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jueves, 2 de febrero de 2017

Papa

Pedro Jesús es el mejor hermano que ninguna bala perdida pudo tener. Podrías pensar que un revolver daría más juego a esa función. Pero una pistola solo sabe pegar tiros… no entiende de personas ni tiene opinión ni tampoco ideas. Tu padre, sí que las tiene, y aparte son buenas o bastante más coherentes y responsables de lo que yo nunca hubiese elucubrado.

Si a tu padre se le da algo bien,  es cuidar a la gente. Se encargó de protegerme hasta de mí mismo desde sus dieciséis años. Así que a su edad de ahora es como si hubiese criado casi un hijo y medio. Por eso lo cambiaría por nadie del mundo, porque si estoy aquí ahora escribiendo es porque el hizo algo sobre ello.

Es buena persona, duro como el diamante pero flexible como el mimbre. Siempre hace las cosas de buena fe y para él la palabra asertivo es como si de la Biblia se tratase. Se pone en tu lugar con más facilidad que si fuera el mismo. Eso algo que le honra, asi como que siempre tiene tiempo para ti. Por muy poco que tenga, te ofrece algo aunque le venga mal. No sabe decir no. A veces es demasiado bueno, que no tonto.

Porque de eso no tiene ni un pelo, si… al menos tiene más pelo que yo, o que el abuelo… es otra de las cosas en las que nos ha superado, aparte de la carrera. En eso de estudiar, le pasa como a la tía Marta. Su poder de concentración no es maratoniano, ni titánico, ni de dioses. Va incluso más allá. Destila paciencia a base de licuar esfuerzo en estado sólido y mezclarlas con lágrimas, sudor y sangre.

Es un alquimista que no logro convertir en oro las cosas, pero si alcanzar sus metas de forma memorable y envidiable. Cuando yo pienso que me quiten lo bailado, siempre termino recordando que en la excelencia mi hermano me gana la mano. Y no me preocupa en absoluto que nada pueda pasarle, porque siempre ha tenido alergia a la violencia y el desorden.

Si los budistas fueran del infierno de la Mancha en vez del helado Tibet, ninguno hubiese encontrado la paz interior. Pedro Jesús en cambio tiene plantados el doble de campos de los que haya de azafrán en la región. Me aguanto a mí, al abuelo y encima conservo el pelo… No hay nadie que pueda superarle… y si lo encuentras dímelo… y yo me encargo de destruirlo.


Mi hermano…  me hizo el mejor regalo del mundo. Se llama Nuria y es mi ahijada. Tiene sus ojos en una gama más bonita. Y al igual que hizo conmigo, yo tengo que cuidarte a ti. Por eso no importa la distancia, ni lo difícil que sea. Él nunca me dejo por imposible y tú tienes mucho mejor sonrisa de la que yo pude tener. Así que mi dulce niña dale un beso a papa y hazme un favor. Ya sé que no puedes quedarte eternamente como un renacuajo, hasta las ranas deben de crecer. Pero cuídale siempre. No porque sea tu padre, o mi hermano. Sino porque nunca ha sido tan egoísta de pedir para sí mismo. Y a veces algo tan noble se debe de compensar. Dulces sueños princesa pues no hubo ningún rey mejor en castillo alguno.

2 comentarios:

  1. Bonito y de agradecer que la unión entre hermanos sea tan grande, pero la llegada de una hija/sobrina es un acontecimiento sin igual, es dar vida a la vida, por eso me alegro de que ciertos momentos de la vida se den, ello es sinónimo que la vida sigue su curso, como un rió desde que nace hasta que llega al mar.La experiencia, las vivencias con la presencia de una nueva personilla, es lo mejor que te puede suceder. Vuestro tío Ricardo.

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