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martes, 14 de diciembre de 2010

Cámara Rápida.


Arranco desde 0 y la parábola se vuelve una pendiente, corro más que lo he hecho nunca o de lo que lo vaya a hacer de nuevo y me siento a cada momento más vivo, muchísimo más entero… mis pies se pegan al maldito asfalto como si fuera una lamina de cera, pero no me importa, sigo acelerando hasta que el humo comienza a aflorar de las plantas de mis zapatillas… Ni siquiera eso puede pararme… Pienso mientras que mi corazón mete otra marcha aumentando el ritmo, con lo que las rectas se contraen en un punto y las curvas se convierten en una línea interminable.

Cuando pare de correr habré conseguido dar la vuelta unas tres veces al mundo pero ni siquiera un solo día transcurrirá en el intento, puede que unas cuantas horas, pero son despreciables si merece la pena… Avanzo tan deprisa que los años han comenzando a replegarse en el horizonte… Voy borrando mi edad a rasguños de viento en mi rostro. El túnel se vuelve cada vez más sólido y sus paredes centellean como si ardiesen en las llamas del mismísimo averno de Dante.

Sigo esprintando hasta que todo parece cambiar tan deprisa que dentro de mi cabeza mi cerebro empieza a dar vueltas sobre sí mismo… decido dejar de correr y la inercia me arrastra un par de años añadidos de regalo… cuando logro detenerme he recuperado el cuerpo que tenia a los 19

Dibujo un buena sonrisa todavía sin desgastar y acaricio mi frente para descubrirla sin cicatrices… Suave como la imaginaba y la barba amaneciendo debajo de la piel incipiente y poderosa. El pelo es largo y rizado como el de los ángeles buenos, pero sigue siendo de un azabache intenso y aun poblado. Respiro aliviado por tanta ganancia por regresar de nuevo a correr por la llanura.

Mientras voy tranquilamente a casa, recuerdo cada cosa que he aprendido a lo largo de mi vida, su recuerdo permanece ahí intacto, pero aún tengo el alma entera… puede que esta vez logre sobrevivir también a todas las caídas, pero pienso saltarme la peor de ellas, no porque tenga miedo, temor o falta de ganas. Simplemente lo hare porque todavía no es el momento y ahora he aprendido a aguardarlo.

Después de lo experimentando me he tomado la molestia de correr menos para no avanzar demasiado tiempo, tengo muchas cosas que guardar y todo el mundo está sorprendido de que tan joven pueda escribir y cocinar como si fuera una estrella, me preguntan constantemente como lo he conseguido y entre risas les digo.

Lo he logrado culminando la carrera más larga que nadie podía haber realizado. Corría no para escapar de ningún sitio, sino para llegar a la meta el primero. En algún sitio había perdido el recuerdo de cómo rugía mi corazón cuando llegaba al límite de sus fuerzas, tenía que volver a encontrarme con esa sensación de poder lograrlo todo en el tiempo que hay entre dos contracciones, si encontraba el hueco preciso.

1 comentario:

  1. Algún día tendrás que contarme de donde sacas las ideas para tus relatos, tan originales y únicas. A veces también yo siento ganas de correr, pero para dejar todo atrás.
    Saludos!!

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