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domingo, 28 de junio de 2009

Espuma de mar


Ya ha llegado el verano con sus amaneceres tempranos… los cielos azul celeste dándonos los buenos días con aromas de playa y mar flotando sobre un aire seco de humedad.

Vuelven las golondrinas para llenar el firmamento de aviones sin motor… sus graznidos se cuelgan de los aleros de los tejados y traen consigo la arquitectura del barro de los botijos. Oigo el mar rompiendo las olas contra los edificios que rodean la ciudad… un lamento marino me susurra que me espera para acogerme en su seno. Sonrío por la proposición indecente y cambio de canción para entrar bailando en una de las avenidas principales.

Todos duermen y las calles están vacías para aquellos que no encuentran descanso. Los magnolios me prestan parte del aroma efímero de sus blancas flores… las veo salpicar el verde prado de sus ramas saludando amables con sus pétalos al ritmo de las brisas matutinas.

El infierno comienza a arder debajo del asfalto para llenarlo todo de la agonía de sentirse una barra de mantequilla sobre una plancha al rojo vivo… sisean los pies cuando la piel se sale del borde de las sandalias.


Suplicas por el aire y una ráfaga viene a socorrerte… las hojas se ríen frotándose entre ellas mientras contemplas una obra de teatro a escala natural. El atrezo de cartón piedra es tan realista que nadie podría asegurar que no se trataba de una verdadera una ciudad.

Se que es una ciudad, pero siempre me siento en ella un extraño de vacaciones de verano... sin prisas para llegar a ninguna parte… y con un destino desconocido a cada vuelta de la esquina. Cuando cae la noche los nombres caen en el fondo de sus carteras para perderse con sus historias allí donde ningún desconocido pueda llegar a humear.

Todos tienen vidas brillantes cuando se viaja fuera de casa… el pasado se queda en una maleta olvidada deliberadamente junto al fondo de armario. Y entonces es cuando no hay cadenas que se puedan arrastrar.

Respiro hondo y el mar vuelve a mi… el sol esta comenzando a asomarse y yo intento desesperadamente de encontrar una sombra donde cobijarme de mi propio verano. Tengo un par de libros en la mochila y una botella de agua de frío cristal que se llena sola.

Busco un lugar que no encuentro porque nunca he estado allí… mis pies se extravían en tantas direcciones que cuando vuelvo a reunirlos ya no hablan el mismo idioma… el mar acaba por encontrarme en mitad de Madrid y la resaca me chupa hasta dentro de su seno.

Me parto de risa por la ironía mientras las olas rompen contra mi pecho arrastrándome mar adentro… el viento grita pidiendo socorro en mitad de una tormenta de verano y los rayos iluminan mi hundimiento haciéndolo bonito con sus truenos… me desprendo de todas las cosas que me sobran y me ahogan… después acabo finalmente por desnudarme y sentir la inmensidad que me rodea… la red del mar continua tragándome hasta el fondo y yo termino por regalar las ultimas de mis burbujas a un simpático delfín curioso.

Se marcha jugueteando con ellas por medio de su morro… choca y las va dirigiendo como un pastor con su rebaño… a cambio he conseguido una guía de eventos y un par de cartas oceanográficas.

Por fin consigo encontrarme… me estiro lentamente hasta que me vuelvo fluido como el agua… me muevo a la velocidad del pensamiento sin necesidad de nadar… las paredes de mis pulmones se han pegado y ya no necesito respirar… Todos mis problemas no pesan nada ahí abajo y una suave relajación ingrávida me mantiene aletargado.

Tengo un océano de oscuridad esperando a ser contemplado con mis ojos de gato… los peces hacen cola para ser devorados… Pruebo una ración de pez payaso en un lecho de algas con un sabor para morirse de risa y a la vez de placer. Creo que después de todo pasare unas buenas vacaciones abandonado como un naufrago en el fondo del mar.

Los peces no tienen mucha memoria y hay poca conversación… pero se respira una calma salada que cicatriza todas las heridas de mi cuerpo y de mi alma… No me importa que la vida prosiga en la tierra porque debajo del mar todos los pensamientos irreales terminan por salir a flote en la superficie.

Es una manera extraña de conseguir separar lo que aun vale de la paja… aunque ya lo necesitaba… me estaba ahogando y ya no podía respirar… necesitaba cambiar de aires y volver a los inicios.

Me dejo llevar mientras la luna sonríe en el firmamento estrellado… quedan un par de meses para que pueda emerger preparado para volver al infierno… tengo que desprenderme de las cosas que me mantienen a flote. Ahora aprecio más una buena ancla que un gran yate. Desde abajo estas a salvo de todos los problemas que sin importancia no caen por gravedad…

Y la verdad es que comienza a gustarme seguir las corrientes…Cierro los ojos y me dejo llevar… no importa a donde me lleven porque en la libertad del mar el tiempo no pasa sino fluye… y tranquilamente me mezclo con las calidez de las mareas en busca de una sirena.

2 comentarios:

  1. Bello y peligroso juego con el mar. Magnífico relato. Felicitaciones. Un abrazo

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  2. Precioso relato, el mar insondable, bello, mágico, libre, siempre nos llama, distante y agradecido a pesar de todo, un viaje exquisito y envidiable lleno de lindas imágenes. Bello tu blog y el contenido. Un abrazo.

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