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miércoles, 8 de abril de 2009

La meditación de Thais




Dios ha muerto y la reina se ha tirado a la corte entera. Cierro el mundo como un libro que suelta una nube de polvo antes de plegarse por completo con un portazo. Me he mudado a la luna otra vez y desde allí arriba todo se ve mas claro.

Las líneas parecen marcadas a fuego y cuando no tienes ningún pie posado donde puedan aparecer problemas te das cuenta que en su ausencia… la vida vuelve a tener tacto de seda. No pienso quedarme aquí mucho tiempo. Tan sólo es una parada en el camino.

Perderse en el lugar al que van a parar todos los sueños extraviados… tumbarme en su fina arena de plata y dejar tranquilamente que todas mis preocupaciones caigan sobre bombas en las noches de Irak.

No quiero volver sin haber extraído con meticulosidad todas las manchas que tenia mi alma… al despertar no me había reconocido ya en el espejo. Y el tipo que allí se reflejaba no tenía ni un ápice de mi esencia. Era un maniquí de conciencia humana que había terminado por acostumbrarse a las normas y leyes que asolaban a la sociedad.

En el transcurso del tiempo que se había convertido en un hombre, abandonando la ilusión de no cambiar… y la chispa se había ido apagando hasta el extremo de que ya no podía escuchar las campanillas… oía un simple tintineo, pero se había ido la sensación de chocar una y otra vez contra las paredes haciendo mil notas de metal resonar hasta el infinito.

Se habían marchado todos los sueños que pellizcaba a las nubes como panes recién salidos del horno… también habían desaparecido los aromas que le trasladaban a otros países lejanos donde podía pasar unos breves segundos volando rápido por sus ciudades.

Desde aquí arriba todo había vuelto como si hubiese salido de la niebla… de una densa y aletargante como las caricias de una madre cuando tenías fiebre. Ya no sentía nada en la piel y el tacto había acabado por mudarse exclusivamente a la punta de los dedos.

Una vuelta más y las arenas siguieron limando las imperfecciones como el bicarbonato con los metales. Unas capas de piel muerta más tarde estaba preparado para tomar mi primera comida… volé entre los cráteres buscando los sueños mas tiernos y bebí de los más mojados. Al atardecer tomaba granizados en la puesta de sol. El tiempo trataba amablemente a los que acabábamos en aquel satélite.

Por la noche el hielo nos mantenía criogenizados hasta la salida del sol abrasador que nos extraía del rigor mortis… su energía nos inundaba cada centímetro del cuerpo dándonos nuestros desayunos de campos de trigo regados con luz y cerveza fría cayendo por la garganta proveniente del glaciar de la manzana de atrás.

Hacia quizás demasiado tiempo que no acababa en mi planeta de nacimiento. Pero una vez allí nada había cambiado desde entonces y todo seguía congelado esperando a mi regreso. Por las mañanas tomaba el sol mientras construía castillos para después vivir en todas sus habitaciones.

El tiempo se convertía en un reloj de arena que se giraba sólo cuando quería y la paz lo cubría todo con un hilo musical de flautas y violines… un piano saltarín escupía tonadas de vez en cuando lo bueno era que entonces salían unas pequeñas flores doradas que bailaban agarradas de las hojas saltando al compás de las notas.

Creo que me quedare aquí una temporada…

Lo suficiente para que todas las cosas que abajo quedaron pendientes terminen por caducar, incluso puede que espere a que todas las personas se olviden de mi rostro y las cicatrices terminen por alisarse de nuevo.

Volverme un pequeño ermitaño que busque las respuestas preguntando a las estrellas en vez de a su ombligo… dibujar un calendario en la superficie de la luna para así contar día a día como se mueven las estrellas como el diario de un esquizofrénico. Quiero volver a mirarlas a los ojos hasta hacerlas ruborizarse.

Quiero sus brillos como cuando era pequeño y miraba a la noche a su vientre dibujando líneas entre los puntos separados. Me encantaba la sonrisa de la luna desde abajo… pero desde arriba… tengo una pecera enorme con todos los animales que Darwin fabrico con plastilina y arcilla.

Cuando tenga fuerzas suficiente para volver a la tierra, volveré a tirarme por el precipicio hasta caer como un meteorito en la cama de mi alcoba… pero por ahora el aroma de todos los quesos alimentan mis sueños y las estrellan vuelven a dibujar para mí las ilusiones que recuperaron de mi pasado.

Mi corazón vuelve a zurcirse con una aguja de cirujano e hilo de bridar. Cuando acabe la semana se habrán cerrado todas las cicatrices que las espinas de las rosas que te deje en la ventana habían dibujado en mi piel. Y cuando la sonrisa haya recuperado el esplendor del amanecer en la montaña podré volver al mundo que cerré como un libro dando vacaciones a sus personajes.

Cada uno tiene escrito dentro de sus pantalones que le deparara el destino y en las suelas de sus zapatos escondidos mapas que guiaran el camino con mas suerte o mas desgracia que el alcohol haya podido brindarte con su mejor copa. Pueden sobrevivir sin las narraciones incoherentes de un autor desquiciado. Pueden vivir como siempre lo han hecho. Buscando la justicia con los ojos tapados.

Cuando el mundo deja de emitir su rugido… los pensamientos se escuchan tan nítidos como la voz que cada mañana te decía que te levantases… una voz sincera y taimada que has escuchado desde que tu madre lo hacia en tu infancia.

Una voz que se había perdido en el estruendo del planeta. Ahora hasta la naturaleza te habla desde las profundidades del espacio… esa voz es suave y melodiosa como el trinar de los pájaros de la mañana. Una sincera propuesta de cambio de vida… el ofrecimiento de volver a ser un fauno lunar que repone los sueños perdidos en las cunas de los bebes.

Desconecto los oídos y me dejo deslizar por la superficie de la luna… la calma me alberga en sus brazos y el tiempo deja de suceder para dar paso a la nada absoluta ausencia de dolor.

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