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jueves, 19 de abril de 2012

Las noches de concierto, todas ellas.

Ya de madrugada estrena el viernes y sentado en el sofá planifica lo que tendrá que hacer durante la jornada, pero lo hace sin perder la meta que no es otra que llegar vivo al sábado por la noche. Quedan dos días enteros pero sabe la manera de comérselos de forma de que sean sólo un simple bocado, un aperitivo de lo que llevan semanas fraguándose. Las plantas de los pies comienzan a burbujear hasta el punto de casi estallar.

Ya solo queda una recta hasta la meta y entremedio hay rachas buenas y malas, como en todas las partidas. Salir a bailar el destino escogido y hasta ese momento hay que saber dosificar las fuerzas para no llegar derrotado. Cuando la vida se pasa entre fogones, todo pasa más deprisa, como a cámara rápida… los descansos son breves y cuando empieza el servicio, todo lo que habías elaborado hasta el momento se reduce drásticamente en un batir de parpados. Así que dos días a esa velocidad no deja de ser 4 servicios cada cual más rápido y caótico que el anterior hasta alcanzar el objetivo.

La gente a esa hora ya habrá comenzado a divertirse y la mayoría te llevará ventaja, pero los del infierno somos de maratón y la resistencia es algo que no se ve en el presente. Nuestra carrerilla lleva gestándose durante los dos días precedentes al día libre, somos una manada de indios y en comparación a como empieza el resto la noche, para los que estrenan un día y terminan de trabajar el siguiente… es como si nos lanzasen en una salida desde reposo total disparados con un cañón.

Y todo no dejan de ser ingredientes que reaccionan… si se da bien el servicio, si la propina de la semana es buena, si no hay demasiada gente para el cierre, si tus amigos ya han terminado de trabajar… que todo haya salido redondo y si tienes suerte no trabajarás mañana. Todo eso es como una suma aritmética que bien podría ser un pan muy rico en levadura, o un cóctel explosivo de los que se necesita para subir al cielo y cazar una estrella de un mordisco. La verdad es que es de los pocos trabajos en que cuando pasan las 0:00 estas más despierto que un búho de guardia.

Ya se ha pasado un rato visualizando que será mañana, he plantado todas mis semillas y seguro que llueve por la mañana, pero ni el mal tiempo puede frenar a los que llevan corriendo toda la semana porque se queman las cosas… y si no andas con cuidado hasta tu puedes ser la victima afortunada. Nada deja de ser una marca de guerra y por supuesto los sábados por la noche contra más franjas atigradas sobre la piel, mayores serán tus ojos y hasta que no salga el sol, nadie puede dejar de viajar montado como un gato sobre la música entre las callejas de la ciudad que no duerme.

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