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domingo, 12 de septiembre de 2010

Destino


Cruza los dedos y espera que suceda. No pone todas sus ilusiones en ello, pero si gran parte de la esperanza que le queda en los bolsillos. Sabe esperar y decide hacerlo. No tiene prisas porque desde pequeño aprendió que las cosas suceden a su debido momento. Así que se sienta cómodamente y comienza a soñar despierto.

Aguarda en silencio recorriendo el globo en forma de pensamientos. Salta de ciudad en ciudad en un breve lapso de tiempo. Cuando concluye su particular vuelta al mundo. Decide que la vida tiene que seguir girando, no por nada… sino por seguir la inercia. Pero antes de volver… guarda los mejores trozos de sus recuerdos dentro de la cartera.

Tiene una colección increíble que usa para equilibrar la balanza, tiene un cierto parecido a un equilibrista, pero no deja de ser un simple alquimista que busca la realidad sobre la felicidad. Tiene buenas formulas y montones de hojas repletas de cálculos que crecen hasta caerse por las márgenes. El caos inunda sus sistemas aunque de eso hay en todos lados.

Mantiene la paciencia y conserva lo que le hace ser capaz de llevar media vida expectante de un simple suceso, tan deseado quela carta más pura e increíble a los reyes magos, se transformaría en un instante en algo factible. Lo suyo no tiene la etiqueta de imposible, pero el improbable resuena a eco de pasado y se ríe en cara las frías mañanas de invierno.

A pesar de todo no cesa en su empeño. Sabe lo que quiere y eso sencillamente ya es mucho más de lo que llegará a conseguir medio mundo. Al menos en una cosa, porque para el resto de opciones, no tiene ni idea de cómo guiar sus pasos. Come lo que piensa en el momento dejando que su estomago decida por él y trabaja en lo va saliendo. Si hubiese tenido que estudiar algo no habría podido escoger donde. Porque le gustan tanto las cifras como las letras y en esta sociedad los estudios están delimitados por carreras.

Sonríe para dentro robándole el placer de ello al planeta, el conocimiento va mas allá de una simple pelota… para él es como una piscina de bolas. Le gusta sumergirse en ella porque a cada paso es una sorpresa como los documentales de la tarde… Vive, ríe y sueña despierto, porque alguien le hurtó la capacidad de dormir cuando era pequeño.

Pero no cambia su deseo por el de dormir… recuerda los veranos y sus interminables siestas como forma básica y fresca de escapar del infierno… esas jornadas intensivas en vacaciones donde podía pasar las 12 horas durmiendo plácidamente… y aunque esa sensación de tranquilidad era exquisita. No le importa que su descanso se reduzca a 4 horas al día, porque eso significa que tiene 20 para vivir su vida. Mantiene su único deseo porque la causalidad es un cartero retrasado. Pero por suerte, va dejando mensajes escritos en grande por todas las esquinas para que todo sea más fácil.

Piensa que si deja pistas, algún día logren entregar ese deseo a domicilio, su ciudad parece ahora un museo contemporáneo que deja que las palabras vistan de sentimientos las paredes de los inertes edificios. Escribe poemas y termina pintando una flecha como dirección a seguir. En la puerta de su casa hay un agujero negro con su piso marcado en el borde.

Recibe muchas llamadas pero en ninguna ella aparece al otro lado del micrófono. Pulsa el botón y la trampilla arroja al desconocido al agujero de gusano que le transportara gratuitamente hasta su casa. El chico no quiere nada más que no sea ella. Podría conquistar el mundo, ponerle fin a las guerras, dar todo el amor que lleva ahorrando una vida o simplemente solucionar cualquier enfermedad. Pero en el fondo, solo necesita que ella vuelva para ser feliz. De que el mundo siga su curso, lo deja para alguien más capacitado y ambicioso.

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