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jueves, 2 de abril de 2009

Samuel


Estaba compuesto de notas… su cuerpo era una caja de melodías y sus dedos sencillamente eran esplendidos… centelleaban al contacto con el marfil despidiendo al aire su sonido… algo nítido y con todos los matices que sus autores soñaron… comprendía la música… es más… la hablaba.

Fue un chico especial desde que fue a la escuela de pequeño… a veces no entendía lo que decía la gente y tampoco era muy hablador… pasó sin pena ni gloria todos los cursos del colegio sin destacar en nada que fuera particular… la verdad es que cumplía la media exacta para pasar limpio todos los cursos.

Algunos profesores decían que no sabían motivarle… porque básicamente se desconcentraba con cualquier sonido y que cumplimentaba los exámenes en 10 min. Sacando lo mínimo posible para después mirar por la ventana.

Su estación favorita era la primavera… entonces suspendía todos los exámenes y los aprobaba en la repesca… era el esfuerzo mínimo y por lo tanto nadie podía exigirle mas. Bastante tenían con corregir a la mayoría alborotadora… con este al menos no gastabas tiempo en regañarle.

Todo sucedió cuando escucho por primera vez un solo de guitarra… se le iluminaron los ojos y una chispa ardió dentro de ellos… sus dedos se iban moviendo como si acariciase el aire… y su pie… que no valía para jugar al fútbol comenzó a golpear el suelo como un pato siguiendo el ritmo.

Los mas graciosos del curso se rieron de el alegando que si le había dado un télele… años mas tarde descubrí que lo que le había llamado la atención era un solo de los Led zeppelín en su canción White summer… La primera vez que la escuche… tenia unos 15 años y mi hermano mayor había puesto uno de sus discos… los dos bailamos como locos agitando las melenas y destruyendo los cojines del sofá…

Aun recuerdo la mesa rota con el Thunderstruck… Pero fueron años amables de sonrisa entrañable para dispersar el chaparrón de voces… Mi hermano siempre me acusaba y yo como menor recibía los castigos… a cambio de ello el me consentiría cualquier cosa que yo le pidiera.

La cosa es que hasta que mi hermano me enseño sus discos yo no había conocido el rock, pero a Samuel le costo solo encontrarse con el para reconocerlo. Ese año tuvimos la primera clase de música y todos salimos asustados con la primera toma de contacto. De alguna diabólica forma nuestra profesora exigía que acabásemos el curso tocando la flauta…

El miedo nos había asaltado a todos… bueno menos a uno… Samuel salio sonriendo en una nube de algo que no se veía bien pero que era capaz de llevarle a otro lugar que no fuese ese aula porque los mayores nos cañearían si nos quedábamos demasiado.

Desde aquel día estuvo mas perdido que nunca… rondaba por el pasillo de música como un alma en pena que merodeaba al acecho de una nota que no fuese perfecta… se alimentaba en los recreos de los 3 últimos minutos de clase de 7º y huía cuando se abría la puerta.

Comenzó a no prestar atención en clase pero siguió entregando su media perfecta hasta la evaluación en que música le brindo el primer 10 de su historia y el único de la clase…
Todos apostábamos a que no sabría tocar la flauta después de las vacaciones de enero… pero extrañamente era bueno colocando las notitas en sus pentagramas…

Recuerdo los triángulos que dibujaba con los míos… figuras geométricas y muchos palos de semicorchea en los solos del final… dejar a los espectadores tumbados con los tímpanos destrozados por las graves.

Y después mirar los suyos y ver como fluían arriba y abajo como un arroyo de notas que cambiaban de color a cada rayo de luz… había puentes de notas aceleradas colocados en los rápidos.

Y en sus alegres… veías sonrisas de niño dibujadas entre las rendijas de una cárcel horizontal… pequeños copos de esperanza… incluso flores apareciendo en un segundo plano… sonando como campanillas…

Una vez me pillaron que le había copiado y me hicieron leerla… como no sabia les conté un chiste y me aprobó por los pelos porque Samuel dijo que me había ayudado… el chiste les hizo mucha gracia y el boli rojo del profesor dibujo un 5 en mi cartilla…

De él en cambio recuerdo su boca abierta con su primer sobresaliente…

Pasaron las vacaciones y volvimos con nuestros estupidos estuches de flauta… soplamos mucho y sonaba poco… todo eran chillidos de ratas y babas… pero desde la esquina de atrás comenzó a sonar una melodía.

Una a una las ratas se fueron calmando y los jilgueros también… cuando el silencio se instauro en la caja de corcho solo queda el pequeño Samuel y su flauta mágica… las notas salían por los agujeros y flotaban por el aire viciado tras la clase de educación física.

La calefacción estaba a tope como siempre y en los vapores flotaban las que ya habían quedado por ahí y subían rápidamente a estrellarse contra el techo… algunas salían por las rendijas de la ventana y comenzaban la primavera.

La profesora lloraba como una catarata reposada en trazo continuo y algunas chicas estaban volviendo sus miradas hacia la fila de atrás… yo le señalaba con el dedo índice obviando que estaba claro que yo no podía hacer eso… incluso los ruidosos estaban en silencio amansados… cuando mire sus manos cabalgaban sobre el teclado como una manada de caballos salvajes… todos corriendo con el espíritu unido… flotando por una pradera infinita rodeada de flores.

Desde entonces comprendí que él vivía en otra onda diferente y que ese lenguaje si lo comprendía… podía hablar y hasta entenderlo… sabía contestar a todas las preguntas y incluso sabia apuntar en un papel la música que sonaba en su cabeza.

A los 10 años se lo llevaron a una ciudad con orquesta y con 13 años ya tocaba todos los instrumentos… cuando cumplí 17… vino a mi cumpleaños… me regalo una guitarra eléctrica con la que me dio un concierto de las mejores canciones de rock de la historia… Cuando termino improviso una que derritió todas las anteriores en un barullo de notas enmarañadas… lo suyo era un tornado tragándose un lago hasta la última gota para después dejar caer la mayor tormenta de la historia.


Murió una madrugada en un accidente de tráfico en una carretera de Berlín. Su guitarra todas las noches me tocaba una balada eléctrica antes de dormir... Se que fue un accidente pero un día me dijo que este mundo no estaba preparado para él. Había demasiado ruido y se distraía continuamente… solo se concentraba en espacios cerrados… su mente había escapado a la música del mundo y sus pasos iban en todas direcciones. Antes de morir consiguió sacar los sonidos de un bosque entero.

En mi cumpleaños cuando suenan las 12 convoca a todos los roqueros del cielo y del infierno y baja a tocar a mi habitación a puerta cerrada… reparto cervezas a todos los asistentes y pongo incienso en su honor. Cuando me quiero dar cuenta siempre ha amanecido… les invito a marcharse y salgo a celebrarlo con las ojeras puestas. Ese día se bailar todas las canciones camino al trabajo. Y allí parto con toda esa energía acumulada. Al caer el sol despide mi cumpleaños con un solo en mi guitarra… se pone la chaqueta de cuero y sale pateando con sus botas por la ventana.

Brilla el cielo y sube una estrella… en el firmamento crea estrellas fugaces que caen sobre los artistas que buscan inspiración el en cielo… En el fondo le echo de menos… pero aunque fuera su único amigo… había más gente que necesitaba que él les hablase en su idioma.

1 comentario:

  1. A nosotros nos encanta empaparnos bajo la lluvia, hasta que esta cala nuestros huesos y es entonces cuando nos convierte en manantiales con patas que salpican historias de sucesos imposibles.


    Mañana podré decirte lo que me ha parecido. Eso será cuando consiga salir de la impresión...

    Y espero que Samuel me ayude con su guitarra y me lo exlique a su manera.

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