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domingo, 26 de abril de 2009

La Venus de Afrodita


Todo estaba escrito y eso por supuesto tenia que estar apuntado por algún papel de los que colgaban del corcho como medallas de una batalla que ni siquiera se había librado.

Predicaba una frase sacada de una pecera de cristal. Al azar y que rozaba la afirmación de que la perfección no existía. Y que en su defecto se tendría que sumar todas las variables… restarle lo que no nos gustase y al terminar rezar porque el resultado fuese positivo.

Sino al menos lo habríamos intentado…

Pero lo que me había encontrado aquel día era diferente. Ese pedazo de papel había salido ardiendo al contacto de su mirada. Estaba bailando distraído junto a los demás indios que brincaban y giraban alrededor de la hoguera, y de pronto llegó ella anegándolo todo con su sonrisa de perlas.

Se situó tan cerca que una mezcla entre la bruma y la cólera se comenzó a mezclar despacito al ritmo de los chupitos de saliva. La miraba y comprobaba que allí estuviese. Que todo estuviese colocado y en su sitio. Ella seguía en sus trece y eso me desquiciaba.

Salte a la siguiente pista y la música me sumergió en la marea… presentía su mirada pero el océano me llevaba a otro lugar en ese instante y el barco ya había zarpado así que desplazando mis pies seguí el ritmo hasta perderme dentro de él.

Cuando las canciones paraban todos iban a mirarla… yo seguía bailando intentando no pensar en su extraña presencia. En su obstinación de quedarse en ese mismo sitio sacando uno a uno a los indios que me acompañaban en esa pesadilla.

Todos ellos bailaban… cada uno con su tribu y todos con la diosa afrodita. Era un espectáculo digno de mirar cuando ella movía su cuerpo y el silencio se comía al sonido. Los latidos se unificaban en un demoledor golpe de mazos sobre metal. Los colmillos asomando sobre la sonrisa y todos sonriendo sospechosamente.

Ella seguía moviendo el mundo con sus pies y uno a uno cada pretendiente murió bajo su propia debilidad… para algunos el idioma… para otros la velocidad… las manos gesticulando demasiado… una mirada obscena sacada del puro deseo… o simplemente que no sabían bailar el agua como debía ser.

Todo ocurrió y nadie pudo ponerle frenos al río. Cuando quisimos darnos cuenta. Todo había sido arrasado por la corriente. Los cuerpos desperdigados por el suelo formando ángulos poco sanos y más bien imposibles. Corazones partidos por todos lugares en un improvisado cementerio de cristales.

En plena era caótica y el sonido en cambio claro como la melodía de un anuncio que te resulta familiar. Acabas desechando la imagen, pero la música te agrada así que te conformas con mirar hacia otro lado.

Al final terminas sabiendo cual es el coche y cual la gracia… son cosas que ya conoces porque han ocurrido una y otra… y quizás unas decenas mas… así que obvias que lo sabes y disfrutas el momento. Lo disfrutas como nunca antes en la vida. Porque antes ya te obsesionabas con otras cosas como ¿Qué dirán? O sencillamente… No puedo hacerlo.

Pero llegados a un momento el águila grita y el cielo se derrumba. Lo que te rodea se vuelve de gelatina y solo queda una porción de realidad. Ella bailando para los únicos ojos que la pueden ver y los suyos mirándote directamente a las pupilas. Para enterarse de primera línea que sucede detrás los agujeros negros.

Una sonrisa espía mandada por su control mental florece en mi boca y la afirmación se refleja en la suya. La música se ha convertido en el tic-tac de un reloj de péndulo y todo va a su compás. Comienza la balada de las serpientes y los ojos quedan a la misma distancia mientras nada te puede hacer tropezar.

Los indios y demás náufragos contemplando como demonios alguien como yo, ha conseguido acercarse tanto a ella sin decir una palabra. Sonrío y lo ven decepcionados… era ríe de satisfacción cuando ve caer el deseo de ellos como un ramo mustio a la puerta de cita. Las ilusiones suenan junto a los cristales rotos y las camareras tardan poco en barrerlas y remplazarlas por nuevas motivaciones.

El alcohol fluye y las serpientes siguen hechizándose en silencio. La música se ha vuelto lenta y redonda y cuando todo parece acabar un chorro de energía vigorizante hace que el sufrimiento se densifique con un toque de demencial cordura. Un dulce sometimiento que se toma como un atractivo más y los que aun tenían el anhelo de que fallase algún pasó. Reciben un cubo de fría decepción cuando sus manos rodean mi cintura y las mías responden a esa misma llamada.

El mundo se para en el fondo del mar. Una sirena de hielo con ojos amarillos me clava en lo profundo del alma un suspiro lastimero y mis labios le arrancan el más jugoso de los besos.

En el horizonte cae una estrella sobre el mar oscuro. El deseo termina de abandonar mi boca cuando se estrella en el océano. Una sirena salpica a lo lejos y se queda mirando. Sabe lo que he pedido y deseado. Los cuerpos se vuelven una sola estructura de caricias enredadas como algas. La vida se escapa a cada beso y la musa del agua vierte su veneno sobre mis labios como una miel con sirope que me recuerda.

Que todos murieron ante la perfección de su baile hipnótico y la promesa de su silencio. La miro profundamente y beso su gloria mientras la daga cae de su mano. Me sujeta con libertad por la espalda y la cintura y reza porque la noche no se termine sin que los cascos de los caballos anuncien la llegada del sol.

Saboreo una vez más sus labios y el despertador me arranca de la resaca de su sentimiento. Los sueños se han terminado con las luces del nuevo día.

1 comentario:

  1. Oye Kramen, he leído tu despedida de la gaceta y bueno, no quiero interferir ni cuestionar tus acciones que para mí son del todo respetables. Pero, al leer tus oraciones me ha parecido entrever que el motivo de tu partida es que no te sientes valorado o algo así. Por eso quería decirte, que la gaceta de medianoche no es un poemario, precisamente el fin último es la variedad y el mestizaje, como siempre he advertido. Pesa igual prosa que verso, lo que importa es que halla un ramillete literario que, como anteriormente he dicho, haya variedad, porque es lo que enriquece nuestra alma. Es más creo que has hecho grandes aportaciones, con tus relatos tan surreales y engalanados por esos finales tan inesperados. Por otra parte, comprendo que las publicaciones son quizás a un ritmo vertigionoso pero es que claro, somos muchos redactores, y yo siempre he pensado que cuantos más mejor porque hay más ideas y, por consiguiente, más contagio.

    En fin, como te dije antes respeto tu decisión y tras decir la mía, solo me queda mentarte que si alguna vez quieres volver a ingresar, tienes las puertas abiertas, pero bueno eso es algo que creo que ya sabes.

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