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domingo, 4 de octubre de 2009

Viajeros del tiempo


Duerme la bestia reposando su eterno descansar… Ya no tiene prisa por irse a ninguna parte, sencillamente porque es el último de su especie y no tiene otra cosa mejor que hacer que pasar una efímera eternidad dejando que la brisa marina erosione su pétrea piel.

Abre su ojo para mirarme con la curiosidad del que encuentra algo que no reconoce pero que siente que esta ahí observando. Me siento delante de su pupila irisada y dejo que me contemple con parsimonia… yo tampoco tengo demasiadas cosas que hacer. Ando buscando respuestas con un detector de metales. Pero las buenas andan enterradas muy al fondo y estoy demasiado vago para cavar tanto.

Así que me tumbo a su lado… sin darle demasiada importancia y sin que a él le moleste. Me sigue estudiando de arriba a bajo… creo que tiene preguntas avanzando como agua entre la piedra. Pero no tengo gana alguna de importunarle.

Para cuando quiero darme cuenta ando sumergido en una burbuja en mitad de la noche de los tiempos… voy a la deriva sin que nadie pueda salvarme. Soy un naufrago perdido y abandonado con un dragón de piedra que duerme el sueño de los que acabaron por conformarse con la situación.

Pero algo arde debajo de ese montón de escombros que se ha ido acumulando encima. Todo comienza con la dejadez del hastío… un no me importa con un esta bien colgado como etiqueta… ¿y después?

Después te despiertas sepultado bajo toneladas de sedimentos que algún idiota llamado tiempo le ha dado por dejar abandonados encima de ti. Y eso ya es ineludible… cuando te quieres dar cuenta es demasiado tarde para casi todo lo que no sea no hacer nada.

Pero estoy harto... Harto del conformismo… de un pesimismo diluido en la mitad del vaso de agua. Es un señor de aire y permanece anclado a la tierra sin que nadie pueda remediarlo.

Me acerco a su ojo y comprende que me estaba esperando. Teníamos que llegar a ese momento porque sencillamente estábamos destinado a ello. Él por esperarme y yo por encontrarle. Ahora todo estaba en place. Y nada podría evitarlo.

Le hable de la historia… de mi vida… de cómo andaban las cosas desde que el había decidido dormir… Todo le interesaba porque tenía mil y una preguntas aguardando dentro de su garganta. Y de lo que empezó siendo una voz de piedra rugosa acabo por convertirse en un manantial delicado y suave que fluía sin miedo a derramarse.

Pasamos días, incluso semanas dilatando ese momento de conocimiento poniéndonos a punto… Por el día respondía a sus preguntas, por la noche en cambio nos dábamos baños relajados en el agua que le rodeaba mientras contestaba a todas mis cuestiones atravesadas en lo profundo de mis pensamientos.

La energía era tan especial que no necesitábamos si quiera alimentarnos de nada que no fuesen palabras. Desayunábamos cientos de poemas bañados en vino dulce y canela… Para almorzar en cambio preferíamos una prosa burbujeante con aguardiente de hierbas y cigarros aderezados… pero cuando caía la noche y la luna nos iluminaba desde el faro de su casa. Cenábamos teatro y nos repartíamos los papeles de la obra a partes iguales.
Y así pasaba ese extraño periodo… y siguió pasando porque a pesar de ser de distintas especies cuando estábamos juntos éramos la misma cosa con distinto formato… adorábamos las palabras y él era el mejor conversador que jamás había encontrado.

El transcurso de los siguientes meses sucedió en un amplio lapso que naturalmente fue desarrollándose sin que ni dos diésemos cuenta… el tiempo fue magnánimo conmigo manteniéndome en perfecto estado. Y siguió la rueda girando tranquilamente porque ya no había vasos, ni artificios…. Tan sólo estábamos nosotros dos luchando a pecho descubierto con las estaciones que caían como las hojas del otoño de los lamentos.

Y llegado el día oportuno dejamos toda existencia fútil y desesperada… rompimos la capa de piedra que nos mantenía como presos aletargados de nuestras palabras y decidimos salir a ver el mundo de nuevo con los bolsillos repletos de información importante y necesaria para comprender el funcionamiento de todo.

Abrió sus alas y desaparecimos por el horizonte… Comenzamos siendo dos desconocidos y ahora simplemente éramos la misma persona translocada en el tiempo… Sus ojos reconocieron mi curiosidad desde el primer momento y fue por ello que me gane su férrea amistad.

Los dos estábamos solos y luego no quedaron deseos de otra compañía que la que podemos entregarnos sin esperar nada a cambio. Eso es lo tiene una buena amistad… intervalos iguales de palabras aderezadas con silencio a rachas.

Al final nos perdimos en el seno de las épocas… yo era lo que el esperaba y él lo que estaba buscando… asesinamos cada uno a la soledad del otro y cuando no quedo nada mas que hacer en la tierra… nos volvimos etéreos y desaparecimos en busca de todas las estrellas sobre las que habíamos trazado nuestras líneas del camino.

Siguen preguntándose porque el dragón dejo su lugar y porque nos fuimos a otro lado… no comprenderían que la respuesta viene sola detrás de la pregunta si sabes escuchar… solo se precisa relajación y olvidarse de todo lo que no afecte a ese momento y lugar.

Vaciamos nuestros lastres y esperamos con anhelo que no cayesen sobre nadie… porque no queríamos para los demás dar lo que nos sobraba y nos mantenían anclados a un conformismo arraigado. Era el instante en que el tiempo se condenso en una pelota y nos abrió la puerta del abanico de realidades disponibles. Nos dio una llave a cada uno y se quedo con nuestros cuerpos como fianza.

Permanecemos ahí pero solo es una presencia de cartón piedra… nuestras cabezas están en otro lugar desde que comprendimos que no hace falta moverse para ir a otra parte… viajábamos a la velocidad del pensamiento por todos los lugares que a cualquiera de los dos se nos pudiese ocurrir.

Éramos felices porque en al fin y al cabo decidimos vivir nuestras existencia a nuestra manera… porque realmente dejamos de caminar por las eras del hombre desde nuestro nacimiento y porque en esencia éramos sólo eso… el eterno deambular de las conciencias en un ciclo infinito de conocimiento desbordante.

Unos mueres y otros sobreviven porque en realidad todo queda bajo la suerte de un lanzamiento de moneda subyugado a nuestra voluntad. Cada uno elige su destino y lo adorna con todas las florituras que caen en los sacos de nuestra imaginación.

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