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martes, 28 de septiembre de 2010

Lotería al azar.

Lo tiene todo, pero le queda elegir un camino… su vida o sus historias.

Tan sólo es una elección, pero lo significa todo… brillar en una cosa ó en la otra, pero imposible de compaginar ambas a la vez. Es jodido esta en medio de todo sin saber a dónde se quiere ir a continuación. El pasado es una losa con su nombre y apellidos y el presente un espejismo sobre un estanque. El futuro depende exclusivamente de ese paso.

Pero es difícil andar sobre un espejo sin llegar a comprender cuál de todas esas imágenes es la consciente. Así que sigue caminando por una espiral que no lleva a ninguna parte mientras decide donde y en qué momento bajarse para dar el siguiente paso. Domina eso del presente. Alguien que conoce su final, es un escritor que solo rellena los huecos que han quedado vacios durante el relato.

Escoge como… porque o cuando… Todo eso no se puede demostrar sin vivirlo en primera persona así que sonríe afortunado porque su cuerpo es un palacio de propiedad propia. Pero no sabe en qué posición esta. Es curioso saber mucho de casi todo y nada de demasiado. La verdad es que le gusta aprender, porque sigue su viaje de forma automática.

Los días caen como cruces en el cementerio. Cada una te acerca un poco más a cierre por saturación. Pero de qué demonios sirve saber bailar si no vas a utilizar los pies porque te da vergüenza. Así que sigue y lo hace sonriendo. Porque no hay mal que no haya experimentado, vaya a hacerlo ó vuelva a repetir. El presente es un dibujo de tinta en una mañana lluviosa. Todo está ahí, sólo hace falta encontrarlo.

Y es alguien realmente bueno buscando, porque tiene una serpiente dentro de él que lo lleva zigzagueando por todos los rincones donde alguna vez hubo algo que brillase. No es un cuervo… es una historia liquida que se filtra por todas las rendijas. Para desaparecer por abajo y volver caído del cielo. Una quimera sin leones pero repletas de humo.

Las ideas que florecen en su cabeza son como un mar de maíz sometido a un sol del mismísimo infierno. Todo explota sin parar para quemarse después sin dejar rastro alguno. Su cabeza es un libro que se escribe conforme transcurre la secuencia y se borra con la facilidad que tiene una mano dibujando en la arena.

La magia es presenciarlo… el recuerdo es una imagen que tarde o temprano irá cambiando hasta convertirse en otra cosa… en cualquier otro lugar. Nadie conserva nada por mucho tiempo.

La nostalgia es un recuerdo astringente que dicen que no vale nada. Pero a él no le importa porque mientras que cae por la escalera de caracol… no tiene miedo de llegar hasta abajo. Disfruta de todo, porque nadie sabe cuando se acabará lo conocido…

El tiene el final escrito en una servilleta para que nunca se le olvide guardar algo tan insignificante como un maldito trozo de papel garabateado. Un pedazo insustancial y temporal aunque con todo el significado concentrado en un punto final.

Saborea los aplausos porque cuando suceda. No estará allí para presenciarlo. Le divierte la idea porque aún desconociendo el camino. Sabe que le encantara el trayecto. Cualquiera de sus reflejos podría hacerlo mejor. Pero por suerte o por desgracia. Es el único capitán de todos sus barcos. El nombre del buque no importa, sino que de él depende el hilo de plata que dejara como rastro.

Un inofensivo pequeño grano de arena que en mitad de un desierto infinito puede llegar a comerse a alguien, tragándoselo entre las arenas movedizas. Toda acción tiene una reacción. El paso dado es el desencadenante de todo suceso porque la causalidad ha hecho mella en ello. Acaricia su dólar de plata… mientras que arroja la moneda al cielo ingrávido de todas sus burbujas para ver lo que pasa.

No espera nada… siempre le ha dado por vivir el momento, y a última hora hacerlo todo bien al final. Sabe apurar las cosas porque conoce los tiempos… Dentro de la cabeza tiene un archivo lleno de datos para poder lograr sus objetivos. No quiere la gloria, su religión a diferencia de la asimilada por muchos siempre fue a la inversa de todos los demás, no es que le haya ido mal. Simplemente diferente.

Al final todos mueren, la única diferencia es como haber empleado el tiempo. Las buenas partidas se ganan sabiendo desde el principio como terminara el juego. Poder visualizarlo y conseguirlo, manipular el mundo para que todo funcione como tendría que ser y sin dejar de ser un suspiro pronunciado por el silencio. Algo que está sin estar… como barro en un día mojado.

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