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sábado, 7 de diciembre de 2013

La esfera de la felicidad.



Todo mi mundo cabe en una burbuja de un metro de radio. No necesito más, ni tampoco considero justo que tenga menos, aunque tampoco me importa mientras que me quede aliento como para buscar algo mejor.

Y es que tener mucho más en el fondo es desperdiciarlo. Antes tenía gente a mi mando y a pesar de todo… andaba todo el día cabreado porque no eran capaces de hacerlo mejor, no por superioridad sino porque implica falta de atención y respeto a las cosas que se hacen y el tiempo empleado en ello.

Se puede lograr mucho en una mañana o en cambio no hacer absolutamente nada. Pero si eres cocinero, no te queda casi nada de lo segundo y mucho de lo primero y aún así la mayoría de las veces ni llegas al servicio salvo con el cupo cubierto en parte.

Cuando alguien se concentra el tiempo se pierde y el universo se contrae como un corazón a punto de saltar. Se para un segundo y luego continua acelerándose hasta acabarla jornada al estilo Picapiedra… lo que viene a ser saliendo por patas, sólo que en esta ocasión lo que ocurre es que llevas la burbuja a otra parte.

Hacía tiempo que no disfrutaba tanto. Cuando le pones dedicación y esmero a algo… y después de un rato vuelve el plato vacío suele ser un gran día para los del gremio, hay otras, que incluso repiten el mismo y eso ya es otro mundo. Se puede ser bueno… pero es a la vez necesario ser humilde y disfrutar con lo sencillo que es dar algo de buen gusto.

Puede que mi empleo, sea como estar en el infierno en verano, recibiendo hostias desde todos los ángulos con una nómina ajustada y poco tiempo libre, pero no hay trabajo mejor pagado que escuchar música durante ocho horas al día mientras te escondes en el ruido de una cocina y pierdes el sentido con cosas tan sublimes como algunos aromas que van desde los simples a los compuestos más complicados, notar el cuchillo deslizarse sin importar si viene de la tierra o el mar… o si acaso piso el cielo alguna vez a lo largo de su vida.

No importa pegarte horas prestando quizás mayor concentración a una encimera metálica y unos cuantos cuchillos que a todos los libros del instituto y la universidad… guardo gratos momentos de cada cosa en la vida que significaron algo importante, también acumulo datos y formulas que seguramente no vuelva a utilizar salvo extrañas circunstancias que ocurren en cualquier tintero utilizado por un lunático repudiado por el sueño y condenado a la esclavitud de no encontrar descanso.

Es posible que bailar mientras haces algo que tendrá sentido partiendo desde nada, tenga su encanto y que las horas de infierno que he padecido al menos me de un titulo real cuando el Apocalipsis llegue, la verdad es que no me importa demasiado si el mundo se va al infierno y arde en llamas. Porque el demonio de la sonrisa es ese que de alguna forma contagia alegría de cualquier manera que sea capaz. Y a veces con palabras y otras con gestos. La vida continua y da tantas vueltas como un mundo esférico que gira sin fin hasta que encuentras ese punto donde el tiempo es cero y las posibilidades se multiplican hasta el infinito.

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