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domingo, 8 de marzo de 2009

Dulce amnesia

- ¿Qué recuerdas de ella?

Recuerdo que era la vida con ella, casi puedo sentir la música acompañándonos a todos lados y marcando nuestros bailes por la calle. Aun siento como miraba la gente cuando montábamos el espectáculo en mitad de una gran avenida.

No puedo olvidar los parques donde gastábamos las tardes, ni el sabor de tus labios mezclado con todo lo que hubiésemos comido. Llevo viniendo a rehabilitación desde entonces y tras muchos años sigo teniendo tu aliento en el cuello por las mañanas y el estallar del corazón al cruzar las esquinas.

Noto el dulce olor de tus fragancias surcando los caminos que pisabas para regresar a tu casa desde la mía, y a veces no pude evitar seguir hasta ver llegabas a salvo para volver de nuevo contando estrellas sin perder la sonrisa aunque el cielo estuviese nublado.

Eran buenos tiempos… y todo sucedía solo sin tener que echar ninguna mezcla a la reacción, era espontánea y exotérmica. Solo tenías que juntar, subir la temperatura y el bizcocho estaba preparado para ser degustado.

Todo sucedía como un guión bien escrito entre el romanticismo y la comedia. Un menú variado de platos que cambiaban cada día para acabar con cualquier rutina que estuviese dispuesta a sentarse entre tu y yo.

Solo quería estar contigo, sin ninguna otra intención de sentir esa droga que era tu presencia anestesiante y tus dulces despedidas entre mordiscos y caricias.

- Tienes buena memoria, ya que siempre me cuentas lo mismo de cien formas distintas… ¿Algo nuevo?

Si…

- ¿El que?

Le regalo un diario…

- ¿Cómo? No lo entiendo;

La respuesta es fácil, si se hubiese dado cuenta lo que acabo de hacerle es leerle una página de un diario que estaba en mi mesilla. Pero no… Como cada Miércoles he entrado por esa misma puerta, he colgado mi chaqueta y me he tumbado en su diván.

- Si; Como cada miércoles, de eso ya me había dado cuenta ya…

En efecto, pero no notó el cambio sutil en mi sonrisa.

- Sonrisa que normalmente lleva.

Si, pero esta es especial… es nueva.

- ¿Nueva por qué? ¿La acabas de comprar?

No, simplemente la he recuperado del fondo del armario, estaba allí tirada junto a una corbata que por supuesto no iba a ponerme, así que escogí la sonrisa y aquí me tiene. Dándole un diario.

- ¿Pero por qué un Diario?

La respuesta vuelve a ser sencilla:
Antes podía recordarla y ahora ya no puedo. Ni siquiera se a quien se dirige este diario, ni quien es ella…

“El tiempo se paro para el buen Doctor… tras años escuchando la misma mierda repetida una vez tras otra, mismos personajes, misma historia aburrida, algo nuevo había sucedido…”

- ¿Cómo ha podido suceder eso?

La verdad… no lo se, tiene la culpa una tarta de coco con base me masa quebrada, y tarta de queso, todo ello cubierto con una gelatina de coco con algunas frambuesas simulando una ficha de domino.

- Muy bonita la tarta, ¿pero que tiene que ver?

Pues básicamente todo… Dedique mucho tiempo y esfuerzo en hacer esa tarta. Con todo el cariño del mundo. En la cocina casi se podía respirar el amor mientras la gelatina se enfriaba y endurecía y mientras con las manos hacia coger cuerpo a la pasta.
Fui enérgico con las varillas y delicado montando el merengue para hacerla más esponjosa. Cuando la metí en el horno. Puse el tiempo y me fui a ver la tele.

Sabía que a 180º solo necesitaría 20 min. para que quedase perfecta y como tenia mucho tiempo decidí fumarme una de esas cosas que tanto desaconsejan ustedes los doctores.

Pues resulta que estaba ya casi acabando el tiempo y me hice una pregunta. ¿Por qué intentaba siempre hacer las cosas para otros?

Esa tarta no era para mí y la había echo especial, increíble y única… Era preciosa y brillaba con un halo único.

Decidí no entregarla y quedármela para mí. Cogí una cuchara y aunque estuviese recién hecha puse la gelatina encima hasta el punto que en la superficie de contacto se fundió hasta volverse un solo cuerpo.

Con la boca llena de saliva hundí la cuchara en su pico y me la introduje en la boca. El coco llego intenso llenándolo todo mientras la canela y la vainilla bailaban alegremente subiendo a las fosas nasales en un leve suspiro.

La tarta aún caliente se deshacía en mi lengua que mezclada con la pasta quebrada hacia una pasta de mil sabores dulces que te llevaban a una playa desierta.

- ¿Y entonces?

Recordé este sabor… metí todos sus recuerdos en una botella y la tire al mar. Olvide su nombre borrado por una ola en la arena sintiendo como la resaca de la marea me robaba el resto de la memoria llevándosela por mis pies dentro del agua e introduciéndola en lo hondo de su ser y queme sus ultimas raíces junto al resto de su veneno con el ultimo cigarro.

Cuando acabe sólo tenía una sonrisa con una buena fotografía del ocaso y volví caminando a casa. Ni siquiera recuerdo en que playa fue, pero si que de camino a casa las estrellas me contaron una historia que acababa con puntos suspensivos y me dijo que ahora podía vivir libre como el mar.

Note la sensación de que todo había sido una quimera que me llevaría a la entelequia real y que se había borrado en un suspiro. El tiempo no significaba nada y que yo ya recordaba como tener una buena sonrisa. De un plumazo se borraron todas las peleas absurdas y sus besos recorriendo todo mi cuerpo.

Todo vino de repente como una amnesia voluntaria y desperté un día antes de conocerla. Creo que vi caer una estrella y ni siquiera sabia como se llamaba para pedirla en un deseo.

Recuerdo mi sonrisa y sobretodo la tarta…

Era de coco ¿recuerda?.
Un trozo de todos los placeres que de pequeño perdí y que encontré tirados por el suelo.

¿Pensara que no puede ser tan fácil? Pero si le puedo ser sincero, nunca pensé que sobreviviera a esto. A las caídas como el plomo, los venenos y las cuchillas. Ya no quiero sogas… ni coronas de espinas.

Ahora solo tengo una sonrisa bonita y unas cuantas historias enraizadas en una memoria rumbo a ninguna parte y sin billete de vuelta. Que la recupere cualquier ingenuo que no sepa que es el dolor de la ausencia.

Como comprenderá, no voy a pagarle la consulta. Porque le he contado un buen secreto y se que usted también ha podido saborear la tarta de coco.
Le aconsejo que queme ese maldito diario porque el último que lo leyó perdió el alma y acabo loco. Por suerte hay demasiadas sorpresas que pueden encontrarse dentro de una tarta.

Yo encontré la libertad debajo de una frambuesa.

3 comentarios:

  1. Que veracidad, y aunque suene a tópico me siento indentificado con el texto, ¿por qué hacemos tantas cosas para los demás?¿siempre contamos la misma historia, pero con diferentes palabras?.

    El texto es genial, enhorabuena.

    saludos

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  2. Hola, espero que estés bien!

    Hay um regalo para ti em mi blog...
    Um gusto leerte siempre.

    Saludos

    ResponderEliminar
  3. Lo que da de sí una tarta de coco....

    No sabría con que parte del texto quedarme esta vez. Tan solo con la sensación de haber metido también los recuerdos en aquella botella y "cuando acabe sólo tenía una sonrisa con una buena fotografía del ocaso y volví caminando a casa".

    Que puedo decirte que no te haya dicho ya......tremendo como siempre.

    Besos mil.

    ResponderEliminar

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