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martes, 14 de abril de 2009

Wisterias en el aire...


Las Wisterias flotaban en el viento despidiendo sus aires violetas. La calle había dejado de estar ausente para concentrarse alrededor de un vuelo de fantasía… mágicamente había acabado surcando las corrientes de sus esencias y casi olvidado donde me dirigía en aquel momento.

Gire nuevamente sobre mi panza y seguí mirando a las nubes mientras que esas florecillas me llevaban al país de donde venían… alguien las había mandado a por mi y yo voluntarioso había firmado quedando irremisiblemente encadenado a su destino.

Cuando llegue a Nueva Orleáns el sol ya había caído y en esos instantes estaba sobrevolando el antiguo cementerio francés de les innocents. Sus ángeles de piedra aun seguían despidiéndose cuando llegue a esa casa de madera desvencijada por igual por un brote de carcoma y la erosión propia de la humedad y ese calor pegajoso.

Lentamente las enredaderas volvieron a posarse en sus muros compuestos intermitentemente en unos grandes bloques de piedra unidos entre ellos por una verja metálica de barrotes acabados en flores de lis. Afilados hasta la saciedad ya que se reflejaba la luz de la luna en unos filos cubiertos con una negra capa de protector antioxido.

Mis ojos dejaron atrás el chirriar de la puerta de la entrada siguiendo inconscientemente el ligero vaivén de las cortinas en las ventanas cerradas. La puerta de madera ancestral de dos palmos de anchura estaba sin acabar de cerrar y abrió no sin esfuerzo a un amplio recibidor coronado por una lámpara de cristales que miraban con ganas una mesa de mármol que reposaba en el medio de la sala.

Una llama danzarina emitía ondas en algún lugar del piso superior al que accedí por una escalera circular que poseía unos cuantos centímetros de polvo a lo largo de todo sus peldaños… era una especie de camino por los tiempos ya que iba dejando la suela de mis zapatos como vestigios de mi leve presencia en esa nieve agrisada.

Cuando llegue arriba el pasillo se extendía en ambas direcciones, preste atención a la que mas luz poseía y descarte la otra para la curiosidad de otra persona. Camine lunáticamente pisando exclusivamente las baldosas negras de un tablero eterno de ajedrez dibujado en el suelo de toda la extraña casa.

La puerta se accionó impulsada por mi mano hasta quedar completamente abierta y pude observar la escena que ante mi se mostraba con la ternura de una flor exótica. Una llama bailaba hechizada sobre un cirio llorón bastante grande para iluminar una habitación junto a la luna que entraba por las ventanas abiertas delante de ella.

Todo tenia una blancura mezclada con amarillo que invitaba a pasar para seguir observando las pilas de libros que se apilaban de tres en tres a los lados de un trono verde malaquita y suave como la misma piedra. Parecía soportar estoicamente el asalto sistemático de la suciedad y sencillamente no aparentaba haber pasado ni un día desde que alguien lo tallara. Dos leones rugían al final de los brazos y un emblema marcaba la totalidad del respaldo.

Lo descubrí al también encontrar una mesa alargada y un sofá con orejas del mismo color, pero siendo el terciopelo lo que daba su textura. Este tenia algo más de polvo pero no me importo sentarme en el a contemplar la luna junto a ese trono vacío. Mientras que me daba un baño con sus rayos observe una pila de folios desperdigados por la superficie de un bloque de granito pulido de color blanco con veteado en lila.

Seguí durante unos minutos el dibujo de sus líneas caóticas por sus superficies hasta que volví a encontrarme con los folios. Cogí uno de ellos y le di un repaso por encima… eran textos olvidados, sin dueño ni a veces titulo. Compendios de palabras creando una gran sopa sin forma ni alineación.

Intente recomponer el puzzle de las ideas que allí brillaban tenuemente. Algunas casaron como una cadena… otras simplemente no pertenecían ahí… con algo más de esfuerzo que de suerte logre componer al menos 7 cadenas diferentes sobre toda la mesa.

Al iniciar la octava reconocí alguna de mis palabras despistadas y cuando quise darme cuenta acabe reconociendo a locura y sus mundos en ese texto…una pequeña historia que parí algún verano en mi antigua ciudad de nacimiento. Eran palabras desquiciadas y aun así componían algo que era hermoso a su manera. Encontré las otras dos paginas y recompuse extrañado aquella dudosa cadena.

Levante la mirada y le encontré a él mirándome atentamente… sonreía encantado de encontrarme allí y yo con el lío de los papeles no me había percatado apenas. Le observe sin temor alguno de su presencia contemplando su rostro alisado y blanco… sus ojos eran dos estrellas brillantes en un fondo púrpura. Vestía una levita con unos camafeos que con atención catalogue con la historia de las criaturas griegas.

Una sublime colección de un bestiario fantasioso del que me hechizaba la mirada de medusa con cientos de serpientes hábilmente labradas. Su sonrisa apareció otra vez en cara y con ella me extrajo de la abstracción que medula había logrado.

Su voz fue como un chorro de eco modulado. Claro pero contundente… era como la voz de los tiempos que se había vuelto de carne y hueso. Se presento como Lestat de Lioncourt y yo sonriendo le reconocí. También me dijo que me había leído hace tiempo y lo había echo pausadamente cuando encontraba un ordenador. Le gustaba la forma que tenia de gotear mi mente… y que las ideas que se encontraban entre mis imágenes a veces le sorprendían tanto que tenia que verme en persona.

Estaba gratamente sorprendido porque yo a él también le conocía… conocía su historia y sus colmillos… conocía los pasos de sus huellas por media Europa y media América.
Los siglos para él eran una simple monotonía que se repetía incansablemente. Cuando sucedieron 3 ya dejo de contar y perdió el sentimiento hacia nada que no fuera un libro con cubiertas de cuero.

Volvió a hablarme tras haber buceado en el fondo de mis pupilas y con la piel marcada por las finas arterias faciales se habían encendido tras el paseo. Y sus ojos vibraban en sus cuencas sedientos de otra incursión que no tardo en producirse salvo con la diferencia en que la siguiente él estaba sobre mi con nuestras frentes pegadas y sus pupilas disparaban a quemarropa contra las mías… note como penetraba dentro de mi cerebro y buscaba lo que allí estuviese buscando… su aliento gélido se mezclaba con mi respiración acelerada y sus manos apretaban con fuerza mi cabeza a la vez que sus piernas aprisionaban mi cuerpo contra el sofá.

Después de unos minutos deje de debatirme y abandone la lucha inútil. Me relaje y puse la mente el blanco. Agito con cuidado mi cabeza hasta que las ideas se volvieron claras otra vez… Cuando termino se levanto atusándose su ropa y volvió a colocarse en su trono con parsimonia.

Cuando la respiración volvió a equilibrarse junte el valor suficiente para preguntarle que si le gustó lo que había visto.

Sonriendo afirmo que si… La amabilidad de su respuesta me llevo una tranquilidad realmente profunda que me devolvió lo que había perdido con sus maneras no menos extrañas. Supuse que no conocía otras y que a veces la sed del conocimiento era demasiado alta para andarse con formalismos banales.

En el pasado yo mismo me había permitido licencias similares en algunas ocasiones, pero nunca habría llegado al punto en que la otra persona se sintiese como un simple muñeco de trapo inútil para cualquier acción de huida.

Me sentí como el pez chico de la historia de mis padres. Pero no le guarde rencor alguno. Sus ojos brillantes y sus camafeos eran suficiente paga como para olvidarme de sus maneras.

La noche paso entre sus historias y las mías… los libros permanecieron cerrados mientras las palabras vivían y morían entre los suspiros de la noche. Cuando llego el amanecer se despidió de mí y me mando a las Wisperias a devolverme a mi casa… Cuando me dejaron en mi cama… besaron mi piel con sus cientos de pétalos para introducirme en el sueño de las mañanas.

Cuando me desperté fui dibujando la historia con palabras, dubitativo entre un sueño y la realidad… guarde el texto y salí a la calle una vez caído el sol. Camine por las calles siguiendo a las flores nocturnas de Alonso cano. Al terminar todas las flores del camino me encontré con él al otro lado de la calle.

Me miraba con su sonrisa de siempre y su pelo dorado flotaba en la corriente del General Martínez campos. Cruce la calle y me situé a su lado mientras contemplaba con el la hilera de la luces de los coches sucediéndose en sendas direcciones.

Durante ese trasegar me comento que se había venido a Madrid en busca de nuevas experiencias. Vio la ciudad en mis recuerdos y quiso comprobar si eran ciertos. Se maravillo con las luces y las sombras de la noche a intervalos.

Desde entonces vive en las ciudades que visito… viene a mis pensamientos y escarba entre ellos hasta que vislumbra algo que le interese, después lo experimenta en persona. Soy una especia de guía que anda sus pasos por adelantado. Sin saberlo me convertí en una de sus palabras encadenadas.

Una simple ración interesante de una mente sumergida en la locura más coherente que había visitado jamás. Todas las noches encuentro alguna pista de sus espionajes nocturnos. A veces me deja guías de nuevos lugares que encontrar.

Un par de veces al año me lleva a otros sitios que no se podría ir a visitar fácilmente. Es una especie de sombra que consigue escabullirse por cualquier lugar que él desee.

Susurra las noches de los tiempos en mis ensoñaciones inconscientes… me habla en tantas lenguas que olvido a la mañana siguiente que los idiomas se alternan en las pesadillas.

La otra noche al despertar lo encontré sentado a los pies de mi cama… andaba sacando mis pensamientos por un hilo dorado que iba devorando entre sus dientes. Cuando terminó beso mi frente con sus labios fríos y me devolvió al letargo de mi cama.

Por la mañana encuentro zumo en la nevera exprimido y café preparado para servirse. Y por la noche vela mis sueños bajo las estrellas. Intento dejarle cada día algunas palabras sueltas por toda la ciudad.

A la mañana siguiente aparecen colocadas en el felpudo de la puerta o desperdigadas por todos los rincones. Es un simpático juego de palabras cruzadas. El tanteo va bastante igualado, salvo que el tiene el tiempo de su lado.

Una vez me propuso que me cambiase de lado… le dije que el tiempo lo diría. A veces ha intentado tentarme. Pero los dos sabemos que nos gusta demasiado la noche como para que algún día no vuelva a verla.

Fantasea cada momento con probar mi sangre a pesar de que en un par de ocasiones lo ha conseguido. Yo solo he pensado una vez en los cristales rojos de la suya. Un día probé una gota y sus recuerdos centellearon en mi lengua. Cuando no me queden más anclas en el mundo acabare compartiendo las cadenas de su existencia. Hasta entonces disfruto de los amaneceres y adoro sus ocasos.

Cada día es una historia abierta sin punto y final. Algunos consigo escribirlos… otros ensoñarlos. El los corrige por las noches y les pone anotaciones con tinta roja. No me preocupan porque no se escribe con mi sangre. La ultima noche apareció el trono en mi casa.

No se como consiguió introducirlo en la alcoba, pero supongo que pasar la noche entera cayendo por mis historias es muy duro como para contemplarlas de pie. Cuando me levante me puse los calcetines sentado en mi nuevo asiento. Fue una manera diferente de comenzar el día sintiendo el peso del tiempo. Agarre a los dos leones y me enfrente a la mañana.

Mire al sol cuando salí por la puerta. Me tome mi tiempo mientras encendía el cigarro a ciegas. Memorice ese momento para agradecerle el regalo. La primera vez que lo vi siempre quise un lugar así en mi vida, a pesar de que nunca deje de ser suyo. Ahora preside mi habitación ya que es un placer para mí que visiten mis historias acompañados por la luna.

8 comentarios:

  1. No me acompaña la luna, si su hermano sol, y como acabo de almorzar, degusto con gusto un rico café y la lectura maravillosa que hoy regalas!

    =) HUMO

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  2. Quise volver al sofa de esta posada y me encontré con un sillón de orejas, y un caudal de palabras guiandome por ciudades y paisajes mentales horadando la nocturnidad con alevosía, y una manera sublime de mirar a la cara de la luna, para acabar siempre saludando al amanecer desde los pies de una cama.

    Seguiré viniendo...

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  3. Te habrá tocado un pene, sí. Pero de alguna forma lograste preservar y mantener activo ese trozo de cerebro que se os supone distraido.

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  4. Pues si tú y tus vicios habeis conseguido activar esa parte desde donde se alumbra todo esto que leo, deberías dar cursos intensivos de vicioso.

    Por otra parte, la compasión es un sentimiento que detesto. Es mucho mas puta que la esperanza. Compadecerse de alguien para mí, es mirarlo desde arriba. Así que ni falta que te hace sentir eso. La piedad es otra cosa. Sólo hay que ponerse en el lugar de alguien desafortunado y pensar que uno mismo no quisiera estar en su luegar. Pero personalmente, creo que eres capaz de expresar todo lo que a ti se te venga en gana...

    Y por último, es cierto que con tu insomnio has vivido dos vidas en una. Creo que es por eso que no me gusta dormir, porque quiero vivir más...

    Algún día (o noche), te tendré que darte las gracias por algo.

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  5. Un saludo
    Desde hace unos meses, yo y otros dos amigos, estamos llevando a cabo un proyecto. Dicho proyecto consiste en la elaboración de una comunidad literaria independiente, un rincón en el que cualquiera pueda expresarse y de cualquier forma: relatos, poesía, etc. La idea de la que surgió y de la que aún se sigue sustentando, no es solo esa expresión, anteriormente mencionada, sino el mestizaje: que lo que yo escriba puede servirle a otro de aprendizaje o si más no, pueda aportarle alguna idea y viceversa. Por ello, les invito a todos aquellos que quieran participar en la redacción a que envíen un mail a lagacetademedianoche@gmail.com, citando el correo electrónico al que deberá enviarse la invitación.
    Atentamente,
    El Gato Negro

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  6. Kramen, me gustaría que te unieras a la gaceta como redactor. Sin embargo, necesito el correo electrónico al qué expedir la invitación para te unas al equipo.

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  7. Si te parece bien la idea, pásate por la gaceta y haznoslo saber.

    P.D: Ya he visto el gato.

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  8. Ya leí el correo. He enviado la invitación a su remitente.

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