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jueves, 27 de enero de 2011

Mañanas soleadas.


Cada mañana se vuelve un poco más lagarto que el día anterior. Sus atracos ni siquiera se consideran un delito, por lo que sin remordimientos coge lo que quiere a manos llenas depositando como devolución al pago una gran sonrisa. Una de esas que tienen una luz especial que sirven de billete a otra parte.

Sale a la calle y comienza su canción, sus pasos se dispersan en mil direcciones distintas y su cuerpo se divide como un óvulo fecundado… cada uno va a su destino, sin mirar atrás ni hacer preguntas porque todos conocen perfectamente el camino de regreso al hogar, su plano esta dibujado a relieve sobre la palma de su mano izquierda para que con una suave pasada sepa por donde ir y sólo tenga que hacer caso a su olfato para orientarse.

Sigue a su mano y a su cabeza, porque en el corazón para variar la dirección esta cambiada. Guarda su tesoro en el único sitio en el que esta a salvo, porque para sacárselo antes tendrán que matarle y si lo consiguen… que más da, no podrán preguntarle después que significa lo que sea que encuentren, por entonces ya estará camino a cualquier parte que no sea aquel sitio. Puede que a ninguna… o quizás sepa donde ir justo cuando ya nadie pueda verle. Se ira a otro lugar con un saco de almas tan largo como un tren de cercanías que lleva año recolectando como el azafrán con el cuidado de las puntas de los dedos

Sonríe al sol y este le devuelve el saludo alumbrando con más intensidad recíprocamente. La carrera del astro rey por convertirse en una nebulosa imponente esta en pleno auge y en periodos de pujanza… hay que ser un idiota sin los pies en el suelo para no apostar por su irremisible victoria, como quien juega a los caballos que desgastan la llanura hasta volverla una cordillera escarpada repleta de dientes afilados donde dejarse la piel a pasar por encima las mañanas de invierno.

En esas que al saltar de la cama, te encuentras el suelo de la habitación repleta de minas heladas de esas que secuestran a bocados el calor residual que quedaba en la cama tras haber gastado horas en calentarla. Pero no importa nada porque al menos comienzas la mañana dando saltos, no importa si de alegría, amor, pena o desdicha, cada cliente escoge el menú al comenzar la jornada.

Cada día es como una noche todavía sin fabricar. No se puede hallar las cosas buenas con tanta luz porque sin el brillo que las hace fáciles de encontrar al caer la noche es una tarea cansada, pero seguro que siempre puede conseguir algo sorprendentemente nuevo a cada jornada pasada. Sólo hay que saber agradecer lo que recibes a cambio de nada.

Por eso mismo guarda debajo de su piel canela cada gramo de sol que encuentra descuidado por las mañanas, corre por la ciudad capturando esos haces que reflectan en las ventanas como un caballo con los reflejos de un gato, acabó afilando sus pezuñas tanto como garras para poder saltar por todas las montañas y recorrer los valles de bajada a la locura de sus sueños de hierba mojada.

Resoplan sus suspiros de aliento calido en la nuca para después desaparecer como una estrella fugaz, con el recuerdo que deja su tacto de sus dedos arrancando cada alma con mordiscos pequeños a base de palabras, de esas inofensivas que recorren el cuerpo como un disciplinado ejercito de hormigas, que se meten por todas partes buscando algo que llevarse a la boca, algo inocente en un principio… una invasión encubierta desde dentro si no se tiene cuidado de poner trincheras cuanto antes mejor.

Corre deprisa cargándose de sol, para ligar con la Luna dándole calor a cada madrugada. Brilla su sonrisa y se eclipsan los sentidos de las irrealidades que convergen en esa pecera donde convergen dos rayos distintos en un solo punto. El agua se turba y los vapores se vuelven tan flamígeros que ni sol, ni fuego, ni infierno están a la altura de los hijos de la noche y del tiempo, sólo queda la nada del agua que es lo único que puede contener la acción devastadora de esos dos elementos.

Mientras exista el mar… la sal podrá cicatrizar todas las heridas que la ausencia presente va marcando con sus uñas cada mañana. Sella sus marcas con hilos de luz para que al ocaso todo vuelva a comenzar. La guerra es dura… pero luchar contra el insomnio es una batalla donde uno sólo puede ganar.

La foto original la podrás encontrar en:
http://pedrogenaro.blogspot.com/

4 comentarios:

  1. Es el poder de los hijos de la noche, se envenenan y se beben ansiosos, como solo ellos saben. Besos!

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  2. voy a entrar a el blog del fotografo, me he quedado media hora mirando a la foto, ¡me encanta!

    igual que tu texto :)

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  3. Si deberias, le he visto cosas muy buenas... tiene una camara por ojo

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