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domingo, 15 de mayo de 2011

El viento de los tejados.

Era un chico sin par, aunque la verdad es que el mundo respiraba mucho más tranquilo sabiendo que alguien como él no podía repetirse, no por nada en especial… sólo por seguridad. El único problema del que podías quejarte de Eduardo era que era una fuente interminable de contrariedades fermentándose en silencio.

Aunque lo más curioso sin lugar a dudas es que el los solucionaba al momento mientras que al resto le costaba salir mucho más tiempo de los atolladeros que el montaba aún sin quererlo, pero esa parte era lo que realmente hacía excitante quedar con el a hacer algo. Nunca ibas a irte a tu casa decepcionado, ni descontento…

En su defecto, te marchabas aliviado, contento, totalmente satisfecho y tan lleno de vida que hasta una bomba lapa te subiría menos metros sobre el suelo… y es que el triangulo de las bermudas a su lado no era mas que un triste polígono sin demasiados lados.

Por eso decidió dar el cambio… Se compró un ático en el centro en un rascacielos, a sus pies todo el mundo parecía una hormiga ejerciendo su rutina. Comenzó escuchando al aire y acabó encontrando la solución.

Salía todas las noches a la terraza y se sentaba en la barandilla del edificio, inclinaba su cabeza poniéndola entre sus piernas y metía sus dedos entre su pelo… después sencillamente los agitaba mientras lo que le sobraba se precipitaba como copos de nieve en mitad del verano.

Allí arriba el viento era el amo, se agitaba contra su cuerpo arrancando todo lo que no estuviese tan agarrado como el nombre a su persona. Y después de su purga diaría volvía dentro y cerraba la puerta antes de que pudiera formarse cualquier tormenta que ya hubiese experimentando.

A su regreso siempre llevaba una gran sonrisa amplia como un arco de indio y que iba de oreja a oreja. Alguna gente le preguntaban lo que había echo…

El siempre contestaba:

- No se… pero lo que sea. Me hace pesar cien kilos menos y mucho más ligero…

1 comentario:

  1. Ahora, cuando el viento me despeine ya no me sentará tan mal, pensaré que se lleva todo lo malo igual que Eduardo. Eso si, yo no tengo caspa ;P. Besos.

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