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jueves, 23 de septiembre de 2010

Plata o plomo.


Dicen que las verdades caen por su propio peso, pero no ha visto llover nada parecido del cielo. Mira al firmamento pero no hay ni rastro alguno de borrasca. El otoño esta a la vuelta de la esquina y duda por unos segundos que entre tanta hoja muerta, pueda encontrar alguna cosa aún medio mordisqueada.

No pierde la fe… piensa que pierde directamente el tiempo, quizás ese sea uno de esos postulados que suceden en un horizonte temporal a largo plazo, pero se mira la muñeca y en ausencia de reloj se desespera sin llegar a frustrarse. Quiere que las cosas ocurran ya, sonríe irónicamente porque eso es de las pocas cosas que podría tener el común con cualquiera, pero no más allá.

Puede que dejase de creer demasiado pronto, que no hubiese llegado a recibir la inspiración divina, pero según sus cálculos, era una probabilidad tan reducida la de ser un iluminado que descartándola, siguió adelante saltándose los demás casos. No necesitaba que nadie bajase a contarle las cosas ni a dialogar sobre lo que escondía receloso dentro de su cabeza.

A M. no le gustaban esas mierdas. Bastante tenía con tener que usar sus zapatos y esa estúpida cabeza que le buscaba el razonamiento a todo. Pensar no te ha hecho ningún bien nunca… Lo malo, es que incluso en ese absurdo pensamiento… no dejaba de darle a la mente. Y ya estaba realmente cansado.

Cansado de entenderlo todo, menos a ella, de intentar hacerlo bien, para después ver la caída en primera persona y sin medidas de seguridad. Odiaba ese momento en que todo iba bien y a continuación el infierno se abría debajo de sus pies y le tragaba de un mordisco. Le repulsaba ese instante porque aunque siempre estuviese preparado.

Realmente nadie podría escaparse de ahí… Quería las respuestas, y las quería ya, si hubiese podido las habría pedido para ayer. Pero el servicio está fatal últimamente. Echaba de menos tantas cosas que mezcladas entre ellas formaban un conjunto similar al pasado sin llegar a serlo.

Pretendía de alguna manera dejar de estar inseguro, de conocer las respuestas antes de llegar a formularlas… conocer por fin la verdad de todo este tiempo que ha naufragado entre dudas hasta hacer irreconocible la realidad. Saber qué es lo que piensa la otra parte, no tener que ir jamás con los ojos vendados, olvidarse de las trampas, de los lastres, de las mentiras.

Vivir libre… como lo hacía antes, prefiere cambiar al mundo entero por ella, lo hace porque sin ella no tiene sentido. Una razón… un porque, ninguna necesidad, solo la voluntad de seguir sus instintos. No le queda nada más… una chaqueta de cuero y su estilo personal.

Si mañana fuese su último baile, estaría preparado, porque lleva tanto tiempo ensayando que sería capaz de encontrarla con los ojos cerrados. Sintiendo los escalofríos guiarle en la piel, hasta ponerse delante de ella. ¿Después?

Simplemente se olvidaría de pensar para concentrarse en el único anhelo que tuvo nadie y logro conseguir. Esa tarea pendiente que torturaría a un esposado a cadena perpetúa. Una razón de existencia con nombre y apellidos. Su otra mitad esperando a ese momento en que la misma música suene a la vez para los dos en ese preciso momento.

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