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lunes, 25 de abril de 2011

Memorias de cristal dorado.

Recuerdas los días buenos… porque tienen algo especial para ser contados. En cambio los malos se difuminan como la línea un carboncillo con un trozo de folio… Y si, por aquel entonces donde fuese que estuvieses dibujando ya era una completa lamina de negro…

Por lo que sacabas una nueva y empezabas a dibujar… total, ya vendrían tiempos mejores. Al menos, eso es lo que decía el párroco en la Iglesia, aunque la verdad… es que ese entrañable viejo ya podría haberse metido a hombre del tiempo. Porque sencillamente no acertaba una.

Puede que se supiese la historia del hijo de Dios de memoria… pero en eso de la vida, sabía una autentica mierda, simplemente se dedicaba a darte un número de oraciones que recitar antes de tomar el cuerpo de D. Aunque realmente sólo era un preámbulo porque la verdadera ostia venía un par de días después.

No es por nada, si no porque el tanteador entre las cosas buenas y las malas estaba ya muy descompensado y inevitablemente un barco escorado no tardaba mucho en hacer aguas… en mi caso, se llamaba tener problemas. Y los tenía, de todos los tamaños y colores… Si en verdad me dedicase al dibujo… en mi caso tendría ya la mitad de los cuadros de las Pinturas negras de Goya.

Y casi todos eran retratos… o imágenes que trazo a trazo se habían convertido en escenas más dignas de una cámara de tortura, que de un adolescente… Pero el tiempo pasó y debió olvidarse de mi por alguna casualidad del destino… Ó puede que fuesen los dos infartos graves de mi padre lo que tuvieran algo que ver. Después de eso… se volvió un agradable gatito.

La cosa es que con mi mayor enemigo fuera de juego… Comenzaron a caer los buenos recuerdos como confeti por la chimenea… con sus viajes a la capital para ver que hacer con su corazón… que a veces se prolongaban durante varios días, resurgieron en mí las ganas de buscar la felicidad.

Como casi todos los chicos de mi edad… ya habíamos comenzado a asaltar los minibares de nuestros progenitores… y como en los demás casos. Yo no era ninguna excepción. Bebía chupitos de los distintos licores y rellenaba las botellas con un poco de agua.

Con mi padre alejado de la bebida, todo era un juego de niños… Los días sin padres, jugaba al póquer con los vasos… la mayor jugada era una bebida de cada color y había que ser muy bueno, para aguantar un par de rondas.

Al los pocos meses ese extraño juego se normalizó, e incluso se hacían apuestas… Uno de esos buenos recuerdos fue cuando gané al mismísimo tipo duro de la clase… No costo mucho… solo 5 rondas de todos los colores. Después de eso la noche se torció e iba algo desequilibrado. Pero me sentía bastante feliz… Había ganado y todavía podía andar, que era mucho más que mi rival que andaba sentado en un charco espeso producido por su propio vomito.

Por suerte estábamos en su casa y yo no tendría nada que limpiar. Me bastaba con llevarme su maldito dinero. La verdad es que era una borrachera buena… si no más bien el preámbulo del mejor acontecimiento. Y es que esa misma noche la vi a ella.

La verdad es que aún no se como pude hacerlo, porque una hora después de aquello andaba viajando en un velero por los rápidos de un río… Una rara mezcla se había producido en el estomago y tiraba de mis brazos en direcciones opuestas.

Por una parte el alcohol me había dado una especie de alas… y ninguna instrucción de cómo manejarlas y por otra una especie de felicidad cariñosa se había adueñado de mi alma… lo que se traducía en que iba saltando de grupo en grupo abrazando a la gente… hasta que la encontré a ella.

Bueno ella puede que se encontrase conmigo porque entre uno de esos saltos aéreos me tope contra su cuerpo, bueno el termino apropiado fue que me estrelle como un suicida y acabamos los dos en el suelo abrazados.

Yo estaba tan avergonzado que permanecí sobre su cuerpo un rato buscando una disculpa… en lo que ella dijo, bueno chico… no querría especular, pero creo que vas demasiado borracho.

-¿Cómo? –creo que alcance a preguntar…

En lo que ella comenzó a moverse debajo hasta apartarme a un lado como quien mueve a una tortuga dándole la vuelta…

La verdad es que en ese momento, no supe reaccionar… Bueno, a ciencia cierta estoy seguro de eso. Yo me quede allí tirado mientras la gente pasaba por encima de mí y me felicitaba por mi victoria con el tipo duro.

Andaba tirado en el suelo, sin ninguna prisa por levantarme porque el tío más peligroso del colegio andaba nadando en sus propias nauseas, y todos los chicos que sufrían sus continuas penas, andaban contentos con su mayor peligro fuera de juego.

Todos andaban ligando… y yo andaba tumbado con una estúpida sonrisa. Parecía el jardín de la alegría pero sin Marihuana, entonces tan sólo teníamos 12 años y ningún contacto relacionado con esa sustancia. Éramos terriblemente jóvenes y estábamos borrachos.

La ciudad despertaría al día siguiente sin saber lo que había pasado… todos andábamos en la casa de otro en una especie de juego trasladado cuando en realidad estábamos todos en la misma. La maniobra de un genio de la estrategia, de un loco trastornado. En verdad la idea también había sido mía… pero en ese momento yo estaba en otro lado.

La había encontrado a ella… es más nos habíamos tocado, incluso al girarme me di cuenta que le había tocado una teta y ella no se había quejado… tras volcarme me había sonreído… incluso me había besado, antes de marcharse a otro lado. Yo tenía el mejor recuerdo de toda la fiesta y simplemente estaba esperando. A que el mundo dejase de moverse a mí alrededor y mi corazón desbocado volviese ir al compás de un bajo aletargado.

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