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martes, 12 de junio de 2012

Mc. Dólar.

Nunca le gustaron los bancos, supongo que eso es algo demasiado normal como para tomarlo por un síntoma de su enfermedad. Lo especial de su caso es que guarda su dinero debajo del colchón de su cama… Por lo que tras una vida laboral extensa, allí tiene muchos miles en billetes pequeños, ya que según opina crean sueños mucho más ligeros.

Duerme como los niños sin preocuparse de tener ahí todo su capital, sus sueños saben a gominotas y vuelan como una bandada de pájaros que flota por el cielo en dirección contraría al ocaso. Su mente se aleja, pero su cuerpo se queda allí custodiando su secreto… No necesita que nadie le robe, ni tampoco que alguien use algo suyo para enriquecerse. Los intereses esconden a una piraña sádica debajo de su brillante superficie a su humilde parecer.

La economía se derrumba porque su sistema capitalista siempre fue endémico, necesitaba constantemente transfusiones e inversiones que paliaban pero no solucionaban nada. Mientras que la gente normal… sufría, los de arriban sonreían por sus jubilaciones doradas a consta de los demás sueldos de sus empleados y mascotas.

¿Que hace falta inyección de crédito?

Dádselo… opinaba Satanás mientras se frotaba las manos gestando lo que a posteriori sería una crisis mundial.

No le importaba que todo estúpido tuviese su casa o un coche, si con ello conseguían aparentar ser felices escondiéndose de la realidad de sus vidas fracasadas. No importaba si no sabías contar, o si era tan inconsciente de que nunca devolvería la cantidad. Ellos presionaban una tecla y algo que no existía aparecía en ese lugar. Eran como hechiceros, perpetuando las historias de magia. Pero en verdad no eran más que verdugos que sonreían ampliamente mientras se lavaban las manos. Ya no hay oro que supla los trillones de billetes que vuelan por el aire, su valor no es más que papel que mojado se degrada igual que los cuerpos en putrefacción.

En cambio él echa de menos los billetes de los rumanos, porque estaban plastificados. A pesar de todo no nada en el pasado y colocando sus fajos a modo de somier descansa placidamente el sueño de los justos. Tiene lo que necesita y el resto lo acumula como un enfermo de Diógenes hace con su basura, sólo que él no deja de ser muy organizado. De vez en cuando se encuentra con billetes impregnados en coca, otras billetes firmados… el dinero es una corriente viva que muta de mano en mano. A pesar de todo le encanta su colchón económico. Porque si algún día el sistema colapsa, no tendrá que levantarse apresuradamente bien temprano para ir corriendo al banco. Simplemente se dará media vuelta para continuar durmiendo y dirá, esto ya lo sabía yo.

1 comentario:

  1. Cortaba la manos de los verdugos, y quemaba en la hoguera cada trozo de papel.

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