Seguidores

jueves, 14 de abril de 2011

De círculo perfecto

Era un hombre especial, por algún desastre del destino, le habían tocado las peores cartas en la mejor mesa del campeonato. Era un completo desastre realizando tareas sencillas y sin complicaciones, pero un autentico genio cuando le dejaban en su mesa de la universidad postulados y resultados experimentales que nadie podía resolver o asimilar.

Si… sorprendente sería un término muy vago cuando se nombraba su nombre.

Era incapaz de cumplir los horarios, llevar una camisa planchada o algo tan sencillo como prestar atención a los alumnos en mitad de un examen. Por eso había sido delegado a las funciones de un profesor de apoyo en su asignatura. Abandonando las clases teóricas a otra persona más preparada y consecuente con una asignatura como era la termodimánica.

Todo lo que resultaba pesado, para él se convertía en una tarea inabordable. Pero en cuando le dejabas una pila de datos sin orden ni comprensión, era capaz de colocarlos e incluso realizar algo productivo con ellos. Es más… al final había acabado en un despacho amplio con varias mesas alargadas que permanecían vacías hasta que alguien entraba por la puerta.

Lo normal era encontrarle disperso, pero no un estado de esos que se rompen cuando algo cambia ínfimamente. Si no que a veces costaba varios minutos de sacarle del trance, por lo que tras varias denuncias de estudiantes terminaron por ponerle una secretaria en un pequeño despacho por el que se entraba al suyo.

En verdad se podían haber ahorrado ese puesto de trabajo colocando un semáforo conectado a una sirena al otro lado, pero pensándolo bien, un trozo de metal no atiende al teléfono… y llevándolo un poco más allá, al menos así ante el alumnado parecía alguien respetable cosa que escaseaba poco por ese tiempo.

Su apodo era el Dr. Paralelo. Porque los estudiantes le tenían por alguien con el que no se podía contar en realidad. Pero es porque no le entendían, ni siquiera intentaban hacerlo, pasaban de preguntarle que le ocurría en esos momentos. Y para ser sinceros, ni siquiera él querría contárselo.

No es porque no quisiera, o tuviese interés en resolverlo, estaba muy claro de su solvencia en esos casos… salvo que lo que no entenderían es que en su cabeza, incapaz de recordar una fecha, acudir a las citas o incluso a los eventos… incluso responder al teléfono, eran cosas totalmente ajenas a su propia persona por su escasa utilidad.

Por supuesto que el Dr. Paralelo existía físicamente, tenía un cuerpo delgado pero atlético, ojos azules tirando a grisáceos y un pelo entre dorado y plateado… No obstante su cabeza no estaba allí en todo momento.

Su cerebro se había quedado retrasado entre los papeles de sus mesas, entre los barullos de formulas y las múltiples soluciones erróneas o mal concebidas. A lo largo de su experiencia había conseguido dislocarse en el tiempo y en el espacio… Absorbía la información como si fuera suero en sonda… y después durante el resto del día iba asimilando lo retenido y colocándolo dentro de su cabeza. Hasta que quedaba perfecto y arreglado.

Por eso era un autentico desastre a la enésima potencia. Pero a pesar de que entre las 8 de la mañana y las 12, hubiese casi incendiado su casa al preparar el desayuno, inundado el baño al dejarse el grifo de la ducha abierto o perdido una puerta del coche al salir del garaje al olvidar de cerrarla tras montarse.

Mientras degustaba el café de media mañana que muy hábilmente había preparado la secretaria (que por alguna extraña razón nunca lograba recordar su nombre), Cogía tres de las carpetas más gordas de su escritorio, las abría y las colocaba ordenadamente sobre cada una de sus mesas de exposición. Una por caso… después cogía el teléfono y llamaba a los dueños de aquellos problemas.

Para él sólo había una norma, no me traigáis nada que no hayáis intentado desarrollar inútilmente durante al menos nueve meses.

Decía que nada que no se parezca a un embarazo puede ser demasiado importante, casualmente al día siguiente todos los casos entregados en la anterior jornada estaban solucionados en un folio al final de la mesa.

Todos estaban alucinados con el talento de ese extraño señor. Y no sólo por eso, si no que tras solucionarlo, no quería nada, ni aparecer en los créditos ni siquiera que se le mencionará. Fueron muchos los premios que rechazó porque a su nombre realmente no aparecía en ninguna parte.

Pero todo el mundo menos sus alumnos le respetaban.

Era muy raro, un autentico despiste y insoportablemente buena persona.

Él en cambio prefería sonreír y decir que no era ninguna molestia…

Lo peor de todo es que para el, todo aquello no tenía nada de importancia. Era como un perro contento por una bolsa de huesos pelados y sin carne. Simplemente le gustaba roer y escuchar como sonaba dentro de su cabeza.

Para lo que otros era una locura, para él era música clásica… y lo mejor de todo es que el trabajo le iba a buscar y ni siquiera tenía que hacer nada. Simplemente sentarse en su mesa y esperar a que alguien no pudiese solucionar algo durante mucho tiempo y el resto era coser y cantar.

Se sentía el padre más afortunado del mundo. Justo después de nacer… sus hijos ya sabían hasta andar. Lo que él tardó meses en conseguir cuando era un infante… su descendencia lo hacía de forma natural.

Aunque en realidad lo que más le gustaba era la ausencia de llantos de sus propios problemas por las noches mientras que el volaba alrededor de la luna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...