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martes, 28 de abril de 2009

Actos reflejos

Parto la piedra por la mitad y su vida cae como la miel en un hilo interminable y pegajoso. Busco entre sus entrañas y extraigo de ellas el pequeño fragmento de la historia que guardaba. Humedezco la punta de los dedos con saliva y me concentro mientras abro el pequeño pedazo. Encuentro la siguiente pista y de un salto me pongo en camino.

El tiempo se agota en el reloj de arena y cada vez son menos los granos que quedan en la parte de arriba… uno a uno se precipitan contra el cristal y en el otro lado un gran remolino de arena ha comenzado a tragarse hasta el aire del vacío. Las pupilas están latiendo junto al corazón… intento distinguir la dirección que me ayudaría a ahorrar esfuerzos. Pero es la primera vez que acabo en ese sitio.

Huelo el aire en busca de la más mínima corazonada y el sol guiña su brillo contra una fachada de cristal al otro lado de la ciudad. Me disparo en aquella posición como un tiro de mortero y al tocar de nuevo el suelo estallo en cien pedazos que no tardo más que unos segundos en recomponer con un chasquido de la mano que permanecía intacta.

Todos los trozos se colocan en fila hasta que las piernas me asisten para poder seguir corriendo. Llego al edificio antes de que la mitad del reloj se haya consumido. El sol sigue brillando en la azotea así que tras observar la ausencia de puertas. Fundo los pies en su fachada y me deslizo hasta la última planta… Los cristales se precipitan como una lluvia de estrellas tras el surco que dejan mis zapatillas. Y cuando aterrizo en la azotea siguen sonando los cascabeles un rato después.

Encuentro la siguiente pista tatuada con fuego sobre el oscuro asfalto. Una flecha indica la ruta… y las llamas que aparecen al final… no presagian nada bueno. Recuerdo la imagen y me tiro desde el precipicio antes de que el último cristal toque el suelo. Planeo sobre la ciudad como una ardilla reticulada… surco las capas de viento esquivando antenas y rascacielos hasta que impacto con el suelo y me convierto en una bola de nieve que cae rodando por una cuesta empinada agregando a la masa todo lo que encuentra a su paso.

Al chocar con un muro de piedra aparezco yo dentro del huevo y un japonés hace clic sobre el botón. El diafragma me coge in fraganti y una abuela comenta que es una vergüenza…

Sonrío y hago una reverencia antes de huir de la escena. Las palabras de la anciana se enredan en sus dientes de pega y el obturador de la cámara del hombre con sospechas es incapaz de recoger algo más que una estela plateada.

Sin darme cuenta he acabado en un callejón sin salida y al topar con el fondo. Encuentro un agujero abierto bajo el alquitrán que me devora como las tapas de las alcantarillas. Caigo y sigo cayendo hasta que una mano surge del infierno y me sostiene sobre el magma. El fuego seca el sudor convirtiéndolo en vapor… cojo todo el que puedo con la camiseta y anudo los extremos. Me subo encima y planeo sobre el río hasta llegar al otro lado.

Un niño demonio me roba la camiseta mientras apago los bajos de los pantalones rodando por el suelo. Cuando quiero darme cuenta no están ninguno de los dos, pero al menos ya no hay fuego… Camino hasta el portal y pulso el botón de llamada…

Un gran ascensor de hielo baja hasta el hall para abrirse en una bocanada de gélido aliento. Me subo a el mientras que froto mi piel para que no se quede helada. Al llegar a la planta… las puertas me escupen directamente al suelo.

Levanto la cabeza y pido disculpas por el retraso… el demonio se ríe y yo simplemente sonrío… Le encanta usarme como si fuera un ratoncillo en un laberinto… y al final yo le he cogido gustillo al asunto. Me arroja un fajo de sueños en pago a mis servicios y con una palmadita me regresa a la cama.

Me enfundo el gorro y vierto la sustancia onírica por el final del embudo… La primera imagen sabe fresca y a la siguiente estoy nadando en el lecho calmado de agua. La corriente me lleva… y yo dejo de luchar para convertirme en un pez mas camino a su casa. Mi cuerpo se contonea con el aspecto de una anguila y cuando quiero darme cuenta una voz acuática me informa de que tengo otra misión.

Doy la vuelta a la realidad y me pierdo entre las profundidades abismales intentando esconderme bien entre la oscuridad. Pienso declararme inocente… pero antes tendían que encontrarme.

6 comentarios:

  1. Tu intensidad me desborda. He leido cada línea esperando la llegada de la siguiente, viviendo tu relato como si estuviuera a tu lado. Actor reflejos que nos acercan a ti. Gracias por compartir... te sigo

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  2. Vertiginoso, imaginativo, intenso y por supuesto con tu inconfundible sello, por lo que he podido leer. Un gusto!!

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  3. Kramen, no sólo me gusta mucho lo que escribis en la gaceta y aquí sino que además te diste el lujo de escribir uno de los comentarios más bellos que alguien podía escribir acerca de algún texto mío. De más está decir que no creo merecer semejantes cumplidos!

    Te dejo mis más cordiales saludos y espero leerte más seguido, tanto por acá como por la gaceta.

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  4. Siempre serás bien recibido por la madre de los súcubos, guardo para ti un rinconcito en mi gruta!
    :)

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  5. buenas kramen. paso a hacerte una visita y a comentarte el entrevero de ideas alborotadas ke pasan por mi cabeza en el momento de leerte. no encuentro textos similares a los tuyos, ni cerca. de hecho encuentro aquí una personalidad propia facilmente identificable.

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  6. Esta clase de locura solo parece una vez en la extesa mancha y se bebe como el vino... despues todas las palabras se confunden entre ellas y a partir de ahi... ya no vuelves a ser el mismo

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