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lunes, 7 de junio de 2010

Furia...


Se cabreaba mucho y sonreía poco. Estaba montado sobre un desequilibrio constante al que algunos llamaban falta de cariño y el resto mala ostia reconcentrada. La cosa es que ese chico aunque en su estado normal era encantador y muy agradable. Varias veces al día estallaba en cólera y arrasaba violentamente lo que encontrase a su paso.

Todos temían darle malas noticias, o en fin cualquier cosa cuando andaba con la frente fruncido. En esos momentos algo se estaba cociendo a fuego lento, pero la experiencia aconsejaba en esos casos apartarse de su camino. Hasta una mosca podía desencadenar la reacción. Una pequeña desorganización en algún lugar, un comentario inoportuno que podía incluir un simple cuchicheo, abrir una ventana. cerrar una puerta... Nadie estaba a salvo si era ese el instante escogido.

La rabia le hacía erizar hasta los pelos de los brazos que se enderezaban como escarpias, el rechinar de los dientes cuando no se pueden encajar más entre ellos o la vena que se le formaba en la frente con forma de Y invertida. Todo eso era un vestigio de lo que se podría contemplar si hubiese alguien que fuera capaz de quedarse allí plantado. Pero la gente huía... Todos le querían, por supuesto... pero era mejor escapar mientras te quedasen piernas.

Los gritos se podían escuchar en toda la manzana... su voz era tan grave que hasta en las mesas, los objetos livianos vibraban. Tenía dentro una especie de titán luchando a muerte por salir, por eso no se conservaban datos de ningún valiente que viendo la tormenta formarse se quedase parado con un paraguas de acero. Cierto es que algunos preferirían tentar su suerte antes con el rayo que con esa mala bestia.

Trabajaba bien... era incluso bueno en lo que hacía. Sus compañeros le guardaban una especie de respeto en lo profesional, pero ese talante tan especial rallaba la psicopatía. Todos pensaban que siempre había sido así por naturaleza y lo asumían de esta manera hasta que un amigo suyo de la infancia les contó que él había cambiado.

Por supuesto todos pensaron que era un chalado, hacían bromas entre ellos hasta que el otro de sus conocido reafirmo la verdad. Cosa que nadie pudo creer aunque todos empezaron a asimilarlo.

Las cosas pequeñas son las mas importantes comenzó diciendo. Habían ido a recogerle, así que no disponían de mucho tiempo para informales de como salvarles la vida en alguna ocasión...

Repito... las cosas pequeñas son las más importantes. Parece obvio... pero no lo es. Esas tareas que son tan rápidas de hacer que no se presta atención y se hacen de cualquier forma son las que más le encienden. Así que tenéis que procurar pintaros ojos en la cara, para estar concentrados en lo que estéis haciendo.

Entre unas risas burlescas surgió una pregunta que todos deseaban decir y sólo ese pobre imbécil solo se atrevió a preguntar. Se trataba de Iván. Si no rozaba de casualidad la normalidad era porque le faltaban dos hervores... pero es que aun no sabía encender el gas. Preguntaba las cosas que realmente no conocía o entendía y trataba de recordar las que quedan... Por otra parte era un tío que lo daba todo en cada cosa que hacía. Realmente ese muchacho era el que menos problemas había tenido con la bipolaridad de X.

A pesar de todo le pareció correcta y sin dudar mucho le contesto: Una vez decidió dejar de tragar toda esa mala leche. Compactaba odio rumiándolo como una vaca y al día siguiente ya estaba digerido, aunque como en todo quedaban restos. Lo hacía de forma voluntaria día si y día también. Tragaba saliva, se mordía la lengua y guardaba silencio. Eran sus normas. Aguantaba mas mierda que un conjunto entero y no se quejaba. Simplemente se lo quedaba dentro.

Pero como en todo mal a largo plazo todo esto le paso factura. Le hervía la sangre hasta que enfermaba, la acidez era una laguna radiactiva dentro de su estomago que derretía por contacto y empezó a dolerle la espalda de estar arqueado. Viendo como le iban las cosas, escogió soltarlo todo. No dejar nada de rabia dentro. Expulsarla de cualquier manera. Así que se encargo de exteriorizarla de forma salvaje para que lo malo no se quedase dentro.

Nadie había acertado y una secreta porra sobre el porque de esos brotes antinaturales se fue al garete.

Un venga ya... no me jodas, menuda mierda de causa. Sonó al fondo de la habitación, para después mezclarse entre la gente.

El amigo dijo... no! esa no es la causa. La causa medía incluso una cabeza mas. Había sido su jefe y también su compañero de piso. Matias realmente si que era bipolar desde su nacimiento y sus reacciones exotérmicas también eran conocidas. El motivo de su comportamiento actual se debe a una pregunta de medianoche formulada en un sofá cualquiera. Le pregunto a Matias el porque de esos cambios repentinos que iban aumentándose como una mecha corta que se consume hasta reventar.

M le contesto que no podía controlarlos pero que le dejaban super relajado.

Así que haciendo cuentas estimo que sin llegar a la maldad de su compañero escogería esa forma para usar como válvula de escape. Mejor fuera que dentro solía decir. Algunos rostros alcanzaron a asentir en las primeras filas. Pero realmente la causa es a fin de cuentas es que solo aquellos que sienten una presión así de encarnizada podrán comprenderlo sin meter sus pies en las huellas de X, ya que su pasado es un cepo recurrente que juega siempre al escondite debajo de sus pisadas.

El imbécil sonríe alegremente mientras celebra abiertamente su respuesta. Todos pensaban que era una tremenda estupidez digna de su persona. Pero algo mas de 1300 € le daban la razón. Caras largas entre los presentes mientras le dan el dinero y estrechan su mano endurecida. Sale tan contento con un abultado sobre que ha ido engordando durante más de un año. Sale Iván por la puerta para toparse de bruces con X. Una sonrisa amplia del ganador y una leve de su confidente. Le felicita abiertamente y rechaza su parte del premio. Abre la puerta y ruge dentro... Mañana os vais a cagar... y no quiero que haya ninguna baja todavía conservo la memoria.

Vosotros dos, refiriéndose a sus amigos de infancia... podéis salir. Esperadme en el coche que ahora voy. Se van resignados frotándose los oídos sin decir palabra. Los demás siguen temblando. Sabían que se cabrearía si se enteraba, pero nadie esperaba que tanto.

Su vena hinchandose y su pecho también en la única puerta de salida. La gente se abraza temerosa de la continuación, primeros sollozos en la primera fila. Su espalda arqueada como una noria que se agarra con dos brazos al marco de la puerta y su No, no, no infinito sobre las punteras de sus zapatillas.

Suelta una voz como el berrido de un venado en cielo que horroriza a los presentes para cuando el suspense esta en todo lo alto, comenzar a reírse a carcajadas. Todo fuera... y se despide de sus compañeros que aliviados esta vez eligen decir adiós agitando hasta la mano.

Antes de cerrarla puerta a su salida, se gira y la tensión de pronto vuelve... Y a ver si aprendéis del Imbécil, que mucha inteligencia no tendrá, pero tiene suficiente para saber trabajar duro.Así que menos porras y mas caña. Que sino me voy a tener que cagar en Dios y luego os quejais de que sea tan duro.

Descansad porque mañana libro... podréis respirar aliviados. Termina de exponer y se pierde por el pasillo.

El imbécil gana y los demás están jodidos porque nunca han aprendido a correr como es debido. No se esfuerzan, ni se implican. No conocen la palabra superación diaria y no tienen ninguna prisa por aprenderla. Pero a pesar de todo Iván es el único que tiene valor para acercase a hablar y seguir moviendo las manos, así que al final recibe regalos que ni siquiera esperaba.

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