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lunes, 23 de marzo de 2009

Dibujando plumas


Levanto la pluma y el tiempo se detiene en el instante que la primera gota de tinta se precipita contra el papel… contemplo como cae lentamente hasta que queda flotando a un suspiro del choque.

Clavo la punta en la gota y la incrusto en el papel con un toque sutil que inicie el proceso con la delicadeza que merece… la tinta comienza a correr sobre el papiro dibujando las letras en su recorrido guiando a mi mano emplumada hasta la siguiente palabra como un padre que guía a su hijo por las calles de su infancia… con paciencia y cariño… tanto como el que pueda dar y otros día quiera…

En mi caso era distinto la tinta reaccionaba a mis pensamientos y dibujaba las historias con su liquida oscuridad plasmando en el papel un retrato de letras que en conjunto escondían encriptadas un sueño perdido en el olvido de mi cerebro.

Deseo cambiar el sitio y todo sucede en un torbellino… la escritura coge prisa y traza el boceto del escenario marcando las líneas maestras que otorgaran significado alguno y que posteriormente se rellenaran con los colores hasta que el atrezo básico este completado. Sonriso y las flores aparecen por el suelo sin ningún sentido pero las flores no entienden de escenarios y florecen donde quieren.

No me preocupo en discutir con ellas y arranco algunas con cuidado de aplastar su tallo con la presión de mis dedos… hago un pequeño ramillete con toques de rojo y violeta… unas campanillas amarillas caen desde la vertical y a sus lados el resto de pensamientos completan la composición. Anudo con un lazo robado a una niña con coletas que corría alegre por el parque y lo guardo en mi recuerdo hasta que lo necesite.

Camino tranquilo por el sendero de césped que a cada paso me aleja del asfalto hasta que acabo en una pradera donde el rocío empapa mis pies descalzos… no queda ni rastro de la niña… pero no creo que a ella le importase demasiado mi presencia…

Vuelvo a sonreír y planto un par de arboles en el campo… comenzando con un par de sauces al lado del lago… uno redondo como un ombligo en la panza de Buda un círculo perfecto en que ninguna piedra dibuja una piedra que no caiga en el cielo o venga de el… aunque la piedra tampoco sepa lo que quiere… ese lago es muy caprichoso y sabe quitarle le ilusión a cualquiera que no cumpla sus normas esféricas. Que es estar perfecta lo mires por donde lo mires… por lo que no malgastara sus energías creando ondas que choquen entre sí… prefiere la paz y la belleza estética.

Sus peces son tan listos que nadan natación sincronizada… siguen sin tener memoria pero en un estanque sin olas pueden escuchar la voz de los pensamientos y deleitan a su público con todos las peticiones que puedan realizarse por debajo o encima del agua sin pisar tierra firme.

Sigo plantando árboles mientras que con el rabillo veo a los peces bailar el lago de los cisnes… a algunos les salen plumas en las escamas y mientras lleno una colina de mimosas pienso en lo suave que deben de ser ahora sus escamas y uno llega volando hasta mi para volver a bailar sin perder el ritmo entre los saltos…

Aspiro el dulzor del amarillo y margaritas asaltan el campo luchando con una legión de rojas amapolas en formación romana… la brisa se levanta y los colores se funden en pañuelos que flotan sobre el campo de centeno, ahora las caricias de mis manos pueden acariciar su vientre escribiendo palabras en un cuaderno de paja y oro.

Salpico un par de puntos… los que fallo caen al lago y se convierten en nenúfares de carnosas hojas verdes con flores purpura… cojo una de ellas y la coloco en tu pelo… surco el relieve de sus ondas con las manos como arados hasta que puedo descender por ellos sin coger siquiera impulso… en el descenso he encontrado un par de pensamientos que he añadido al ramillete… coloridos y brillantes como las gotas de mar en un microondas…

Un par de estrellas cruzan el cielo y pido tener tu tamaño.

Abro los ojos y allí estabas tendida tu en mis sueños… la pluma seguía en mi mano y se despedía de los peces de tu ombligo… tus ojos de miel endulzaban tu mirada y las pupilas reclamaban el roce de mis labios. Plante un beso más en el recuerdo de los peces que como cisnes se habían esfumado y allí solo quedábamos tú y yo solamente.

Emigre a tierras más altas y antes de llegar al cielo hice un alto en el camino… saque de mis recuerdos el ramo y desate el lazo… deje caer las flores una a una sobre tu pelo mientras su perfume inundaba la caída, cuando termine estire del lazo hasta que pude atarlo detrás de tus ojos… bese tus labios hasta que se acabo la tinta con cien sabores y mil texturas… después volví a mojar la pluma y escribí en tu cuerpo la historia de mi vida. En las piernas mi infancia y los brazos mi adolescencia… en el vientre los poemas de la Andalucía… para el cuello guarde al marqués de Sade y lo que los hijos de la noche me enseñaron haciendo a la luna ruborizarse y para su pecho mi lactancia y madurez… bajo su vientre guarde el baúl de mis fantasías y sueños para que no las volviera a perder.

Escribí mi nombre en la planta del pie derecho y en el izquierdo una calle de Praga… llegamos a casa y servimos dos absentas el mío con azúcar y fuego. Los bebimos de un trago y caímos de nuevo por tu pelo… terminamos en un colchón y una pluma salió despedida de la almohada la cogí en su descenso y moje la punta con saliva de mi lengua. Aparte un poco mi historia y escribí algo en tu espalda.

Era nuestra vida sin saberlo... cuando termine alguien me lo dijo y nunca he podido saber lo que ponía… me he pasado desde entonces mirándote a los ojos sin querer cerrarlos por temor a que las estrellas sólo hubiesen concedido el deseo mientras que el libro siguiese abierto.

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