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domingo, 19 de abril de 2009

Nawana


Precisas y sinceras… cada pulsación un aliento de vida… una oda a la existencia, un simple rumor que nunca se calla, pues escogió en la monotonía de sus letras la manera de nunca llegar al silencio sepulcral. Nadie baila cuando la música cesa y desde entonces no abandono ese laboratorio de ritmos inmersos en la locura de los tiempos.

Variaba la carta en las estaciones y se aceleraba al ver a la luna aparecer por el horizonte y rogaba entonces a que el sol se apremiara para que llegasen las sombras. Pues tendía a sonrojarse a la llegada de la noche mientras ruborizaba a mismísima Selena contando sus relatos mas descabellados.

Para ocultarse entre las sombras y amarla con la imaginación del que podría conseguir cualquier cosa con el chasquido de los dedos. Pero era un tipo tímido ese extraño corazón que se sobresaltaba cuando se encontraba con una ilusión perdida, o una historia olvidada. En fin se sobresaltaba y bailaba con la sonrisa de los niños y el trinar de los pájaros, con el calor del sol en la cara por la mañana temprano o con la caída de las flores por las lluvias de primavera.

Era un músculo palpitante y con delirios de grandeza… sonaba como una orquesta de percusión… una verdadera timbalada africana en mitad de la selva… se podía ver hasta un gorila de lomo plateado golpeando las paredes por dentro y era eso… cuando se ponía en marcha ya nada podía pararle, pero la hierba no le temía como al caballo de Atila.

Su conciencia de justicia hacia tratar a las cosas vivías como tales y a las inertes con el cuidado que mereciese en cada caso. Así que cuando pisaba el césped lo hacia con la precaución del que pisa un suelo recién fregado con los ojos del obrador mirándote fregona en mano.

Todo era como si el sonido del mundo guiase sus manos y sus pies... una sincronización con la energía que volaba por el espacio… con lo que desprendía cada ser vivo… y sin quererlo hubiese regresado, para ser un eslabón más de la cadena de la naturaleza. Sus comportamientos erráticos comenzaron a alertar a la sociedad. Cuando el animal urbano fue evolucionando… o involucionando como decían ellos… y su comportamiento se volvió mas que extraño aún, cuando trepaba semáforos para llegar a los árboles… o cuando corría desnudo por los parques buscando la sonrisa de la luna.

El colmo fue cuando baso su alimentación en algunas torcaces de la gran ciudad. Su abundancia y la ausencia de depredadores había causado en el una especie de éxtasis de la caza para equilibrar la balanza. Pero la sociedad supuso que el siguiente rango de acción seria sobre el componente humano y decidieron internarlo.

El pobre corazón se fue haciendo de piedra… inerte y pausado con un murmullo que lo mantenía alejado de convertirse en un frío elemento que no volvería a moverse. Entro en letargo y se alimento de los recuerdos de una libertad que se perdía entre los barrotes de la celda ya que era demasiado peligroso.

Allá fuera solo se podía encontrar a la luna un par de veces al año y solo se observaba una sucesión de pabellones de hormigón y una basta extensión de terreno alambrado y así con el tiempo fue perdiendo el color de sus ojos y de su vida. Apagándose como una cerilla resistente que acabara por consumirse. Lenta pero inexorablemente. Hasta que un día sucedió lo que sus mudas plegarias habían reclamado durante el cautiverio.

Su corazón se paro en seco y su cuerpo se desplomo al suelo como un árbol en mitad de un bosque… esta vez si hubo ruido y todos alarmados procedieron a los primeros auxilios. La inconsciencia les hizo errar en el primer momento y cuando era transportado en camilla hasta el hospital del recinto su corazón estallo y volvió a la vida revestido en pura adrenalina.

De un salto brinco de la camilla en dirección contraria a los guardias sorprendidos y trepando por los barrotes avanzo entre las salas. Buscando un rasgo de luz sin rejas ni alambradas y cuando lo hallo… lanzándose en picado rompió los cristales en mil pedazos mientras estos disculpaban su violencia chocando entre ellos en su conjunta caída.

Voló… y no con alas… sino literalmente planeando como si la vida le hubiese tendido una sabana para usar de rampa. Cayendo finalmente a hurtadillas sobre el suelo como un simple gato.

Corrió como el viento trepando las alambradas que no eran sino una malla asistida de metal para el. Esquivo los espinos como los pájaros en pleno vuelo y continuo así todo el tiempo que fue necesario. Bailando con el zumbido de las balas que los internos disparaban… algunas de metal rápidas como abejas en estampida y las torpes y sonoras bolas de goma que avisaban a kilómetros donde y como iban a golpear.

El mundo contaba con sus palabras lo que sucedía a sus pasos y el respondía por inercia bailando hasta el anochecer como un poseído fauno. Unas escaladas mas y el territorio se abrió amplio sobre el. Reanudo una veloz carrera inyectado en la mezcla del resto de adrenalina que le quedaba y una renovada ansia de disfrutar de la libertad anhelada. Busco el olor de la luna y se convirtió en relámpago atravesando el basto espacio plano de la mancha.

Comía uvas de las parras que saltaban directamente a su boca… y no bebió porque el dulce mosto le hidrataba lo suficiente para no buscar el agua que no sonaba en ninguna parte.

Renuncio a la vida desnudándose por el camino y huyo tanto que se perdió su rastro.

A veces he vuelto a escuchar su corazón palpitando en mi recuerdo y se que esta bien escondido entre las ramas de algún árbol en la montaña. Escuchando a la piedra llorar el agua de los ríos y comiendo de lo que la balanza del equilibrio deje en mitad de su camino. Los osos le respetan porque saben que no temerá el destino de sus zarpas e incluso le han regalado más de un nido de suculentos insectos en el tronco de su árbol.

Presiento que en ese sitio todo lo que le sucede viene justificado por duplicado de ecuanimidad. No hay bueno ni malo… simplemente hay lo que hay y lo que no se deberá de buscar. La vida no es tan dura ni macabra para que me tenga que concienciar que él era peligroso… Yo en cambio se que el peligro éramos nosotros con nuestros ruidos y nuestros coches, de nuestras normas irracionales… con nuestra absurda manera de mirar las cosas y de querer comprender lo que nos rodea. Sabiéndonos excluidos de la cadena que el acababa de recuperar.

Andamos perdidos en indicaciones de cómo seguir un camino u otro… el en cambio encontró su lugar y su posición. Pudo verse sobre la superficie de la tierra y noto que la naturaleza seguía ganando aplastantemente al hombre y si ridículo poder de superación.

Comprendió que las leyes no eran sino meros mecanismos de autoabastecimiento. De justicia cósmica y de ser uno con todo y todo con uno. Escucho la canción de la madre tierra y eligió volar entre los pájaros y escuchar a la marea lamer su cuerpo bajo la luna llena.

Vivió y es eso en fin… como dictaban los pasos de su conciencia, sin engañarse ni un momento menospreciando la belleza de las piedras. Abandono el hormigón y el cristal porque se dio cuenta que no todo lo que brillaba era oro… y el reflejo de los espejos no era sino el mezquino invento que solo el agua podía realizar. El hechizo de la calma absoluta para encontrar todos los temores en el fondo del lago.

Un corazón valiente que decidió latir en unísono con la naturaleza siendo el primer hombre que se volvió mono para su propia salvación.

2 comentarios:

  1. Y ese corazón en paz compredió de golpe como la revelación de una gracia divina, que nada merecia brillar mas que él mismo y con luz propia. Con la magia amarrada a los tobillos y secuestrando sus motivos para disfrutarlos el solo, saltó al vacio aparente de lo que para todos era un naufragio y para él, fue la dicha y la felicidad entre las manos...

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  2. Sólo quería comentarte que yo bailo en silencio, porque la música viene de mi, la escuches allá afuera o no.

    =) HUMO

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