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jueves, 16 de septiembre de 2010

Rainman


Y por fin se cumplen las macabras advertencias del viejo loco de los galos… El cielo se parte en dos dejando al descubierto su negro vientre. Entre el rugido atronador de los relámpagos aparece montado en un rayo el hijo del Dios del Trueno. No tiene miedo, ni siquiera duda, no pestañea. Lleva su vida atada a la espalda y no recuerda cuando empezó a surcar los cielos de esa manera, la única que conoce... la religión de los señores del cielo incluyendo a sus vecinos los pájaros.

Conoce todas los tipos de nubes desde arriba, no desde abajo como ocurre a los simples mortales. Cabalga entre ellas como sobre campos de algodón. No teme las caídas porque nació para volar y nunca ha perdido un rayo bajo su control. El ruido no le molesta, escucha con todo el cuerpo y se estremece por completo. Vibra con cada destello junto al flujo de la energía… flota sobre el sonido… la luz es un simple camino dibujada debajo de sus pies.

Lo que está por detrás de las nubes, no tiene interés alguno, porque quien piensa en pisar el suelo si puede recorrer el mundo tantas veces al día como voluntad tenga. Le gusta surcar la levedad del aire, la ausencia de todo. Sintiendo como rugen sus tripas estrepitosamente al compas de los estruendosos fogonazos.

Vuela, ríe y vive… sin ninguna ley que no sea natural. Como neutral devuelve lo que toma y eso podría extenderse en todo lo referente a su vida social… pero él ni siquiera usa de eso… Tan solo unos pocos pueden permitirse hacer sus tareas, dicen que eso es cosas de dioses… él las denomina trabajo de campo.

No conoce otra cosa que recorrer el cielo, no recuerda ni a sus padres, ni su nacimiento. Siempre han estado los rayos… el cielo y los rayos, por muy atrás que consiga intentar recordar… exclusivamente ha dedicado su vida a ello. Cuando le juzguen, tendrán que ser muy buenos en demostrar que no ha llegado a la excelencia en esa precisa área, no le importa que todo se reduzca a un destello porque el suspiro tardará una distancia en llegar.

No tiene prisas, domina la luz, como si fuese un mandamiento. Contrólalos a todos los truenos para reinar en el cielo y desde entonces, ha cumplido sus doctrinas. Afloja el ritmo para que su pelo deje de ser una estela plateada que flota en el vacío que deja a su paso. Raja el firmamento iluminándolo de lado a lado… el sonido viene después…

Ríe a carcajadas mientras la gente corre asustada a resguardarse… no hay melodía más dulce que la caída desde el cielo. Pánico mojado que le hace sentirse el amo del mundo. Ya no quedan Dioses… tan solo la ausencia de lo que se perdió entre las tantas guerras que asolaron su existencia. No más compañeros, ni hermanos, ni siquiera sangre que rescatar o tomar represalia alguna… los titanes se han escondido… y solamente él continua oteando desde el cielo la oportunidad de la venganza. La electricidad su pasión. Edison su mayor fan que siempre le observa desde el cielo embelesado de la belleza de su arte. Todos sueñan con él. En cambio no se casa con ninguno.

Vive libre… muere en paz… escucho una vez y así lo hará algún día precipitándose al suelo agarrado fervientemente a su muerte… un gran explosión junto al olor del azufre y tierra quemada. El fin de los finales… pospuesto siglo a siglo por el simple placer de reinar en su castillo, el cielo.

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