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sábado, 3 de julio de 2010

Hiedra.


Comete los mismos errores reiteradas veces. Es aquel tío del que decían que nunca llegaría a ninguna parte, pero desde muy pequeño adquirió la habilidad de una orientación formidable y a pesar de ser un caso perdido, siempre lograba encontrarse así mismo.

- Ya es mucho más de lo que podrá decir nadie... comentaba sonriente.

No le iban las proezas... ni siquiera conocía las palabras egocéntrico o ombligo. No importaba llegar el ultimo si con ello conseguía sus objetivos. ¿Cuales?... Nadie lo sabe pero era lo suficientemente feliz como para que algo eso no tuviera importancia.

Le gustaba hacer las cosas dificiles... no es que fuera de ninguna secta apasionada por el masoquismo, no... eso de las congregaciones no iba con sus ideales. En cambio estaba acostumbrado a realizar sus metas cosas por donde usualmente no se harían. Se desarrollaba como una planta en un acantilado. Contra todo pronóstico había logrado vencer a la gravedad y trepaba por la vida como una enredadera cuya existencia no era alentadora en un principio.

No es que no tuviese futuro, sencillamente es que se había empleaba como tópico utilizar los recursos que todo el mundo rechazaba. Si existe... seguro que se puede usar. Así que se ponía manos a la obra y sacaba el modo de salirse con la suya. Por supuesto también erraba, pero nada en este mundo podía borrar su alegría de la cara por su nueva experiencia.

De los niños cuentan que son los mas felices del mundo... y según esta aseveración... el no había dejado de ser nunca un niño afortunado... En alguno de sus viajes dementes. Había encontrado el modo de reírse de todo.Tenía cierta estrella, pero posiblemente no fuese una realmente. A él no le iba competir estúpidamente por algo que todo el mundo pretendía alcanzar. Seguro que su talismán era un lápiz carcomido... una canica de cristal o cualquier minucia que otra persona ni siquiera apreciase.

A diferencia de ellos, colocaba todos sus juguetes preferidos al alcance de la mano. No entendía esa extraña manía de la gente de guardar o proteger sus bienes más queridos. Él mantenía la medida opuesta, ya que si esas cosas le encantaban era porque significaban mucho en su historia. Por lo que disfrutaba de esos sencillos placeres mediante el uso continuado.

Si se rompía pasaba en cambio al armario de las reliquias, y entonces la relación cambiaba a la contemplación de los gratos recuerdos que le traía. Su habitación era su libro favorito de aventuras. No un gran cuarto... ni nada por el estilo. Aunque para él era un santuario donde podía esconderse dentro de toda aquella locura organizada de una manera peculiar.

Todos decían que no llegaría a ninguna parte... pero a veces la gente se equivoca, y tenia pruebas para ello, las calles estaban repletas de los errores que otras personas habían cometido. Recogía las muestras y las catalogaba. Estudiaba las cosas que no debía hacer, pero no podía a su vez perder las tradiciones establecidas y bien arraigadas.

No es que fuera testarudo, que algo de ello si que poseía. Sucede que de todos los errores posibles en el mundo... a él le encantaban los suyos propios. No es que fueran mejores o peores... para él, tenían el significado de la historia.

Puedes borrar muchas cosas con la ayuda de una goma y una buena escoba. Pero no se pueden eliminar hechos del pasado con tanta facilidad. De eso se encargará la amnesia algún día... pero hasta ese momento, sonreía aliviado porque no conocía a esa chica.

1 comentario:

  1. No creo en las personas con estrella, sino en aquellas que creen en sí mismas. Ese niño creía en todo lo que había ido reuniendo, en esos pequeños objetos que formaban parte de su ser, y por consiguiente en sí mismo. Lo importante es que siga haciéndolo, que ante cualquier obstáculo tenga las ganas y la fuerza suficientes para superarlo. No hay nada imposible, los límites nos los marcamos nosotros mismos. El truco está en saber que no existen límites, porque no los hay. No es que vayamos a llegar a la felicidad, sino que seremos felices durante el camino, porque sabremos apreciar el valor de las pequeñas cosas y podremos disfrutar de cada segundo por el valor exacto que tienen: todo.
    Un beso, primo...

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