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jueves, 14 de febrero de 2013

En pie de guerra.



Que no venga a visitarme Cupido, ni ninguno de sus querubines, me paso por el forro sus flechas como buen sagitario que soy. No necesito dioses romanos al menos que sean Venus o Baco. A esos si les tolero, porque no vienen armados a las fiestas salvo con sus propios cuerpos. Tampoco preciso que sólo sea un día al año el momento de expresar nuestros sentimientos, yo soy de la vieja escuela minera de pico y pala haga sol o frío… de no guardarme nada en el tintero y hacer las cosas hoy para no esperar al futuro incierto.

No requiero corazones, prefiero las almas, los órganos cardiacos no solo son perecederos sino que son delicados, en cambio las almas duran más y se almacenan mejor, esto lo aprendí de otros genios del arco que eran más belicosos que cariñosos, y aunque ellos recogían cabelleras yo sigo prefiriendo lo otro.

Y es que me dan pena las flores y los árboles, ellos no han nacido para acabar esta noche en la basura en una especie de día genocida que todos toleramos en silencio. La cantidad de toneladas de mierda con M que genera un día como hoy, además de lo que ya hemos tenido que aguantar en cientos de anuncios en cualquier medio. Pero Cupido sigue sin aparecer, yo no pienso enamorarle, ni ser tierno con él. Pienso en volarle el culo de un saetazo bien dado.

En verdad no le odio, pero sigue siendo la misma estupidez año, tras año… flechas y fechas inútiles para gente sin otro estimulo que mirar el calendario, para volver artificial cualquier cosa natural que tuviéramos pensado de antemano. Las prisas no son buenas para lograr un resultado adecuado… C mejor ahórrate el disgusto y vete a cazar sirenas en el Adriático, no vaya a nombrarte Capitán Cupido o aún peor Capitán Capullo por tu favoritismo hacia las rosas rojas y las flechas ostentosas.

No vengas a mi casa, ni me apuntes con esa cosa. Pasa de mi puerta y te recomiendo que ni siquiera camines por mi pasillo no vayas a despertarte mañana acribillado en el hueco del ascensor de cualquier edificio de oficinas. Guarda tu monogamia y tu amor lacónico cuando mi libre albedrío este presente, porque tu puedes ejercer tu trabajo mientras que haya conformidad. Pero no me caes bien, no me gusta ni tu puntería, ni tu selección de blancos, porque con tanta corrupción que abunda, no creo que seas tu la mejor respuesta a ninguna de mis preguntas, no sea que también te unten con sobres de corazones o dinero de aquellas que no deseo en mi vida.

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