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lunes, 27 de mayo de 2013

La inocencia de un niño.



Me fui escurriendo del mundo como funde el queso en una parrilla cualquiera. Huí de las palabras escritas rompiendo el silencio con el sonido de la voz. He pasado de crear cuentos en paginas a contarlos en vivo hasta que un niño encuentra su lugar mullido entre sueños, ya no me valían diez personas porque escogí a una para convertirme en la luna que contemplar cuando salen las estrellas a dibujar líneas sobre el oscuro firmamento.

Por las mañanas fabrico deseos con los ingredientes que se pueden encontrar en una cocina, por las tardes conquisto mi tiempo desde fuera del puente levadizo… cuando cae la noche normalmente ya estoy dentro, pero sigo sin encontrar las cosas donde antes estaban.

Ahora mi vida la marcan unos desconocidos medio día y el otro medio esta ocupado por un elenco limitado de aquellos que aún me necesitan para rellenar los huecos de sus vidas. El tiempo es como un blister de ibuprofeno, hay lo que hay… el resto esta predestinado a padecer dolor de cabeza,

Cuando llega la libertad no se diferenciar entre la sonrisa de un bebe y la de un perro feliz de que le persigan corriendo dando vueltas a la casa. Yo sigo siendo yo, sólo que aguanto menos mierda y escojo mejor las compañías. Ya de nada sirve el dinero o el poder cuando es la complicidad reciproca la moneda de cambio.

Los buenos días sigo conquistando el mundo, los demás soy el segundo que al menos lo intenta sin pisar el último escalón. Desde la trinchera las balas siguen silbando mientras respondes al fuego según surja su procedencia. Incluso hay días en que graniza en mitad del infierno, el peor consuelo queda cuando siguen brotando sonrisas y no hay más que música clásica y el sonido del viento para crear malestar sobre nuestras cabezas.

A fuera el mundo sigue siendo tan cruel como una película a medio camino entre Hitchcock y Disney, pero dentro de la burbuja nada que no tenga su entrada autorizada vale la pena, las sorpresas siempre serán recibidas pero no dejan de ser publicidad abarrotando el buzón de la entrada a la madriguera. A veces cae una estrella y otras es un planeta entero el que se precipita desde lo alto del cielo, mientras haya una canción buena que bailar al menos habrá redención para los que se niegan a ir despacio.

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