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miércoles, 15 de junio de 2011

Niño pulpo.


No tiene tan solo dedos… si no que además posee tentáculos, y a pesar de tener el mundo en sus manos. Siempre quiere más de lo que puede llegar a tener. No es que sea imposible para él, sencillamente algunas cosas no se pueden. Otras… en cambio si.

Nadie manda sobre terceras personas, pero el sigue metiendo mano siempre que puede, por gusto… o por debilidad, no se sabe porque no hay constancia de los pensamientos que alborotan su cabeza por dentro. Pero por fuera un mar de sensaciones se expresa en su cara cambiante a medio paso entre el calamar y el camaleón. Pero es la cama donde reside su autentico universo.

La suerte es un regalo que estrenar por la mañana temprano, y aunque no disponga de su dosis diaria, a veces tener ocho dedos hace que todo sea infinitamente mas fácil… coge lo que desea y la verdad es que desea tanto, que el mundo se quedaría sin nada si no se lo impidiese.

Porque no es que no le caiga bien a la tierra, al contrario, le cae genial, pero no siempre puede lograrlo todo, por la sencilla razón de que si siembra un antecedente… el producto de aquel caso especifico puede llegar a crecer como una alubia mágica hasta llegar hasta el cielo. Y eso no deja de ser una afrenta para los orgullosos dioses.

Él simplemente sonríe… el mundo le da igual, nunca fue tan caprichoso ni tan déspota, convive con la naturaleza que es su única madre y detesta a los humanos que por el contrario son los que le miran extraño… como si le juzgaran por ser diferente, distinto… anormal. Se ríe a carcajadas mientras que toca su arpa con la facilidad que pueden darle todos los dedos con los que pellizca pizpireta las notas de la armonía. No es lo único que toca… pero al menos sus cuerdas no le detestan. Porque en ese momento es cuando forma uno con el resto del universo.

Hasta las estrellas brillan en el firmamento mientras que sus gloriosas manos buscan entre los rincones y recovecos las sonrisas que la luna vierte sobre la tierra, como un polvo de plata fértil que al contacto con la tierra germina y hace que broten lianas de argenta que llenan los sueños de todos los que perdieron la capacidad de soñar con los pies en la tierra.

Trepa como un mono mientras que va acariciando los cabellos que sirven de puente con el cielo. Sin la pena de abandonar la realidad… con la esperanza de encontrar alivio sin que la gravedad le amarre con sus invisibles dedos. Sus huellas son la mezcla entre mar y la tierra. Su mundo es una burbuja invisible, para los que no son de su especie.

Al contrario con los hombres… no se siente diferente, por sus cualidades o por su piel… se siente uno y completo con el mundo, porque no hay existencia si no se aprecia de donde vienen sus orígenes y se es lo suficientemente humilde para aceptarlos con la gracia de que cuando le digan que es un pulpo, asentir con la cabeza bien alta.

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