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domingo, 11 de febrero de 2018

Con nombre de guerra.

Suena la música otra vez donde el silencio se había instalado. Se van los amigos como hojas en un otoño que se salta las estaciones. No importa demasiado cuando los verdarderos son perennes hasta en invierno.

El tiempo pasa en un goteo incesante que va llenando el balde hasta hacerlo revosar. Ya no existen las presas ni las cadenas, la lealtad es un articulo en desuso tal y como la palabra potosí. El mundo es extraño cuando eres capaz de ver a ambos lados de la realidad.

El dinero es una montaña efímera que se lleva el viento, si no tienes los pies anclados en algún sitio con tierra bien abonada. La deuda de la muerte sigue siendo un talón en blanco los lunes de madrugada. Sin latidos en el corazón que te hagan arrepentirte de algo, no hay vida, pero tampoco hipocresía.

Ahora que tengo los bolsillos vacíos como hace 13 años, puedo volver a ser el gato que llego a la manzana con sus sueños en dos maletas que se han convertido en cuatro y muchas cajas. Mientras que silben las balas en el cielo, no habrá paz. Si algo he aprendido en el transcurso de un camino casi etéreo es que si me presionas el cuello muerdo y que si me miras con ojos de fuego, no te asombres de que la guerra restalle en el interior del pecho.

Mis gritos siguen siendo un ciervo bramando por su libertad. Sino quieres que embista, respeta el peso de mis zapatos, no el significado de ninguna jerarquía que no tenga báculo ni corona. Siempre estaré al otro lado del teléfono. Pero únicamente me comunicaré con aquellos que nunca me han dejado ni por imposible, ni de lado.

Todo el mundo tiene algo por lo que luchar desesperádamente, por eso elegí ser mercenario. Un ronin sin señor feudal por el que sacrificarse, por que la sangre que corre por mis venas es negra como la tinta y tan venenosa, que si me abres la boca, te asfixies con la ponzoña. Desde este lado de la trinchera, cuidado con el ácido que se escurre por mi sien. Yo perdono pero no olvido, es la única biblia que besé desde que salí de una cuna. Para eso soy como siempre he sido. Algunas cosas nunca cambian.

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