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viernes, 16 de abril de 2010

Paga no...

Nadie tiene prisa, excepto el que la tiene. Para unos el tiempo pasa… otros en cambio escogen lidiar a cada instante. Ellos tienen sus preciosos trabajos de 8 horas… acompañado de un largo tiempo para disfrutar de sus días especiales, pero desconocen el sabor de lo que significa más de 12 seguidas.
Eso es la mitad de un día… pero no importa cuando te acostumbras a levantarte una fecha y acostarte al siguiente. Acaba convirtiéndose en una tradición llevada a la rutina y todo cambia. La noche se convierte en amiga porque durante un breve lapso. Eres el dueño de tus propios zapatos. El tiempo deja de incordiar subido a las manecillas de un reloj que parece cansado y se empeña en discurrir tan lento como un líquido muy viscoso que se filtra escurriéndose por el esófago. Las horas no se mueren cuando bailas en el escenario.
Después desaparecen y cuando te quieres dar cuenta se han marchado y tu puedes proceder de igual manera e irte a cualquier lado. La vida continúa cuando finaliza la jornada. Vuelves a estar despierto y el cansancio es un viejo recuerdo de cuando diriges la orquesta. Mueves la música a tus oídos… consiguiendo transportarte a otra parte.
Vive la araña tejiendo en previsión de cazar. Sin prisas escoge sus puntadas… quizás sea la que mas sepa de destino, pues sucede que se pasa el día observando. Conoce todas las cosas que están a su alcance, es más también las que están al tuyo. No es Dios… aunque sepa jugar a las cartas. Teje y espera… piensa y reflexiona. Sabe tener los pies en la tierra y algunos de sus múltiples ojos apuntando al cielo.
Ayer quizás no fue un buen día, pero alégrate porque al menos te quedan fuerzas para sonreír. Porque mañana puede ser incluso peor. O todo está escrito, o no lo está nada… La vida es un chiste de Gila por teléfono. Puedes oír lo que ocurre o no. De todas formas el gato de Schrodinger sigue muriendo en todas las pesadillas. Así que acabas abriendo la caja y bebiéndote su veneno para que el gato sobreviva por una sola vez y tú al contrario escoges la desgracia con una ridícula alegría de haber cambiado algo.
El gato huye y muere atropellado poco después, porque tras tanta oscuridad sus ojos no se han aclimatado a la luz del sol, sus sentidos tampoco por lo que rasga una nueva vida, extrayéndola de su envoltorio y se viste despacio para no desperdiciar las nuevas oportunidades. No hay demasiado que este carente de Ironía. Aguarda el héroe en el infierno tumbado sobre la piedra ardiente. Se olvida del turismo para arraigar en una nueva tierra.
La locura se instala en su morada cubriéndola con la maldición de las mil lenguas, que descolocadas siembran en caos por doquier. Vive en un nuevo lugar donde la demencia es el plato del día y va aderezada con algo de agradable y dulce chaladura.
Reúne en las paredes los trozos desperdigados de una historia confundía con la irrealidad a partes iguales porque gracias a esa maravillosa imaginación. No consiguió destacar a pesar de tener un estilo exclusivo de los que ya han ido a la luna y por supuesto han logrado volver. Son bastantes los que han quedado en el intento, porque allí las arenas movedizas están disfrazadas en color plata y todos los problemas pesan el doble según su gravedad.
Mira a los ojos de la cabra mientras mastica su trozo de hierba fresca. Escucha su balido de porcelana dentro de su alocada cabeza. Mezcla por segundos ingredientes en su coctelera y agita sus bolsillos a compas del metal. Los trozos rotos de su cabeza se funden entre ellos como las grietas del espejo cuando pasas al otro lado. Aplauden cuando le ven llegar con su fabulosa sonrisa brillando fuerte dentro de su barba.
Esquiva los obstáculos y se olvida de todo lo malo abandonándolo a plena vista en los lavabos de cualquier bar donde las bebidas tengan tantos colores como el arcoíris de sus sueños. Sabores líquidos se derraman sobre las gargantas abiertas como tulipanes al amanecer de lluvia. Las gotas saben a vida cuando riegan hasta calar las almas.
El tiempo se diluye junto a los hielos tintineantes en el cristal. Lo bueno pasa rápido, pero mientras la suerte deposite las ollas de oro en tu itinerario tendrás la oportunidad de repetir. Con ello a la eternidad de un sufrimiento inhumado que cansado de aguantar se alimenta del dolor que transfiere sin malas intención a sus alrededores.
Concluye el tiempo y la libertad regresa sobre una alfombra violeta que le basta ir arrojando opciones. La elección viene después. No todas las circunstancias son propicias para alcanzar las conclusiones extrañas que se ocultan debajo de las mascaras de las edades. La existencia es un tío vivo que rueda con calma por la banda sonora que eligieron tus pasos en el eco del subconsciente desequilibrado.
Sonríe la cabra sabiendo que solo la escuchan aquellos elegidos que han llegado a completar sus pasos. No queda nada cuando todos se van… ya que en ausencia de la soledad, el silencio se convierte en la voz de las sombras con formas alargadas. Se estira hasta el infinito la recta del tiempo para que al soltarlo se enrede como un tirabuzón interminable de bucles que decoran la rutina con un mínimo repetitivo de los errores calzados por la inconsciencia de sus propios pies. La composición inexacta de la divinidad de no estar sujeto a las normas elementales dentro de su particular burbuja bañada por su religión de cobertura de chocolate con café amargo.

1 comentario:

  1. ¿Quizá ha llegado la hora de cambiar el ritmo del péndulo?

    Sigue caminando, porque a los que estamos a tu alrededor nos aportas visiones de otros mundos con los que llegamos a sentirnos identificados. Muchas gracias, primo.

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