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jueves, 4 de julio de 2013

Comienza el éxodo.



Igual que una fuga de electrones comienza el viaje una vez estrenado el día, sacado de su envoltorio y depositado con delicadeza sobre la cama. Llego el 5 y la madre gestante durante 30 años dio a luz una buena manada de gañanes con patas que en un día como hoy se reúnen como hienas a celebrar lo que con el tiempo ha terminado llamándose cariñosamente la CuLYCarL.

Así que de alguna forma el día ha comenzado o terminado depende de a la hora que se haya ido el último a dormir. Yo sigo aquí anclado hasta que el búho pase a por mi para llevarme a la cama… pero todavía no ha dado señales de vida y sigo esperándole con un concierto particular de Platero y Tu, como cuando mi hermano y yo nos preparábamos para salir cuando estábamos aún en la misma casa.

Están tocando sus mejores canciones y no era de extrañar porque en un rato me tocará volar con el autentico Fitipaldi del grupo tanto en la música como en su forma de conducir. En ese momento en que me monte en su vehículo comenzará sin duda el viaje final de solteros por lo menos por su parte… por lo que por la mía me toca hacer de buena compañía y seguro que la elección de la música será una buena recompensa.

En el mismo evento despediré a dos confidentes de atalaya, que me llevaban con sus coches a escuchar música en las largas noches de verano en Ciudad Real. Echo de menos aquellas escapadas nocturnas, porque no eran más que la evasión para emplear todas esas energías de lagartija que el sol no desgastaba con su lengua durante el resto del día. Contábamos estrellas con muchas historias y escuchábamos a los grandes en directo. Cada noche un concierto distinto para después volver a la realidad junto al frescor de la madrugada.

Me voy a la cama… cuando despierte me pondré las zapatillas y bailaré durante tres días espantando todos los demonios que a nuestra fiesta se quieran colar. Sólo Pocilga e invitados reza la placa de admisión de la entrada de la finca. Toca tirar los dados y avanzar hasta que esa noche y la de nuestra infancia consigan establecer un puente por el que ese momento y el resto de los que queden estarán vinculados de una forma especial. Pongo la invitación encima de la mochila y me sumerjo lentamente en la cama para dejar que la corriente de aire me tenga listo para el amanecer.

Prueba de sonido…

Superada.

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