos, vivía en lo que venia siendo su particular montaña rusa parecida a la mandíbula de un carnívoro de la sabana.

El otoño llegaba con sus hojas muertas corriendo por las calles abandonadas al ajetreo, incluso el sol se retira para amanecer más tarde y anochecer más temprano. Llega la melancolía de los recuerdos, colocar historias y almacenar cosas que no se hicieron en una lista que la mayoría de las veces acaba en la papelera por descuido. Retoma lo perdido el viento y la lluvia y las calles desiertas vuelven a decorarse con el atrezo de un invierno no del todo desconocido.

Siguen sonando las letras, pero ya no se escuchan ni las palabras brillantes, ni los minutos de oro, se llena de ausencias una novela sin punto final hasta que la muerte venga a sacar a bailar a su último amante. Pero no hay miedo, ni recelo… ni siquiera queda odio y si buenos y malos recuerdos con los que gastar los segundos de silencio que puedan instalarse entre el batir de estrellas y el sonido de las bestias que siembran las pesadillas cada madrugada entre que el cuerpo se apaga y se enciende otro día.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Cruce de caminos.



He me aquí, de nuevo en la mitad de ninguna parte… en ese lugar que no me gusta estar ni me cuesta nada seguir en el. Tacho las décadas en los anillos de mi columna y la mayoría de las cosas siguen igual, sólo cambian los exteriores mientras lo de dentro permanece inalterable a pesar de vivir en una ciudad llena de espejos.

Hacer el mal es tan sencillo como hacer el bien pero mucho menos aburrido, se empiezan con pequeñas trampas, engaños diminutos y mentiras modificadas… pero una vez usas las semillas, lo malo crece como una hidra alimentándose de todo lo que no se puede digerir.

Cuando te das cuenta ya has andado demasiado y no hay regreso… dicen que siempre lo hay, pero nadie se acuerda de que algunas memorias son mejores que otras y que no hay salvación cuando existe un hemisferio del cerebro abarrotado de información útil para la supervivencia pero no para la sociedad.

Así que guardas a otra bestia en tu prisión personal y te pones otro traje de camuflaje para parecer algo más inofensivo cuando salgas a la calle a la mañana siguiente. Lo único seguro es la muerte, la vida es incierta es un eslogan que deberían poner en la radio en vez de tanta publicidad.

Te acostumbran a los limites y a las fronteras, te enseñan a no usar atajos y a persistir ante las dificultades. Te ponen trabas y administraciones para que el tedio acompañe a tus gestiones como una sombra. Para cuando te dicen no, ya tienes unas tragaderas tan amplias como la boca de un túnel destinada a un tren de mercancías. Al llegar a la madurez has olvidado los sueños, casi no te quedan sonrisas y las esperanzas llegan junto a la nomina lo antes posible cada mes.

Comentan en las noticias que casi hemos salido de la crisis. Que ya se puede respirar cuando en el horizonte se empieza a vislumbrar la silueta de la siguiente ficha de domino que piensa aplastarnos. El mundo esta tan desnivelado y la justicia es tan pobre que cuando me dicen que tome más hierro en mi dieta, en vez de en lentejas me imagino viendo como cae una espada flamígera desde lo alto del cielo y comienza el principio del fin.

Al final mientras mastico las legumbres que deja en mi boca el metal de la cuchara, me olvido de la muerte, del dinero y de ese abanico mutable dependiendo de la persona de lo que se considera bueno o malo. Saboreo los minutos de paz incluyendo los que me presta a diario el insomnio y el silencio de la madrugada. Y aguardo al resultado de la próxima moneda que lance en el cruce del camino. Disfruto de la vida mientras tenga un halito de ella y cuando no sea así, lo haré con lo siguiente que me traiga.

El mundo se balancea como una ecuación a medio terminar, que se completa con la participación de desconocidos que trabajan bajo su anonimato. Todavía tengo un ancla y un buen candado para mis bestias. No hay paz que mil años dure sonrío mientras me acurruco en la tranquilidad de saber que cuando se rompa la cadena ya no necesitare más cerrar la celda de los monstruos.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Exceso de equipaje.




Sobran demasiadas cosas cada día que muere y se va por la alcantarilla
no cambian nada ni tampoco significan gran cosa en verdad
costumbres adquiridas con el tiempo que se vuelven rutina
un par de horas menos de portátil no van a quitarte la vida
ni hacer caso omiso del móvil durante una tarde entera.

Hay ropa en armario que se pasa mucho tiempo sin usarse
y electrodomésticos que todavía no se han estrenado siquiera
en un siglo que deberíamos estar volando o ya en Marte
seguimos embobados con la magníficos programas de la tele
gastamos la mayoría de la jornada como si fuera reciclable
pero pocos salen por la madrugada a llevarlo a sus contenedores.

La palabra cuesta menos que una imagen y el honor se estudia en los libros de historia
la ironía sigue visitándome a diario para escarbar en los cajones de mi vida
y lo que debía ser, nunca será y lo que era volverá al presente todavía
como la condena de los enfermos crónicos que no tienen cura sin publicidad
porque el morbo vende, o incomoda, o ofende… como si fuera literatura.

De mal gusto, soez y vulgar,
como despertar de la peor resaca de tu vida en mitad de una iglesia
desnudo y desorientado
y desconocer la respuesta correcta a la pregunta del cura.

¿Qué hace usted aquí de esta manera?

Pues no lo ve…
Estaba durmiendo con los angelitos.
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