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martes, 20 de diciembre de 2016

El tío Nano.

Era como la abuela de grande, incluso mucho más, por muy grande que tuvieras los brazos no podías abarcarle al menos hasta ser monicaco o incluso ya monillo casi adulto. Entrenaba ilusiones y lo hacía bastante bien. Además de cuidar… porque en eso era como una puerta blindada con foso y cocodrilos.

El tío Nano era grande como el sol y cálido como el medio día de junio, tenía el pelo blanco como la nieve y lleno de remolinos, era como una esponja marina, suave y mullida. Tenía mucho pelo y mucha alegría. Los mejores besos te los daba con la barba de varios días. Pinchaban pero eran hasta confortables aunque como lija.

Le gustaban los trenes. Montaba sus vías y mandaba a todos los pasajeros de la comarca a sus destinos, empezó por abajo y termino en un despacho de la estación. Su vida fue meteórica, por eso se fue antes, para estar esperándonos en la meta para que sin importar el puesto. Te hubieses divertido con el seguro.  De ese tipo de personas era, incombustible y leal. Hacia muchas bromas porque supongo que no le gustaban las personas tristes.

Y era tan fuerte como un elefante porque ni pegándole un tiro con una escopeta podías tumbarle. Dicen que las personas van a escala de su bondad, y para los años que tenía junto a la época que nació era casi un gigante, como la tía Prado. Al principio agobia un poco eso de crecer, para eso se necesitan buenos referentes y mejores cimientos. Pero no había nada que no pudiese construir, arreglar, reparar o destruir totalmente.

En eso se parecía mucho a papa. No se daba por vencido en nada. Y está claro que le encontraba el sentido a todas las cosas a partir de su funcionamiento. Tenía como diez veces más herramientas que el abuelo, aunque en verdad es que muy mal repartidas. Dentro de su propio caos.  En el fondo en vez de clasificarlas y tenerlas colgadas en la pared las utilizaba, y donde iban a estar sino donde tuvieran que usarse. Era obvio pero descuidado en los detalles sencillos.

A todos nos hubiese gustado que le conocieras, tu primo David se parece bastante físicamente. Al menos heredo sus rizos. El tiempo dirá que muchas más cosas. A veces una persona crece según el árbol que se cobija. Por los entrenamientos durante años diría que era un pino por asociación a aquel polideportivo. Pero los años de observación me dijeron que era más como un tejo. Podía incluso sanarte.


Pero era incapaz de mirar por sí mismo. Eso en el fondo es un gran cumplido… porque haber sido mejor era digno de premio nobel. Con el tiempo, seguro que vamos contándote más historias del gran tío Nano, hasta el porqué de su nombre. Se llamaba José Luis, como el bisabuelo. Pero ahora dulces sueños Nuria que los angelitos van a la cama.

1 comentario:

  1. Siempre me haces feliz, y me sacas una lágrima, eres digno heredero de tu tío. Y su fuerza vive en ti. Tendrás que continuar los sueños que no terminó.

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