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miércoles, 4 de julio de 2012

Anhelos de un pirómano.

Adoro el verano porque me hace sentir como en casa, es la época del año que todos disfrutan pero nunca del todo porque lo llenan de pegas. La gente se ha acomodado junto a la tecnología y ya no saben vivir sin sus móviles o sin el aire acondicionado. De donde yo vengo… la temperatura no se mide en los termómetros por los grados centígrados, sino por horas de duración.

La meseta, esta algo más elevada que el resto de la península salvo contadas excepciones, pero eso hace que el aire no corra por ella, si no que la rodee por los costados, en las ciudades no hay túneles de viento como ocurre en Madrid y la escasa altura de sus edificaciones cuyo numero normal es de cuatro plantas, en ciertos intervalos horarios hace que la sombra, se convierta en el autentico oro negro de la región.

A pesar de todo, eso nos da una piel de lagarto por naturaleza y hace que se pueda disfrutar de cualquier ciudad. Ahora en esta metrópoli siempre hay dos lados opuestos y durante varios meses al año me convierto en unos de los pocos de la otra acera. Esta la acera fresca y la del infierno por la que transitan demonios y otros seres fantásticos que logran no fundir sus pies con el suelo, quedándose estancados mientras que su cuerpo se seca bajo el calor de un Lorenzo que yo siempre llame por su verdadero nombre, Helios.

Así que, es en este periodo estival, disfruto de mi ciudad actual porque por ello le viene de casta al galgo y entonces es cuando soy el perro verde atigrado que se desliza por la autopista que queda vacía de cualquier gente que no tenga suicida escrito en el reverso de su carné de identidad. Aunque de todas formas en Madrid hay más humedad, por ello sigo echando de menos que la simple acción de respirar te queme los pulmones tal y como lo haría la ultima calada que incinera el filtro de un cigarro.

Lo peor de todo… es que soy incapaz de soportar el frío artificial de los climatizadores y es que cuando aprendes que cada cosa tiene su momento, no modificas el sistema para que todo lleve su ciclo natural… odio llegar a resfriarme en verano porque a alguien le de por convertir su cueva en una gruta polar. Hay muchos tipos de personas, tantas como huellas digitales ó caras. Pero a los signos de fuego nacidos en mitad de un averno terrestre tan ardiente como caminar sobre brasas sin el titulo de fakir. Nos gusta consumir las cosas sin ingredientes extraños ni conservantes. Porque al fin y al cabo, el invierno es más largo aquí que en la mancha y cuando el sol se aleja algunos nos quedamos irremisiblemente desamparados.

2 comentarios:

  1. Volver a la tierra de uno cuando brilla el sol.

    Madrid en verano es un cazo.

    Besos

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    Respuestas
    1. Jajaja, pero sigue sin ser Ciudad Real jajaja, asi que don't problem jajaja

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