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jueves, 24 de mayo de 2012

Triple arcano.

Sigo a medio camino entre el cielo y el infierno en un lugar en que algunos autóctonos denominan tierra. Allí el balance entre el bien y mal es una ecuación a medio balancear que cada hijo de vecino rellena los huecos con su libre albedrío. Una marea de rojo y verde salpica donde que sea mires equilibrando la ecuanimidad en un campo de amapolas inmenso.

Yo en cambio soy de esa clase de personas partidos por la mitad aun sin tener término medio. Mi expresión karmita siempre se iguala a cero cuando llega la hora de ajustar cuentas. La verdad es que eso siempre me dio igual. La personalidad es un precio demasiado cara como para desperdiciarla y avanzo a través de los años sin apenas desgastarlos al igual que hacia con los libros del colegio, instituto y universidad.

A veces soy una brisa que pasa sin dejar huella como me convierto en una leyenda de las grutas y cuevas de media España… no existe las medias tintas cuando el ocho se convierte en una seña de identidad. La paradoja perfecta es un comodín a gastar antes de que el gallo cante el medio día, siempre se puede volver a empezar cuando los días superan las 19 horas de duración y fusilas cada momento 0:00 dejando desangrarse al tiempo durante horas antes de aburrirte y marcharte a la cama a intentar hacer como que duermes, cuando hace ya mucho tiempo que ya ni recuerdas el significado de un sueño, por su ausencia.

Te ríes por no llorar y le das la vuelta al planeta para ver como cae la fina arena de un reloj universal que nunca cesa, ni tiene vacaciones. Los gatos siguen caminando de puntilla y desde que aprendí a esquivar ningún alud de problemas a logrado enterrarme todavía. Sigo teniendo la suerte de un transformista combinada con la estrategia de un general de ajedrez. Donde las torres temen a los furiosos peones sindicalistas, los reyes engañan a sus parejas con las reina del otro color, los alfiles dominan el mundo entre las sombras y los caballos seguimos saltando de una realidad a otra igual que ocurre con la noche y el día. A veces me bajaría del crucero y mandaría todo a la mierda, otras en cambio giro de nuevo la bola y disfruto de la causalidad donde aparezco de destinatario.

4 comentarios:

  1. Como bien dices, las medias tintas no existen cuando el 8 se convierte en una seña de identidad...

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  2. Mejor intentarlo otra vez. Mandarlo todo a la mierda es aburrido.

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    Respuestas
    1. Jejeje, pues claro... esa es la manera sencilla de terminar cualquier cosa sin implicarse

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