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jueves, 24 de septiembre de 2009

Closing summer


Se escapa el verano en cortas caladas de cigarro… se extingue entre los últimos calores húmedos de la temporada. El cielo muestra claros y nubes a intervalos regulares y cuando le apetece truena y todo se llena de agua fría que se clava hasta el alma...

Clausuramos el verano de las nubes y las hojas… se acaban lentamente como las cosas que se han disfrutado… a bocaditos pequeños y mimados. Todo tiene su cierre cuando la música deja de sonar.

Sabe a costa y sal… a la capa salobre que queda y perdura en los labios hasta horas después… a la fina arena luchando estoicamente contra toallas y agua… persistiendo asida a cualquier parte donde pudiera esconderse.

Odio a la arena tanto como se puede odiar… intento olvidarme de todo cuando camino descalzo sobre ella intentando no hundirme y empeorarlo… voy de puntillas como un gato… todo va bien hasta que te sientas… luego nada es como era, ni volverá a ser como llegó… nada perdura en la playa porque hasta ella requiere algo de tu presencia.

Pago la aduana llenándome del polvillo de tierra que termina hasta asaltando los bolsillos… el pelo… la toalla… todo… es un ejercito implacable y salvo en el agua no puedes huir porque al final… te estará esperando… no somos peces ni duraremos eternamente… ella simplemente lleva una vida entera esperando a cazar al mono que estúpidamente se bajo de los árboles para andar como un hombre.

Sabía que terminaríamos por caer en su tamizada trampa… no tenia prisa mientras el tiempo se erosionaba… y el aire la convertía en la primera aerotransportada. Acabe en una isla… y ella ya estaba allí aguardando mis flaquezas.

No entiende de sol ni de luna… su única existencia plena es la ocupación plena… injusta pero necesaria… solo los pájaros la usan amistosamente en sus baños secos… los mamíferos en cambio… sin plumas caemos incesantemente en la sequedad de su tacto.

Prefiero la sal que la arena… pero en mi verano blanco han existido todas las texturas… Se ha gastado rápido… casi efímero como las estrellas fugaces que caían sin cesar entre los pinos del horizonte… todo empezó rápido y termino demasiado pronto.

No acababa de llegar cuando ya me estaba marchando… una pena y a la vez una inconfesable alegría de poder recordar lo sucedido. Las vueltas que da la vida y acabe en un sitio que se movía bajo el peso de la armonía y las estrellas…

Recuerdo las lunas llenas perdiéndose en el mar… y los amaneceres dormido junto al enemigo… contaba estrellas y pintaba líneas que dibujaban el destino de las cosas que estaban por caer… acabe enrejando el cielo para que no se perdieran mas cuerpos estelares… hice una red entramada que pudiese salvar a todos los deseos que no llegan a cumplirse y que quedan flotando en el silencio que deja el rumor del viento en las ramas de los montes.

Suspira y el frío eléctrico te hace sonreír con la caricia de un ángel camuflado entre tantos caídos… te acompaña y te dice que todo terminara por salir bien mientras en la otra mano te da algo que probablemente te lleve a la perdición, pero no a nadie le importa y se aleja… dejándote con la duda existencial de lo que esta bien y mal.

La elección es lo ultimo que se pierde… y que nunca se vuelve a repetir “aquí es el momento y ahora el lugar”… se escapa en el pasado con sus intenciones escondidas en una cajita que nadie abrirá. La vida continúa y quedan muchas monedas que lanzar.

Llega el otoño vestido de más hojas, pero esta vez de todos los colores… un enredado vestido que abriga un tiempo y después desaparece dejando la realidad del duro invierno que vendrá a visitarnos.

He disfrutado el verano… tanto como cualquier otro habitante de esa isla mágica que no conoce fin alguno que no tenga comienzo… intenta atraparte y dejarte amarrado a una existencia que depende del firmamento. El sol acuchilla las mañanas cantando junto a los gallos cuando el horizonte comienza a volverse celeste.

Y la luna en cambio aparece con su brillante palidez en cualquier momento que quiera picar al sol… una temporada extrañamente jodida un paraíso asaltado constantemente por la sed y el hambre que no nos dejaba descansar ningún día.

La música de fondo guiando las masas de gente que tendían a dispersarse cada uno en una dirección cuando el silencio llegaba… gente como ovejas disparando con toda la química que pudiera encontrar en los botiquines de emergencia que andaban dispersados y que siempre aparecían de nuevo, añadiendo a esa suma muchas cabras que iban caminando por todos los lugares que parecían demasiado peligrosos para ser transitados sin la suficiente locura.

Se agota el tiempo y mi pasado se despidió de mí con una semana de tormenta eléctrica que pintaba el cielo de relámpagos zigzagueantes… de la lluvia de todos los tamaños y colores que caía en todas direcciones en forma de una delicada despedida en forma de lágrimas… Muerte a la arena mojada que quedaba atrapada por una fina película de agua que no te salvaba del barro pero si de la reseca realidad. Lloros y alegría mezclados con la mezcolanza de la nostalgia y los recuerdos

Resacas cabalgando a primera hora de la tarde y que te llevaban a ningún sitio donde poderse salvar del trasiego de las moscas matutinas y una desquiciante humedad que salvaba en las cocinas. Adoro el calor seco que corta la piel… a partir de las 12 podía respirar sin que tener que usar las branquias y entonces la piel de lagarto brillaba bajo el sol de la mañana en cualquiera de las piedras donde fuese a tumbarme.

Repto en la historia con cuidado de esquivar los bancos de tierra y las arenas movedizas… no pensaba quedarme allí aunque a todos les diese por la misma brillante conclusión. No podía vivir en una pecera rodeada por el mar… todo quedaba al otro lado de la isla y acaba deseando volar como las gaviotas por lo que rebuscaba entre mis bolsillos y terminaba perdido en cualquier sitio que no fuera al que me destinaba a ir.

Pude completar mi misión antes del que pitido del árbitro concluyera la partida… acabe centrifugándome la arena mediante vueltas de campana y huí del mar en la última semana para que el azul no cerrase mis heridas tan pronto.

La arena blanca se despidió con mensajes subliminales de esperanza y disculpas que desde el avión no parecían demasiado convincentes… quizás fuese la luz, aunque también podía ser que nos conociéramos lo suficiente.

No me despedí de las cosas que me gustaban, porque sencillamente no creo que nada termine por encajar en los miles de puzzles que medio complete entre los nenúfares y las ranas… sentía el frescor húmedo de las charcas bajo el bochorno duro del verano.
Ahora viene el otoño vestido de gris y con tonos pardos y marrones… llega el viento para llenar de hojas las historias de mis pasos y vestir con crujientes palabras todas las calles regadas por el silencio.

Una brisa y las hojas secas se dispersan en un futuro no muy lejano… saben donde van porque alguien se lo dijo… era el momento y estaban preparadas… solo había que dejarse fluir y el problema estaba resuelto.

No quiero que me devuelvan mi verano porque en su conjunto ha sido perfecto… eterno ciclo de cal y arena que me mantiene vivo y alerta… se echan tantas cosas de menos como de mas… al final la ecuación se balancea y llega al equilibrio de no tener que andar por la cuerda floja con los ojos vendados.

Siento el aire acariciar mi piel… me susurra el futuro mientras que aunque permanezco aquí voy camino a otra parte. Sigue la partida y las fichas están en la mesa decidiéndose a dar el siguiente paso. Pérdidas y ganancias esperando a ser repartidas de nuevo.

Una mano que se inicio hace demasiado tiempo y que le queda por culminar… siempre que a alguien le de por repartir nuevas cartas. Una sencilla elección tan mecánica como importante. Un instante con una existencia cosida a la costura.


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