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martes, 9 de julio de 2013

Duda constructiva.



¿El tocapelotas nace o se hace?

Esa es una pregunta cojonuda… Porque casi siempre encontraremos las dos vertientes posibles en un mismo grupo de encuestados.

Muchos asegurarán que nace sencillamente por números y probabilidad de suceder seguramente no será por la comparación directa de la puta principal de cualquier pueblo, sino por el recuerdo de algún suceso parecido.

Pero también encontraremos a la otra versión, la que asume que el tocapelotas se crea por generación espontánea o mejor dicho por acumulación de factores seas cuales fueren. Así explicado puede que este un poco obtuso por lo trataremos de sintetizarlo.

Una vez conocí al cabronazo más encantador del mundo. La presencia de una sola de sus sonrisas ya producía efectos tales como la ebullición de la sangre, acompañada por una enorme dilatación testicular alternada con escalofríos de esos que te ponen el bello de punta. Allí estaba él y a pesar de que le podría partir la cabeza contra la mayoría de las superficies de la sala, lo jodido es que la mayoría de las veces tenía razón, por lo que si frenabas las ansias de querer ejecutarle de mil formas diferentes por hora.

Acababas por aprender algo, si no… al día siguiente seguro que pillabas cacho. La cosa es que funcionábamos bien como dúo a pesar de que saltarán chispas continuamente, el resto lo llamaban espectáculo eléctrico, nosotros química exotérmica por magnetismo.

En fin… ese Edison loco y yo acabamos siendo uña y carne pero sólo fuera del trabajo, dentro cada uno interpretaba su papel como era costumbre, no fuera a ser que el publico perdiera atención o nosotros nos acomodásemos. Fuera, cada uno guardaba sus silencios e interrumpía al otro cuando le apetecería, resulta que éramos lo mismo con años de distancia.

Por eso rebotábamos tanto al estar cerca…

O eso creía porque el secreto averigüe tras cientos de noche residía en el silencio. Esa palabra suele estar relacionada a mito ó a noche solitaria, pero es más difícil de obtener que el uranio enriquecido con aluminio. Cuesta mucho frenar cuando tienes una lengua larga como la cola de las lagartijas y un ingenio chisporroteante de los que hacen cosquillas en las yemas de los dedos. Agítalo y a nadie le turbará menos a un porcentaje de seres que reaccionarán igual que un cohete.

La gente ya no gasta el tiempo en observar. Simplemente dispara, habla o ejecuta. Por verbos en el castellano no nos vamos a pelear. Sencillamente actúan con poca prelimitación, escasa o ninguna. Los que recapacitan son pocos y suelen esperar a que termines tu exposición sin detenerla continuamente o buscar excusas de quita y pon… tampoco son de los que desechan esas palabras arrojándolas directamente desde el otro lado del oído a un saco roto. Estos esperan y guardan la calma hasta que encuentran el resorte que buscaban

Son expertos en la vuelta de la tortilla y tienen dedos afilados como alfileres y una lengua erudita en el doble sentido de las frases, calcada a la de las serpientes que palpan el ambiente con ella.

La clave es que cuando el silencio se vuelve tan nítido como un velo, abres la boca y sueltas la primera mina programada, reingresas al mutismo y pasado un rato cortable con sierra vuelves a comentar cualquier cosa. Aquí está lo importante de la cuestión. Hay quien nace y quien se hace… pero lo importante es aprender a observar al oponente, como poco logras asimilar la enseñanza de la espera, si te va bien… logras vislumbrar cuando y como sembrar las bombas. Pero si aprendes de un maestro, puedes llegar a dominar la técnica de la sublimación gonadal de tal manera que no entienda de géneros y el silencio sea tan agradable que romperlo suele acarrear algún mal recuerdo.

Puede que naciera y que con la experiencia mejora hasta otros limites…





La verdad es que llega a resultar aplastante.






Pensar que tienes el control de todo y cuando te quieres dar cuenta te han cambiado los interruptores. Porque cuando lo ves te jode, cuando no escuchas una mierda recapacitas y llega el momento…







En que ese gran hijo de puta que tienes cerca pero sin línea visual directa con facilidad para ser eludible, esta sonriendo y cuando menos te lo esperas suelta el anzuelo y espera a ver que pesca. No es más inteligente que su presa, simplemente sabe que aguantar y aguardar… eso asociado a su predilección por los destilados es una peligrosa mezcla si no sabes soportar una pirámide de carros y carretas sin tragar ni una mísera palabra.

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