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viernes, 11 de junio de 2010

Azogue.


Fuera de los cristales de ese cuarto ya no queda nada que pudiera salvarle o que él pudiera salvar. Ha gastado todos sus comodines en una partida sin publico en la que ni siquiera tenía un adversario. La mano ha sido prodigiosa. Podría haber conquistado el mundo, pero parece ser que no era ni el lugar ni el momento adecuado. La maldita suerte anda prostituyéndose por las esquinas y ahora ya pide demasiado, sus bolsillos siguen pelados.

No son horas para que nada bueno pueda ocurrir. Todos duermen plácidamente mientras que al desgraciado le resta otra noche entera de rutina destructiva. Las horas pasan sin detenerse y al pobre chico nadie le da permiso para poder dormir. Los dioses se han olvidado de escribir su nombre y el castigo del insomnio sigue mordiéndole sin piedad. Nadie se acuerda de su nombre, menos el sol al que da los buenos días con sus primeros rayos cada mañana.

Sonríe Helios y dice... ya esta este aquí, sabe que cada día le queda uno menos, pero en el fondo lamenta que pueda llegar a ocurrir, porque tras tanto tiempo en su compañía que le echaría en falta. Llora la lluvia limpiando de sus penas a la acera. Huele a verde azulado y todos los zapatos suenan en suelo mojado... pasan sin pausa, como el tiempo.

A él no le importa demasiado. Hace ya mucho que dejo de contar los días, para empezar a saltarlos. Brinca como un caballo a diario esa franja que separa una cifra de la siguiente. Pone a cero la arena un enorme reloj dentro de un diábolo, que empieza a vaciarse con un hilo que baila durante una jornada completa. Olvida todo lo que queda a fuera y se aclimata a lo que hay dentro, lo hace de forma natural. Sin las prisas del que ha llegado a casa. Disfruta de su tiempo porque ya nadie le interrumpe ni molesta.

Respira tranquilo mientras se deja llevar en un sitio donde pueda arraigar mal alguno. Permanece relajado, la corriente hace su parte transportándole invisible hasta donde le lleve, suelta todo el lastre que empapado se disuelve como un mal sueño sumergido en un tanque de ácido. No siente nada... ni siquiera cree necesitar nada más. Hace una llamada para dejar su trabajo.

A su jefe no le hace gracia... el en cambio le ha recordado le prometió que ese día llegaría. Sonríe aliviado porque ya no tendrá que ni siquiera que salir de la pecera. Aprende a respirar como los peces, después decide no volver a usar los pulmones. Coge aire y suelta burbujas... cancela todas sus obligaciones y deberes. Ya no debe nada a nadie, por ello acata la religión de los acuarios y se hunde en la fantástica amnesia de los 3 segundos. No le importa nada en absoluto porque no podrá recordarlo, así por una vez en su agónica vida es tan feliz que no haya ninguna cosa que le haga olvidar sonreír constantemente. Sus problemas ya no tienen dirección porque el agua no entiende de eso. Forma parte de todo.

Siente nacer de nuevo con otra oportunidad. Ya no recuerda nada. No sabe ni siquiera a donde va... no le importa dentro de un lugar donde todo moja por igual. La justicia es una gota de agua que interactúa con el universo sin entender de clases. No hace distinciones entre Simple o Compuesto. Sencillamente forma cadenas invisibles que mantienen ese mundo unido sin pegamento. Contiene sin molestar, puedes quererla o no, de todas formas la tienes que aguantar así que la resignación es una planta ornamental que adorna sin necesitar cuidados especiales. Se pierde el odio y la envidia... también el aparentar. No hay fintas ni artificios que muestren mas de lo que hay. La realidad es como un vaso a distintas alturas.

Muda la piel por unas brillantes escamas que hacen juego con sus ojos. Las lineas son de su vida anterior de gato atigrado. Todos los peces saben que no es como ellos, pero la suerte empieza a funcionar y los demás terminan por olvidarlo. El pasado es un rastro de tinta en papel mojado. Su existencia queda suspendida en un cómodo letargo, un punto que flota sin remediarlo entre el ahora y el después. El reloj ya no baila porque los peces nunca duermen y por supuesto no conocen que es eso del tiempo. Besan a cada momento el aire que les dala vida.

Extravía su nombre mezclado con la grava del fondo. Intenta encontrarlo, pero pasados unos segundos no logra saber lo que estaba haciendo y continua escarbando en busca de alguna sorpresa, cualquiera que se le pueda llegar a imaginar en el lapso de tiempo que se tarda en que un hombre tenga un orgasmo. Vive contento en el sueño de un escritor de felicitaciones de tres lineas. Fusila ideas nuevas en un abanico de posibilidades que no tiene fin.

Escribe en la arena y borra, nada tiene sentido en esa historia. Decide escapar de la humanidad que le queda hasta que lleguen tiempos mejores. No tiene prisa en su nueva vida, cuando llegue el momento tendrá algún presentimiento que le recorra la linea dorsal como la primera vez que vio a...

A...

Sonríe satisfecho porque ya no lo recuerda, el perdón tiene nombre de agua y no contiene aroma alguno. Ahora ni siquiera sabe porque sonríe pero no le importa, le sabe a mañana de verano perdido en la infancia. Todo ira bien porque en esos viajes nada iba mal. Nada sin rumbo ni prisas porque no tiene razón para volver a ninguna parte. Se mezcla entre sus vecinos sin importarle el que dirán... la maldad no funciona dentro del agua porque en un estanque toda la vida se equilibra cada instante.

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